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Razones por las que el PSOE podría ganar (si hace una buena campaña)
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Enrique Cocero | José Barros

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Razones por las que el PSOE podría ganar (si hace una buena campaña)

Dado que el PSOE también tiene su voto oculto, todo parece indicar que debería exponerse y arriesgar más para tratar de alcanzar el máximo de su potencial electoral

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante su intervención en el acto con cargos orgánicos del PSC-PSOE. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante su intervención en el acto con cargos orgánicos del PSC-PSOE. (EFE)

Si hay algo que ha dejado claro el PSOE en los últimos 40 años de democracia enEspaña es que se trata de un partido capaz de alcanzar los mejores resultados, y también los peores. Tiene la fuerza necesaria para otorgar a muchos votantes lo que ellos desean: una promesa de progreso político entendida en clave socialdemócrata. Este objetivo es capaz de lograrlo con creces, generando en torno a sus siglas un apoyo social que no ha alcanzado ningún otro partido de nuestra historia contemporánea. Pero el PSOE también es capaz de todo lo contrario. Lo hemos visto presentarse a unas elecciones para conseguir que la mitad de todos sus potenciales votantes le nieguen el voto.

A día de hoy, los socialistas se encuentran en plena lid con el Partido Popular para ver quién de los dos alcanza el Gobierno de un Estado que está obligado a emprender -sea de la forma que sea- un notable proceso de regeneración. El PSOE ya ha regresado de nuevo a los primeros puestos de la carrera electoral tras pasar por una crisis que tocó fondo con los mínimos resultados alcanzados por Tomás Gómez en la Comunidad de Madrid. Ahora bien, los discretos -pero ya prometedores- resultados de Gabilondo han vuelto a traer la esperanza a las filas socialistas. Conviene recordar que el ticket progresista ganador en Madrid no fue el del PSOE o el de las siglas Ahora Madrid-Podemos, si no el formado por dos personas concretas: Gabilondo y Carmena. Esta fue la combinación que mantuvo a la izquierda con vida en Madrid, lo cual refuerza nuestro convencimiento de que vamos hacia escenarios políticos donde lo que importa no son tanto los partidos como los candidatos.

En cualquier caso, tras repasar los sondeos publicados por agencias y medios de comunicación desde las pasadas elecciones locales de mayo, se nos presenta el siguiente mapa:

Hemos tomado algo más de 20 encuestas y las hemos ponderado en función de la muestra de población utilizada. En intención de voto, el PP y el PSOE continúan siendo los dos partidos a la cabeza para alcanzar la presidencia del Gobierno. El resultado más realista a día de hoy les separa en 3,4 puntos porcentuales. Y si nos fijamos en el máximo que le dan a cada partido la colección de encuestas, veremos que apenas les separan 3,8 puntos. De hecho, en nuestra ponderación son los dos únicos partidos que entran en el nivel del 20%. Podemos no llega a un 18% y Ciudadanos bascula entre un 11,5% y un 12%.

Celeste daba 27,4% para el PSOE en una encuesta publicada el 7 de julio en El Diario y, a finales de junio, NC Report daba al PP un 31,2% en un sondeo para La Razón. Si comparamos el máximo entre las distintas encuestas y realizamos una ponderación de todas ellas, vemos que la diferencia es de décimas. Estamos, por tanto, ante márgenes muy estrechos y de alta competitividad.

Los indicadores apuntan a que uno de los dos partidos, PP o PSOE, será el ganador en las próximas elecciones de noviembre. Menos la encuesta de Metroscopia de julio, todas las agencias dan como ganador al Partido Popular. Podría suceder que a la agencia de Toharia le sucediera lo mismo que a Indianas Jones en la tercera película de la saga cuando el joven Indy exclama aquello de que “Todos están perdidos menos yo”. . Aunque también podría ser que los socialistas estén ofreciendo estos resultados en las encuestas porque su potencial electoral no está siendo aprovechado al máximo.

Fijémonos de nuevo en el caso Gabilondo. En el municipio de Madrid un candidato recién llegado, que optó por hacer una campaña sosegada, sacó 416.000 votos frente a los 249.000 que obtuvo su compañero de partido en la misma demarcación cuando se presentaba a alcalde. La conclusión parece clara: el PSOE tiene mucho recorrido por delante, pero está muy condicionado por su campaña, por su imagen y por su mensaje.

En nuestro post de hace dos semanas analizábamos como el votante español, en general, está orientado hacia posiciones socialistas o socialdemócratas. Otro hecho que conviene recordar es la enorme capacidad que tiene el PSOE para centrar el debate público en torno a las cuestiones económicas y sociales que le interesan. Tomemos un ejemplo muy reciente. Una vez que el PP ha dado por hecha la recuperación económica -este sigue siendo su lema electoral-, el PSOE perfectamente puede sacar ventaja de ello proponiendo pasos de mejora -lo está haciendo ya- para capitanear la recuperación hacia las capas sociales que se declaran menos favorecidas.

Por eso creemos que el PSOE tiene espacio para ganar. Es más, si analizamos las elecciones legislativas que han tenido lugar en España desde el 2000, se ven claros dos hechos. El primero es que el votante del PSOE aparece y desaparece, crece y decrece según el año y, en segundo lugar, que el margen de maniobra del Partido Popular es muy estrecho.

Fíjense en este gráfico. El Partido Popular, que siempre se mueve en torno a los diez millones de votantes, varía en lotes de 500.000. De hecho, son 510.000 los votos que diferencian el resultado de la mayoría absoluta del 2000 (segunda legislatura de Aznar) con la del 2011 (primera de Rajoy). En las últimas cuatro elecciones generales el PSOE ha estado por encima en número de votos (en 2004 y 2008) frente al máximo que ha obtenido el PP en el mismo periodo (2011). Vemos, por tanto, que el PSOE vive en permanente estado de ciclotimia mientras que el Partido Popular, que tiene una base más sólida, también tiene un techo más bajo.

Una primera conclusión. El PSOE gana porque convence y pierde porque desilusiona. En cambio, el Partido Popular tiene una base muy fuerte; tanto que incita a ciertos comportamientos a los que un consultor político avezado jamás les daría luz verde. Sin embargo, para lograr la victoria decisiva, los populares dependen de que el PSOE no convenza al máximo de sus potenciales votantes.

Pasemos a hablar ahora de eficacia electoral. Las provincias más emblemáticas para los dos partidos tradicionalmente han sido Madrid y Valencia para el PP y Barcelona y Sevilla para el PSOE. Puede que las haya más polarizadas, pero no con tantos escaños en juego. Si miramos el mismo periodo temporal y comparamos estas cuatro provincias con el resto de España, obtenemos una visión más precisa:

El PSOE en Sevilla se ha llevado, incluso en los peores momentos, la mitad de los escaños en juego, algo similar a lo que ha sucedido en Barcelona. En Madrid, en cambio, siempre ha ido por detrás del Partido Popular, pero aún así logra una renta considerable de votos. Esta circunstancia parece cambiar con la llegada de Podemos y Ciudadanos y el nuevo escenario independentista en Cataluña. Ahora bien, los nuevos partidos no acabar de explotar, mientras que en la región catalana el posicionamiento de Iceta -de cierta ambigüedad- puede pasarle factura al PSOE cuando lleguen las generales de noviembre.

Llega el momento de las conclusiones. Conviene recordar que Pedro Sánchez, en las encuestas de valoración de candidatos, cae menos mal que Mariano Rajoy. De hecho, Sánchez tiene, al igual que su mismo partido, mucho espacio a ganar. Sin embargo, actúa a la defensiva, como si estuviera resignado a pactar (una actitud que por cierto también imita el PP, no así las nuevas formaciones políticas). Y dado que el PSOE también tiene su voto oculto, todo parece indicar que debería exponerse y arriesgar más para tratar de alcanzar el máximo de su potencial electoral. Pero, por el momento, es Podemos -y no el PSOE- el partido que ‘va a por todas’ realizando una campaña realmente ilusionante entre los votantes de izquierdas.

Solo nos queda recodarahora que una buena campaña electoral comienza por hacer antes -y cuanto antes- una buena precampaña electoral. El objetivo no es otro que ir movilizando a todo el potencial electorado. ¿Cómo se puede hacer esto de una manera eficaz? La respuesta la tenemos en el ejemplo referido por Gianluca Giansante en su libro La Comunicación Política OnLine. En dicha obra, Giasante cuenta cómo la campaña de François Hollande en Francia consiguió convencer a sus votantes yendo a buscarles a las puertas de sus casas, uno a uno. Muchos dirán que en España esto no funciona. Ante esta objeción solo podemos ofrecer dos respuestas. La primera es que algo así nunca se ha intentado seriamente en nuestro país. La segunda es que lo mismo decían por entonces en Francia.

*José Barros (@barrospress) es periodista y consultor de comunicación. Enrique Cocero (@EnriqueCocero) es fundador de la consultora de análisis 7.50 y miembro del consejo asesor de Government Consulting Group.

Si hay algo que ha dejado claro el PSOE en los últimos 40 años de democracia enEspaña es que se trata de un partido capaz de alcanzar los mejores resultados, y también los peores. Tiene la fuerza necesaria para otorgar a muchos votantes lo que ellos desean: una promesa de progreso político entendida en clave socialdemócrata. Este objetivo es capaz de lograrlo con creces, generando en torno a sus siglas un apoyo social que no ha alcanzado ningún otro partido de nuestra historia contemporánea. Pero el PSOE también es capaz de todo lo contrario. Lo hemos visto presentarse a unas elecciones para conseguir que la mitad de todos sus potenciales votantes le nieguen el voto.

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