Es noticia
¡Sigue siendo la economía, estúpido!
  1. España
  2. Intención de Voto
Equipo Intención de Voto

Intención de Voto

Por

¡Sigue siendo la economía, estúpido!

¿Votan los españoles a los conservadores cuando todo se ha torcido y se necesita poner orden o votan a los progresistas cuando todo va bien y es hora de obtener más beneficios sociales?

Foto: Una cajera de un supermercado devuelve el cambio a un cliente. (EFE)
Una cajera de un supermercado devuelve el cambio a un cliente. (EFE)

Decía Borges en 'La casa de Asterión' que “dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión”. Cuando la conversación política raya la cultura pop hay dos cosas que parecen estar siempre: arriba, 'El ala oeste de la Casa Blanca', y abajo, James Carville y su “es la economía, estúpido”.

Once años hace que terminó la serie y aún aterrizamos en momentos y conversaciones en los que la creación de Aaron Sorkin sale a relucir. En una ocasión, en una entrevista de trabajo a uno de nosotros le dijeron: “No te creas que esto es como llegar y ser Josh Lyman”. Nada más lejos de la realidad, porque el héroe de nuestro compañero era (claramente) Toby Ziegler.

O aquella campaña de las elecciones generales de 2015 cuando Pablo Iglesias, en el debate a cuatro, se despedía de sus votantes con dos golpecitos en el pecho, un gesto que los seguidores de la serie hemos visto hacer varias veces al presidente Josiah Bartlet.

La realidad nunca es algo que se explique por una sola variable, sino por varias

Pero 'The West Wing' tenía muchos otros momentos para tomar notas, y uno de ellos se da en la séptima (y última) temporada, en un capítulo llamado “The Mommy Problem”. Este capítulo toma su nombre de una explicación que Josh Lyman da a uno de sus 'staffers' en la que le comenta que "cuando los votantes quieren una figura paterna, alguien duro y fuerte, votan a un republicano. Cuando quieren que una madre les dé empleos o una sanidad equivalente a la sopa de 'matzah', votan a un demócrata".

¿Se cumple esto en la política española?, ¿votan los españoles a los conservadores cuando todo se ha torcido y se necesita poner orden?, ¿votan a los progresistas cuando todo va bien y es hora de obtener más beneficios sociales? Como todo en esta vida… la realidad nunca es algo que se explique por una sola variable, sino por varias.

Dado que si por algo se caracteriza el desarrollo de la humanidad es por intentar establecer la causa-efecto de la forma más simplista que se pueda, veamos pues cómo de simple o compleja es la realidad. Vamos a centrarnos en aspectos económicos básicos, llegando a observar la propia percepción de la economía además de ratios económicos.

La Comisión Europea dispone de una web que da servicio como banco de datos. Entre esta información hemos buscado los datos relativos a España acerca de percepción sobre la situación económica, como han sido la confianza del consumidor y la percepción de la inflación.

 En este primer gráfico hemos recogido el índice de confianza del consumidor y lo hemos cruzado con el resultado de las elecciones generales desde el año 2000. Advertencia general: la percepción de los españoles sobre la situación económica rara vez sale bien parada, así que no se trata tanto de justificar los momentos buenos, sino de ver respuestas en los muy malos y en los menos malos.

En 2000 los españoles revalidaron al presidente Aznar de manera aplastante porque “si algo está funcionando, para qué vamos a tocarlo”. Pero vemos que, una vez arrancada la legislatura la bonanza se empieza a percibir como algo normal y, si acaso, la percepción sobre la economía baja porque llega el efecto de la “sobrepromesa”.

En una situación más o menos estable llega el 2004 y gana Zapatero. No queremos considerar aquí el tema del atentado terrorista del 11 de marzo ni de sus posteriores demostraciones que hoy en día siguen siendo utilizadas como épica de liderazgos frágiles.

El PSOE pasó de casi 8 millones de votos en el 2000 a 11 millones en el 2004 y el PP pasó de 10,3 millones de votos a 9,76

Ya en 2003 los sondeos daban al PSOE por encima del PP y, aunque a mediados de año la situación se invirtió, a medida que se iba acercando la fecha electoral, más se aproximaban las predicciones de uno y otro partido. Es decir, la sobrepromesa dio vía libre a que el PSOE del presidente Zapatero se acabara imponiendo en las elecciones.

Si la nostalgia es el reducto de los inconsolables, nunca sabremos si una nueva candidatura del presidente Aznar hubiera cambiado en algo las cosas; el PSOE pasó de casi 8 millones de votos en el 2000 a 11 millones en el 2004 y el PP pasó de 10,3 millones de votos a 9,76.

Tiempos de cambio que resultaron, como compartimos con Eduardo Madina, en la legislatura de grandes errores en política económica. Pero esos errores no asomaron hasta tiempo después, lo que permitió al presidente Zapatero revalidar victoria en 2008 con más votos y más escaños que cuatro años atrás, aunque, de nuevo, sin mayoría absoluta.

El PSOE obtuvo en 2008 resultados decentes en comunidades autónomas con mayor número de votantes (diámetro de las esferas) y en varias en las que el PIB anual es relevante. De hecho, obtuvo más del 40% de los votos en Aragón, Cataluña, Baleares y La Rioja (todas por encima del 100% del PIB) y “lamiendo el palo” de ese 40% en Madrid.

Pero, como hemos dicho antes… hasta aquí. La percepción se hunde al mínimo de la serie en enero de 2009 y no vuelve a números de 2007 hasta siete años más tarde y, aun así, rondaba el -10%.

Crisis sí, crisis no… Después del citado hundimiento la percepción se estabilizó pero el Gobierno seguía perdiendo crédito, lo que acabaría propiciando en 2011 una victoria del PP sobre el PSOE con un margen de casi 16 puntos porcentuales de diferencia, cifras que solo habían sido superadas por las victorias socialistas de 1982 y 1986.

placeholder

En 2011 el PP saca en comunidades con PIB por encima del 100% calculado para aquel año más del 40% de los votos en todas ellas menos en Cataluña, el País Vasco y en Navarra, aunque aquí vuelve a rozar la cota del 40%. Ahora, hay que considerar que en Madrid llega al 51%.

¿Es la percepción de la economía (hemos puesto mucha atención en lo de “percepción”) el factor definitivo para propiciar cambios en quién llega al Gobierno de España?

Sin olvidar lo ya comentado sobre la realidad multivariante, creemos que sí, pero siempre con la coletilla de “entre otros motivos”. Sí, por el mero motivo de que todo el mundo quiere vivir mejor, que su situación mejore y cómo impregne un entorno de seguridad y tranquilidad.

Pero no es el único motivo. Ni siquiera la percepción de la economía es el motivo principal. Como ya habrán supuesto es la generación de empleo la que dispara la motivación primaria. Que los ciudadanos vayan viendo en su entorno más cercano, familia, amigos… cómo se reduce el número de personas que siguen en paro es lo que hace que cambie la percepción. De hecho, el paro es, indefectiblemente, la preocupación número 1 de los españoles desde hace varios años.

Prometer por encima de las posibilidades del país no inclina la balanza hacia el partido que lo hace cuando la población está notando que no va bien

Las políticas sociales como sanidad o educación son también variables importantes y deben estar presentes en cualquier campaña, pero no suplantan en importancia la dupla paro + economía. Las ayudas al desempleo, de hecho, son señal de que hay algo que no funciona y, además, siempre acaban pareciendo insuficientes, especialmente comparadas con un sueldo y con poder tener actividad.

Pero ¿existe el Mommy Problem? Existe, sin ser la explicación única, y los políticos lo saben. No hay más que revisar los discursos y declaraciones y comparar con resultados. El caso es que el Mommy Problem no se reduce a elegir dureza en momentos difíciles y laxitud en momentos de bonanza. Va más allá al negar la confianza a aquel que está negando la realidad. Es decir, el mensaje del que promete prebendas en momentos que se perciben como complicados nunca acaba de calar.

Defender políticas sociales es más que legítimo; es necesario para poder crecer como sociedad, pero prometer por encima de las posibilidades del país es algo que no inclina la balanza hacia el partido que lo hace cuando la población está notando que algo, en el mejor de los casos, no va bien. Al contrario, castiga. Dependiendo de la circunstancia cambia el voto o hace que el votante se quede en casa.

Decía Borges en 'La casa de Asterión' que “dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión”. Cuando la conversación política raya la cultura pop hay dos cosas que parecen estar siempre: arriba, 'El ala oeste de la Casa Blanca', y abajo, James Carville y su “es la economía, estúpido”.

Comisión Europea Eduardo Madina