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Griñán y Fernández se confabulan para proteger a Rubalcaba de las primarias
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Gonzalo López Alba

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Griñán y Fernández se confabulan para proteger a Rubalcaba de las primarias

  La cita tuvo como excusa formal ultimar el modelo territorial que el PSOE tiene previsto aprobar el 6 de

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La cita tuvo como excusa formal ultimar el modelo territorial que el PSOE tiene previsto aprobar el 6 de julio en una cumbre de barones, pero la razón de fondo de la reunión que el lunes pasado mantuvieron en Ferraz José Antonio Griñán y Javier Fernández con Alfredo Pérez Rubalcaba y Elena Valenciano no fue otra que levantar un dique de contención en torno al secretario general frente a quienes, por activa o por pasiva, alientan un adelanto de las primarias para elegir a su candidato presidencial.

El recurrente debate sobre la fecha para renovar el liderazgo del partido se ha convertido en un asunto “imposible” de controlar, según se reconoce en el entorno de Rubalcaba, porque en él confluyen la ansiedad general y algunos intereses particulares con la expectación mediática que suscita, de modo que periódicamente se agitan las aguas desviando la atención de la gestión institucional allí donde gobiernan los socialistas, de su labor de oposición al Gobierno y de los trabajos para la renovación de su proyecto político.

Y a la sensación de permanente inestabilidad que esto proyecta en la opinión pública son especialmente sensibles los dos únicos presidentes autonómicos del PSOE, que también son el presidente del partido (Griñán) y el de su Consejo Territorial (Fernández). Ambos, además de ser de los más reticentes al procedimiento de las primarias, comparten con Rubalcaba el criterio de que “así, sin un mínimo de tranquilidad, no es posible trabajar”.

El secretario general del PSOE intenta disciplinar a su Ejecutiva, que ha dejado de ser monolíticaHasta aquí, poco o nada nuevo. ¿Qué motivó entonces la minicumbre pública de Rubalcaba con los dos únicos dirigentes que ahora mismo pueden calificarse con propiedad de barones? Según la versión oficial, estaba programada desde hacía tiempo para perfilar su modelo territorial y analizar el horizonte de pactos con el Gobierno. Los dos asuntos estuvieron en el menú, pero el plato fuerte fue otro. 

El trasfondo de la cumbre 

Por un lado, parte de la ansiedad se ha trasladado al interior de la Ejecutiva, que nació monolítica, pero se ha agrietado de forma manifiesta tras la caída en desgracia del secretario de Organización, Óscar López, a raíz del escándalo de Ponferrada.

Al principal órgano de dirección pertenecen el manchego Emiliano García-Page, quien defiende que las primarias se celebren antes de las elecciones europeas cada vez que se le pregunta; el vasco Patxi López, que está ignoto como secretario de Relaciones Políticas, pero, investido ya como precandidato oficioso, sigue empeñado en recorrer las federaciones; el gallego Pachi Vázquez, que en contra del criterio inicial de la dirección federal ha forzado la elección en su territorio del secretario general por voto directo de los militantes, experimento que puede sentar precedente; y otros dirigentes que, habiendo remado a favor de Rubalcaba en el congreso de Sevilla, son ahora señalados como responsables de filtrar que el secretario general no competirá en las primarias, lo que se considera “desestabilizador”.

El objetivo prioritario era, por tanto, disciplinar primero a la Ejecutiva y, después, disuadir a quienes quieren que la fecha de las primarias se discuta abiertamente en el Comité Federal del 13 de julio. Por otro lado, la última marejada ha coincidido con el momento en el que Rubalcaba intenta fraguar un consenso en torno al modelo territorial, clave para la definición de su compleja relación con el Partido Socialista de Cataluña (PSC), que es fundamental en su articulación como partido de ámbito nacional.

La cúpula socialista reclama sosiego para afrontar su debate territorial y el horizonte de pactos con el GobiernoAsimismo, también ha coincidido con la percepción que hay en la dirección socialista de que el pacto para hacer un frente unido en la Unión Europea con Mariano Rajoy (forzado por las cifras insoportables de paro y por la debilidad interna del presidente que han puesto de manifiesto los cañonazos de José María Aznar, Esperanza Aguirre y Pedro J. Ramírez) puede abrir la puerta a otros acuerdos que permitan transmitir la idea de que la oposición del PSOE es útil para los intereses ciudadanos, de modo que el partido deje de ser percibido como parte del problema de la crisis para empezar a aparecer como parte de la solución y alternativa de futuro.

Ganando tiempo 

En este contexto, el mensaje del que fue portavoz Griñán puede resumirse en que cualquier intento de alterar el calendario interno, focalizando en las primarias la atención pública sobre el PSOE, sólo sirve para causar al partido “un desgaste inútil”. El presidente andaluz dijo: “Las primeras primarias serán las de candidatos autonómicos y municipales. (Después) será el momento de plantearnos cuándo hacemos las primarias para las elecciones generales. Cuanto más cerca de las elecciones generales, más eficaz será”. Traducido literalmente, después de mayo de 2015 y no en el segundo semestre de 2014, como se pactó en diciembre.

Pero no estaba Griñán poniendo una nueva fecha, sino lanzando un mensaje para navegantes o francotiradores y despejando la pelota lo más lejos posible, tanto que el puntapié le salió a la grada porque bastaría con que Rajoy convocara los comicios generales con los municipales para que no pudieran celebrarse las primarias, como ya ocurrió en Cataluña y en Galicia, y sospechan los críticos que es la bala en la recámara de Rubalcaba. Fuentes próximas al secretario general reiteran que habrá primarias, “en su momento y cuando venga mejor al partido”.

En la doctrina más ortodoxa, el momento idóneo es el semestre anterior a las elecciones (como se hace en EEUU), ya que las primarias “no se inventaron para aumentar la democracia interna en los partidos, sino para ganar elecciones” y el efecto movilizador aumentaría con la proximidad, tanto en el nivel de participación en las elecciones internas como en el refuerzo de sus opciones ante los comicios generales, al transformarse en una suerte de precampaña. Pero, frente a esta tesis, está la de que un liderazgo “no se puede improvisar en seis meses”. Por lo pronto, Rubalcaba vuelve a ganar tiempo.

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La cita tuvo como excusa formal ultimar el modelo territorial que el PSOE tiene previsto aprobar el 6 de julio en una cumbre de barones, pero la razón de fondo de la reunión que el lunes pasado mantuvieron en Ferraz José Antonio Griñán y Javier Fernández con Alfredo Pérez Rubalcaba y Elena Valenciano no fue otra que levantar un dique de contención en torno al secretario general frente a quienes, por activa o por pasiva, alientan un adelanto de las primarias para elegir a su candidato presidencial.

José Antonio Griñán Alfredo Pérez Rubalcaba