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Ante un cambio de escenario, nuevos riesgos

Empecemos por ver qué dicen las encuestas desde enero aprovechando que el CIS ha sacado el adelanto del barómetro de abril con la pertinente encuesta de intención de voto

Foto: Los líderes de Podemos, Pablo Iglesias (i), y de Izquierda Unida, Alberto Garzón (d), celebran un encuentro ciudadano tras el preacuerdo electoral. (EFE)
Los líderes de Podemos, Pablo Iglesias (i), y de Izquierda Unida, Alberto Garzón (d), celebran un encuentro ciudadano tras el preacuerdo electoral. (EFE)

Estos últimos días se ha oído mucho sonido de teclas en calculadoras, ordenadores que echaban humo e, incluso, ábacos que, olvidados en cajones de despachos como regalos inútiles, han visto por primera vez la luz. ¿El motivo? El llamado pacto de los botellines. Es decir; la tan anunciada, criticada y, cómo no, predicha en distintas ocasiones, confluencia (una más) de Podemos con (esta vez) Izquierda Unida/Unidad Popular.

Decía hace un año Juan Carlos Monedero en una entrevista en La Tuerka (que ya hemos traído a IdV en alguna ocasión y que Álvaro Zancajo recordaba el miércoles pasado) que cuando él era asesor de la Izquierda Unida de Llamazares, este luchaba por no ser la última persona en abandonar la sede del PCE y cerrar la puerta tras de sí. Irónicamente, ha sido Llamazares quien, estos últimos días, ha intentado por todos los medios argumentales evitar esa confluencia viendo que puede suponer el fin de IU y buscando que no le toque a Alberto Garzón pasar a la historia en el papel que el asturiano esquivó años atrás.

Pero qué duda cabe que los votos cuentan y el casi millón de votos a UP el pasado 20-D podrían haberse transformado en cerca de 15 escaños más para Pablo Iglesias, con el perjuicio al resto de partidos y el cambio en la distribución del Congreso.

Por desgracia para los que miramos encuestas, el efecto de la alianza no ha sido aún reflejado en estudios, con lo que tendremos que empezar a caminar por nuestros propios medios. Así que empecemos por ver qué vienen diciendo las encuestas desde enero aprovechando que el CIS ha sacado el adelanto del barómetro de abril con la pertinente encuesta de intención de voto.

Arriba tenemos nuestro estudio particular, en el que mostramos nuestro cálculo ponderado de todas las encuestas con el máximo y el mínimo otorgado a cada partido de enero a hoy. Si lo comparamos con extracciones anteriores, poco cambia. PP y PSOE, en especial los de Ferraz, varían muy poco; Podemos, con una gran dispersión, sigue más cerca de su máximo que de su mínimo; Ciudadanos, casi a igual distancia de ambos límites, y UP, muy concentrada alrededor del 5%.

Pero dado que tenemos el CIS, que el CIS hace grandes estudios y son los que más entrevistas manejan por cada uno de ellos, vamos a ver cuál ha sido la evolución desde el 20-D y cómo compara con nuestra ponderación a fecha de hoy.

Hemos 'pintado' en este gráfico el resultado de aquel domingo de diciembre junto a los sondeos publicados por el centro (ya sabemos que para muchos ese término está asociado al CNI, pero nosotros tenemos nuestro corazoncito) en estos meses y el resultado de nuestra ponderación.

En efecto, el PSOE es un plato de agua. Si se ha movido algo es porque alguien ha golpeado levemente la mesa. Es como si todos los golpes de efecto buscados no dieran resultado, ni a favor ni en contra. ¿Podría significar que el PSOE ha encontrado la estabilidad de su base? ¿Puede ser el peor de los escenarios y esto implica que han tocado suelo? No será porque no le haya puesto Podemos el cebo hasta tres veces, la última con ir de forma conjunta en las listas del Senado, y hayan entrado al trapo cada vez. Parcial o totalmente.

El PSOE es un plato de agua. Si se ha movido algo es porque alguien ha golpeado la mesa. Es como si todos los golpes de efecto buscados no dieran resultado

Mientras, Pedro Sánchez, un candidato que hubo una vez que lo tuvo todo de cara para ganar, se dirime entre limpieza, parcheado y reconstrucción de listas. Al tiempo que esto ocurre, llega el pacto Podemos + UP e igual que hicimos en el 'post' anterior, hemos cogido los datos de las elecciones de diciembre, hemos sumado los votos por provincia de ambas formaciones y las hemos hecho competir como una en todo el territorio nacional.

Con esta información, hemos realizado el ejercicio de un nuevo reparto de escaños, hemos evaluado cuánto esfuerzo supondría lograr entonces un escaño más por cada provincia y qué partidos, bajo el nuevo escenario, estarían en riesgo de perder un diputado y en qué provincia.

Como es mucha información y nos eternizaríamos en gráficos y números, vamos a centrar el tiro en qué provincias estarían en riesgo para los socialistas y las nuevas confluencias.

En este gráfico vemos en el eje vertical el resultado obtenido el 20 de diciembre y en el horizontal la medición de riesgo a perder el último escaño que hemos generado. Así, cuanto más abajo a la izquierda se sitúa una provincia, más débil es para el partido en cuestión, por haber conseguido pocos votos y porque el último escaño logrado está seriamente amenazado por alguna otra formación.

Recordar que en todas las provincias de España, en todas (menos Ceuta y Melilla, que solo ponen en juego un escaño), el PSOE ha puntuado escaño. Nos hemos quedado con aquellas en las que los socialistas son el partido con mayor riesgo de perder escaño y en las que el margen para cometer un error es pequeño. Por supuesto, no hemos incluido las que quedarían aún más a la derecha si el gráfico se extendiera, porque en ellas hay otros partidos que corren un riesgo mayor.

Primer impacto: oh sorpresa, resulta que entre ellas dos de las tres provincias de la Comunidad Valenciana están 'sobre la valla' para el PSOE. En esa misma comunidad en la que se ha lanzado la propuesta de ir de forma conjunta en el Senado, habría lucha encarnizada por Alicante contra el PP y en Valencia contra... efectivamente, Podemos + UP. Extraña esquizofrenia en que no se definen los límites de cuándo te quiero y cuándo te detesto.

Cada escaño, cada voto, cuenta y estamos hablando de que una confluencia le hubiera costado al PSOE dos escaños de entrada que caerían directamente a los de Iglesias.

En Podemos + UP las cosas pintan distinto. Bajo los mismos criterios, en vez de 10 provincias, vemos siete y desde luego la más débil, Granada, está más asentada que la más débil del PSOE (Lleida).

Así como los socialistas deben reforzar la Comunidad Valenciana o Extremadura, la nueva coalición no tiene regiones críticas, sino cuestiones puntuales, lo que implica que el nuevo escenario les da, incluso, más solidez.

Por supuesto, Almería no está en juego. Muy al contrario, afianza sus dos diputados y pone en riesgo a Ciudadanos, que debería mantener una holgura superior a los 5.000 votos para no perder su escaño a manos del PP. Por este motivo, el exJEMAD Julio Rodríguez ya puede ir haciendo planes a partir de dicho mes.

Así como los socialistas deben reforzar la Comunidad Valenciana o Extremadura, la nueva coalición no tiene regiones críticas, sino cuestiones puntuales

Los movimientos de Podemos y su insistencia en que no son izquierda, y, de hecho, el abandono de los paradigmas de la izquierda para generar nuevos campos políticos que satisfagan a un mayor espectro de votantes, unido a su despliegue de hegemonías (Gramsci, ese teórico que ahora adquiere el rango de imprescindible), hacen que, como con Donald Trump, Podemos sea la fuerza con mayor resonancia a día de hoy. Cuentan sus apariciones en los medios como representación de victorias y, cuanto más se hable de ellos, más presencia tendrán y por tanto más penetración.

En este sentido, el PP y Ciudadanos lo han hecho bastante mejor, ya que han transmitido sin posibilidad de discusión su opción de contar con el PSOE. Los de Génova ya han dejado claro a su electorado que la Gran Coalición sería una forma racional de Gobierno y los de Rivera llegaron hasta a cerrar un acuerdo de legislatura. Mientras, el PSOE vive entre la negativa, la imposibilidad, la reorganización y el siguiente cebo.

Estos últimos días se ha oído mucho sonido de teclas en calculadoras, ordenadores que echaban humo e, incluso, ábacos que, olvidados en cajones de despachos como regalos inútiles, han visto por primera vez la luz. ¿El motivo? El llamado pacto de los botellines. Es decir; la tan anunciada, criticada y, cómo no, predicha en distintas ocasiones, confluencia (una más) de Podemos con (esta vez) Izquierda Unida/Unidad Popular.

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