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Los 'barones' del PSOE quieren elegir a su candidato en 2013
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Gonzalo López Alba

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Los 'barones' del PSOE quieren elegir a su candidato en 2013

  Cada encuesta de opinión es un nuevo mazazo, por más que la fiabilidad demoscópica esté bajo sospecha. Desde que el 4 de febrero fue elegido

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Cada encuesta de opinión es un nuevo mazazo, por más que la fiabilidad demoscópica esté bajo sospecha. Desde que el 4 de febrero fue elegido secretario general del PSOE, el liderazgo orgánico de Alfredo Pérez Rubalcaba se ha asentado y apenas es cuestionado por alguien que no sea Tomás Gómez, aunque en privado se le reprocha que se haya bunkerizado en “su círculo madrileño”. Pero lo de la candidatura para 2015 es otro cantar. No se sabe de nadie que haya mudado de parecer entre los que nunca le vieron como cartel electoral, pero sí de unos cuantos relevantes entre los que entonces creían que también podía ser el más idóneo para desbancar al PP del Gobierno.

El entorno de Rubalcaba cuestiona la validez de las encuestas publicadas y reafirma la determinación de su jefe de filas de repetir como candidato en las próximas elecciones generales. Alega su equipo que, por ejemplo, algunos sondeos se equivocaron en más de diez puntos en sus pronósticos para Andalucía, pero no cuentan que este error tiene mucho que ver con que las empresas demoscópicas pasaron por alto los pequeños pueblos (donde más elevado es el apoyo al PSOE) porque su lejanía y dispersión dispara los costes. Y se argumenta desde la Ejecutiva que si los socialistas “elegimos a Alfredo como el mejor para gobernar el PSOE, no se entendería que no lo considerásemos también el mejor para gobernar España”.

Pero ninguno de estos dos argumentos aplaca el creciente desasosiego interno ante el avance de IU y UPyD, parejo a la incapacidad socialista para capitalizar el descontento con el PP. Lo que ocurrió en septiembre en Holanda ha reforzado una corriente subterránea que cada día adquiere más sedimento y que puede resumirse en: nada está perdido, pero es necesario ofrecer “algo nuevo”, en las caras, en el fondo y en las formas de hacer política. En aquel país, los socialdemócratas aparecían en todas las encuestas preelectorales desplazados a un papel testimonial por la Izquierda Unida holandesa, pero convocaron primarias, eligieron a un líder joven y, cuando llegaron las elecciones, se quedaron a sólo dos escaños del triunfo.

El PSOE se obligó a convocar primarias abiertas a los simpatizantes en su último congreso y Rubalcaba ha ratificado su compromiso con esta resolución, que debe desarrollarse en la Conferencia Política inicialmente prevista para noviembre y aplazada al año próximo a causa del adelanto electoral en Cataluña. Pero más de uno tiene la mosca detrás de la oreja: ni en Cataluña ni en Galicia, donde estaban previstas, se pudieron celebrar primarias a causa de las convocatorias anticipadas. ¿Quién puede tener la certeza de que Rajoy no adelanta también las elecciones generales para, por ejemplo, hacerlas coincidir con las municipales y autonómicas en la primavera de 2015, y se repite la historia? A muchos barones les aterra esta posibilidad.

Para evitar que se repita la historia, es creciente el número de partidarios de que la Conferencia Política establezca una fecha tope para esas primarias, en lugar de dejarla al libre albedrío de la dirección. El tope del que hablan dirigentes territoriales -y sectores como la corriente Izquierda Socialista- es finales de 2013 o, a lo sumo, comienzos de 2014. Los barones sienten que la marca PSOE asociada a Rubalcaba puede ser una losa y algunos se ven con serias opciones de ganar, como Chimo Puig en Valencia, Guillermo Fernández Vara en Extremadura (si es que IU no decide cambiar antes de socio) o Emiliano García Page en Castilla-La Mancha.

A estas alturas, nadie se atreve a apostar por un favorito, pero existe práctica unanimidad en que, si hay primarias, habrá varios candidatos. Se sabe que Patxi López no competirá si eso implica un enfrentamiento con Rubalcaba, pero no se descarta por completo que el secretario general le ceda los trastos si ve que el suelo electoral se abre bajo sus pies. Se sabe que, a pesar de que algunos de los que la apoyaron en febrero no lo harían ahora, Carme Chacón no ha tirado la toalla y aunque en el entorno de Rubalcaba se cree que la situación en Cataluña entorpece sus opciones, la exministra ya está jugando la baza de aparecer como la dirigente socialista que mejor puede servir de anclaje entre el PSOE y el PSC y, por extensión, entre España y Cataluña. Se sabe que Tomás Gómez querría, pero que sus formas no le granjean muchos adeptos fuera de la federación madrileña en la que ha impuesto su control y que la retirada de Esperanza Aguirre le compromete más a intentar la reconquista de Madrid antes que ninguna otra cosa. Se sabe que a Emiliano García Page, alcalde de Toledo, no le parece una mala plataforma para reforzarse como alternativa a María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha. Se sabe que algunos sectores del PSOE andaluz verían con buenos ojos que José Antonio Griñán hiciera valer el peso de Andalucía con su propia candidatura, aunque se juzga improbable. Y se sabe que Eduardo Madina resistió con fortaleza las presiones para que diera un paso adelante en febrero porque aún no se consideraba preparado, pero sigue recibiendo requerimientos de militantes de base y dirigentes de diversos territorios y tendencias para que se postule como candidato para 2015.

Si alguien puede encarnar la idea de “nuevo”, en su sentido más amplio, es el diputado vasco. Los socialistas no tienen un líder procedente de aquel territorio desde Indalecio Prieto.

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Cada encuesta de opinión es un nuevo mazazo, por más que la fiabilidad demoscópica esté bajo sospecha. Desde que el 4 de febrero fue elegido secretario general del PSOE, el liderazgo orgánico de Alfredo Pérez Rubalcaba se ha asentado y apenas es cuestionado por alguien que no sea Tomás Gómez, aunque en privado se le reprocha que se haya bunkerizado en “su círculo madrileño”. Pero lo de la candidatura para 2015 es otro cantar. No se sabe de nadie que haya mudado de parecer entre los que nunca le vieron como cartel electoral, pero sí de unos cuantos relevantes entre los que entonces creían que también podía ser el más idóneo para desbancar al PP del Gobierno.