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Una agenda de reacción democrática
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Gonzalo López Alba

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Una agenda de reacción democrática

 Cuando el portavoz de un Gobierno subraya que “goza de amplia estabilidad e iniciativa política”, como hizo el viernes Soraya Sáenz de Santamaría, está reconociendo que,

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Cuando el portavoz de un Gobierno subraya que “goza de amplia estabilidad e iniciativa política”, como hizo el viernes Soraya Sáenz de Santamaría, está reconociendo que, en el mejor de los casos, están muy debilitadas (la estabilidad no es sólo aritmética). Y cuando el líder de la oposición, como hizo el sábado Alfredo Pérez Rubalcaba, reitera que no descarta presentar una moción de censura, es que esta iniciativa no está en el calendario inmediato. Esta es la traducción que puede encontrarse en las hemerotecas de esos renglones de escritura política al limón, a la que tanta tendencia tienen los dirigentes.

Rubalcaba utilizó su discurso en abierto ante el Comité Federal del sábado para volver a amagar con una posible moción de censura, pero después, a puerta cerrada, agradeció que nadie quisiera entablar un debate sobre esta hipótesis. El poder de la amenaza se extingue cuando la amenaza se consuma. Entre los socialistas, sean miembros de la Ejecutiva o críticos, existe una amplia unanimidad en que la situación exige del PSOE una “oposición contundente”, pero sin malgastar munición.

No sólo se trata de que la moción de censura esté abocada al fracaso por la mayoría absoluta que soporta al Gobierno, como dijo a los periodistas Patxi López, porque las mociones no se presentan para ganarlas sino para desgastar al Gobierno; o que “los ciudadanos no lo entenderían ahora”, como reflexionó ante los micrófonos Guillermo Fernández Vara, porque eso se podría corregir con una adecuada campaña de explicación. El criterio mayoritario, por no decir unánime, es que la moción de censura sólo puede ser “el final de un proceso” y, en la situación actual, para ser políticamente eficaz debería presentarse como una iniciativa conjunta de toda la oposición o de la mayoría de sus grupos.

Los socialistas reconocen que aún no tienen una alternativa económica “creíble”

Por eso Rubalcaba busca fórmulas para promover una suerte de impeachment, una figura anglosajona que no existe en el parlamentarismo español, pero que se traduciría en el señalamiento de una responsabilidad directa del presidente del Gobierno en el caso Bárcenas. De hecho, la dirección socialista reconoce que baraja opciones como una interpelación que dé origen a una moción con un contenido formal de esas características o una proposición no de ley que motive al Gobierno a someterse a una moción de confianza.

Alternativas en vez de pactos

En este contexto, el secretario general de los socialistas valencianos, Tximo Puig, reclamó el sábado a la dirección del PSOE que elabore una “agenda de reacción democrática”, con un plan de medidas concretas y un calendario para su puesta en escena. Puig, al igual que otros dirigentes, opina que ya no basta con declaraciones genéricas del tipo “la democracia acaba con la corrupción o la corrupción acabará con la democracia”. Hacen falta, a su juicio, acciones concretas y un programa definido de actuaciones si no quieren que la corrupción se lleve también por delante al PSOE. En una línea similar se manifestaron el secretario general de Castilla y León, Julio Villarrubia, o el portavoz en el Parlamento Europeo, Juan Fernando López Aguilar.

Puig también puso el dedo en la llaga de otro déficit del PSOE para que pueda ser percibido como una alternativa de Gobierno, tesis igualmente compartida por otros muchos dirigentes, aunque no lo explicitaran el sábado: “Necesitamos una alternativa económica clara, precisa y creíble. No basta con decir generalidades como que vamos a subir los impuestos a los ricos”.

En este paralelo se puede inscribir también la intervención de Juan Antonio Barrio. El portavoz de la corriente Izquierda Socialista expresó su rechazo a la estrategia de pactos con el Gobierno. A su juicio, el pacto de junio para mantener una posición común en la Unión Europea sobre el empleo juvenil era insoslayable, pero ni siquiera en este ámbito caben más pactos porque en mayo habrá elecciones al Parlamento Europeo. “Si queremos recuperar la credibilidad, no podemos pedir la dimisión de Rajoy en febrero y en junio hacernos una foto sonriente con el presidente del Gobierno”, señaló.

Izquierda Socialista reclama que la Conferencia Política fije ya la fecha de las primarias

En la línea de “menos pactos y más alternativas”, de la que ha sido abanderado el madrileño Tomás Gómez y que desde fuera del Comité Federal también ha reclamado Odón Elorza, exalcalde de San Sebastián, se produjeron otras intervenciones, como la del secretario general de las Juventudes, Nino Torre. Aunque con distintos grados de rotundidad en la expresión, hay una corriente cada vez más mayoritaria que se resume en: “Tenemos que marcar y hacer que se perciban las diferencias con el PP”.

La respuesta de Rubalcaba fue que la elaboración de las alternativas, que no se construyen de la noche a la mañana, ya está en marcha con los trabajos para la Conferencia Política y que el PSOE no puede cerrarse a pactos que sean “en interés de España y de los españoles”. Eso era el sábado. El domingo, la divulgación por El Mundo del cruce de SMS entre Mariano Rajoy y Luis Bárcenas precipitó el anuncio de la ruptura de relaciones con el Gobierno.

Primarias ‘versus’ congreso extraordinario

Juan Antonio Barrio sacó también a colación en el Comité Federal otro asunto que la Ejecutiva intenta mantener hibernado: las primarias presidenciales. El portavoz de Izquierda Socialista reclamó abiertamente que la Conferencia Política de noviembre fije ya la fecha para su convocatoria, o que, al menos, establezca un tope temporal.

Barrio lo hizo expresando abiertamente su convencimiento de que, si no se celebran antes de los comicios europeos de mayo, al final no las habrá y, si se produce un nuevo hundimiento electoral o se precipitan los acontecimientos a causa del escándalo Bárcenas, se recurrirá como alternativa a la convocatoria de un congreso extraordinario. El sábado sólo lo dijo Barrio, pero son muchos los que lo creen y otros muchos los que lo sospechan. Rubalcaba calló.

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Cuando el portavoz de un Gobierno subraya que “goza de amplia estabilidad e iniciativa política”, como hizo el viernes Soraya Sáenz de Santamaría, está reconociendo que, en el mejor de los casos, están muy debilitadas (la estabilidad no es sólo aritmética). Y cuando el líder de la oposición, como hizo el sábado Alfredo Pérez Rubalcaba, reitera que no descarta presentar una moción de censura, es que esta iniciativa no está en el calendario inmediato. Esta es la traducción que puede encontrarse en las hemerotecas de esos renglones de escritura política al limón, a la que tanta tendencia tienen los dirigentes.