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La socialdemocracia, maniatada por el euro
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Gonzalo López Alba

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La socialdemocracia, maniatada por el euro

 “Que la mayor referencia de la izquierda mundial sea un posibilista moderado como Obama es bastante significativo de a dónde hemos llegado en Europa”. La reflexión pertenece a Ludolfo

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“Que la mayor referencia de la izquierda mundial sea un posibilista moderado como Obama es bastante significativo de a dónde hemos llegado en Europa”. La reflexión pertenece a Ludolfo Paramio, autor de un libro de título tan expresivo como La socialdemocracia maniatada (Catarata).

Podría tratarse de la opinión de un teórico, pero alguien consagrado a la acción, como es el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, tras leer el último discurso del presidente norteamericano sobre el estado de la Unión, reconoció el sábado –no sin pesadumbre– que la izquierda “tiene ahora su referencia más clara en Estados Unidos”. Y es así no sólo porque en la Europa de los 27 el francés François Hollande constituya una especie de don Quijote socialista peleando contra los molinos del viento que sopla de Alemania.

Para Paramio, la crisis de la deuda hace que la socialdemocracia esté “atada de pies y manos, porque no puede defender para nuestros países la salida de la Unión Europea”, y no puede hacerlo “porque el sueño de la Unión Europea es nuestro sueño y porque los costes para los ciudadanos serían muy superiores” fuera del euro.

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Podría tratarse del juicio aislado de quien fue uno de los ideólogos del felipismo y secretario de formación del PSOE a comienzos de los años 90, pero el suyo no difiere mucho del que hace Ignacio Urquizu, uno de los teóricos de la renovación en la que está inmerso el socialismo español y secretario de formación del PSOE de Aragón, que ha publicado en la misma editorial La crisis de la socialdemocracia: ¿qué crisis?

Para Urquizu, la pertenencia a la unión económica y monetaria supone “una seria restricción para la izquierda”, porque “cuando los partidos socialistas acceden al poder en la Eurozona ya no tienen la misma libertad que antes y, por lo tanto, ya no pueden desarrollar la política económica ni manejar las cuentas públicas como ellos podrían desear”. Además, “los objetivos macroeconómicos del Banco Central Europeo son más propios de la ideología conservadora”.

Paramio y Urquizu coincidieron el miércoles en la presentación conjunta de sus libros en un acto organizado por el actual secretario de formación del PSOE, Rafael Simancas. Y aunque la visión de Urquizu es más optimista que la de Paramio, su conclusión compartida es que la socialdemocracia europea está maniatada por el euro. Como en el estribillo de la canción, “ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio; contigo porque me matas y sin ti porque me muero”.

El fraccionamiento socialista

El otro gran problema europeo de la socialdemocracia es que está fraccionada en intereses nacionalistas y electoralistas. Lo advirtió Paramio el miércoles y se constató el sábado en el debate sobre Europa organizado por el PSOE como primer foro preparatorio de la Conferencia Política que celebrará en el otoño para actualizar su proyecto. Y no sólo está fraccionada en intereses nacionalistas y electoralistas, sino también entre los líderes de los partidos y los comisarios europeos, como se pudo comprobar en los diferentes enfoques que sostuvieron Rubalcaba y Antonio José Seguro (primer secretario del PS portugués), por un lado; y del otro, Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión Europea, y Javier Solana, ex alto representante para la Política Exterior y de Seguridad. 

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De la derivada de este fraccionamiento en la izquierda, como también observó Paramio, “no es que los socialistas estemos mal, es que somos irrelevantes”. Para probarlo, miró a la calle: “Nadie piensa en nosotros cuando busca alternativas. La gente se va a ver a unos chicos acampados en la Puerta del Sol o a las redes sociales”.

De modo que la socialdemocracia necesita que Europa cambie para recuperar su relevancia política y Europa necesita que la socialdemocracia se revitalice para poder cambiar. La revitalización de esta pasa por reconciliar sus ideas con sus prácticas y el cambio de Europa pasa por resolver su crisis democrática porque, como subrayó Urquizu, para los ciudadanos “democracia no es ir a votar y que luego hagan lo quieran”.

El ‘trilema’ europeo de Rodrik

Europa tiene que elegir su solución al trilema de Rodrik, como apuntó Joaquín Almunia durante el debate celebrado el sábado por el PSOE. En el triángulo imposible de Rodrik sobra un lado: más democracia, más integración económica y soberanía del Estado-nación. Rubalcaba ha hecho una apuesta rotunda al proponer un cambio en la denominación del PSOE para que pase a llamarse “de forma permanente” Partido Socialista Europeo-PSOE, con un planteamiento que implicará ceder soberanía como partido para que todos los socialistas europeos suscriban “un programa de gobierno para la Unión Europea” y caminen hacia una estructura de “dirección colegiada”. Es, como subraya el documento "Hacia una Europa federal", “una manifestación sin precedente del compromiso con la construcción europea”.

La responsabilidad de los políticos es mayúscula en esta hora porque afectará a la vida de varias generaciones, presentes y venideras. Hoy, sólo tres países europeos figuran entre las diez primeras economías del mundo, pero el pronóstico es que dentro de diez años sólo habrá dos, más tarde uno y al final está la profecía de Europa convertida en un parque temático.

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“Que la mayor referencia de la izquierda mundial sea un posibilista moderado como Obama es bastante significativo de a dónde hemos llegado en Europa”. La reflexión pertenece a Ludolfo Paramio, autor de un libro de título tan expresivo como La socialdemocracia maniatada (Catarata).