La Conferencia del PSOE arranca la cuenta atrás en el liderazgo de Pérez Rubalcaba

La mayoría que aupó a Alfredo Pérez Rubalcaba al liderazgo del PSOE en febrero de 2012 está hecha añicos. Así se puso de manifiesto el sábado en la Conferencia Política del PSOE que, como consecuencia de ese cambio en la correlación de fuerzas, marcó el principio del adiós de Rubalcaba y el comienzo de una nueva etapa con Andalucía como fiel de la balanza.

“Ha quedado claro que estamos ante el último tramo de Alfredo y que Susana (Díaz) se queda con todo”, coincidieron en señalar delegados de distintos territorios consultados por El Confidencial. El primero fue un juicio ampliamente compartido, mientras que el segundo lo matizaron con un “ya se verá” quienes rechazan que los socialistas andaluces puedan imponer sus criterios como si los demás territorios no contaran.

La Ejecutiva, apuntalada por el PSOE andaluz, logró impedir in extremis que el cónclave quedara totalmente sepultado por la discusión sobre la fecha de las primarias presidenciales. Pero, para lograr ese pacto, Ferraz tuvo que asumir el compromiso explícito de que se fijará, sin más dilaciones, en el próximo Comité Federal, que se celebrará el 14 de diciembre o a mediados de enero, a más tardar. Previamente, se intentará alcanzar un consenso con los barones y, si no es posible, la Ejecutiva presentará una propuesta. El segundo semestre de 2014 sigue siendo la fecha que concita más apoyo.

Tras una semana de declaraciones exigiendo que la fecha de la discordia se fijase ya en la Conferencia, en la noche del viernes hubo llamada a rebato de los secretarios de organización para echar el freno –Óscar López se reunió con los siete u ocho más influyentes y habló por teléfono con otros-. Y el cónclave tuvo el sábado sus prolegómenos en el desayuno que Rubalcaba compartió con los presidentes de Andalucía, Susana Díaz, y de Asturias, Javier Fernández, al que también asistió el primer secretario del PSC, Pere Navarro, que hoy por hoy constituyen su blindaje. Después, los cuatro defendieron al alimón que este fin de semana tocaba hablar de ideas y que “las personas vendrán luego”. Y la presidenta andaluza fue la encargada de trasladar al plenario de los delegados el sentido del pacto, para que todo el mundo lo tuviera claro: “No quiero caer en la tentación de creer que esto (la reconstrucción de una alternativa de Gobierno) son sólo las primarias, son muchas cosas más”.

"Una cuña de la misma madera”

Pero el pacto para dejar al margen del cónclave el debate sobre la fecha no logró evitar que aflorase la profunda fractura interna que se esconde bajo él, que se resume en la pérdida de confianza en el liderazgo de Rubalcaba y el temor de los barones a que los arrastre a ellos mismos a la derrota en los comicios municipales y autonómicos de 2015.

El manchego Emiliano García Page fue el más contundente: “Este fin de semana se acaban las coartadas y empieza la cuenta atrás para la renovación del liderazgo”. Y el extremeño Guillermo Fernández Vara se sumó a quienes dicen en público que Rubalcaba “ya no es el futuro del PSOE”. En esta línea se pronunció también el madrileño Tomás Gómez, quien dijo sentirse “muy acompañado” en la demanda de que las primarias se celebren sin más dilación, a comienzos del año próximo.

De las tres declaraciones, las que más inquietud provocaron entrequienes apuntalan a la Ejecutiva fueron las dos primeras. Gómez apoyó en el congreso de Sevilla la candidatura de Carmen Chacón, pero Page y Vara respaldaron a Rubalcaba, de modo que son “una cuña de su misma madera”. “Si los que conformaron la mayoría del 38 Congreso ya no apoyan a Rubalcaba, entonces no estamos en el debate sobre la fecha de las primarias, sino que estamos en otra cosa”, observaron dirigentes críticos con la actitud de estos dos barones-a Gómez, que siempre estuvo enfrente de Rubalcaba, se le reconoce su coherencia-.

Como parte de esa “cuña” se considera también al vasco Patxi López, quien al igual que Page y Vara apoyó a Rubalcaba frente a Chacón y, como el manchego, forma parte de su Ejecutiva. El vasco, de la misma forma que los otros dirigentes a los que se considera precandidatos para la primarias –Carmen Chacón y Eduardo Madina-, optó por mantener un perfil bajo. Pero su intención de competir por el liderazgo se puso de manifiesto en la incorporación de su mano derecha, Rodolfo Ares, a la ponencia en la que se discutió el modelo de primarias, que aprobó rebajar al 5% el número de avales necesarios para presentar una candidatura (entre 11.000 y 12.000 firmas) y que puedan votar en ellas los mayores de 16 años. Se trataba, como reconocieron fuentes del PSE, de “presionar sin que se note” a favor de los intereses de López. Y estos no son otros que la convocatoria inmediata de las primarias, antes de que se difume por completo el prestigio que adquirió como lehendakari.

En esta situación, Susana Díaz renovó expresamente el apoyo de Andalucía a la continuidad de Rubalcaba como secretario general, pero un apoyo condicionado: “Tiene el secretario general mi apoyo, el de Andalucía, para impulsar los cambios que el partido necesita”. Es decir, sólo le mantendrá el respaldo si el secretario general sigue una hoja de ruta acorde con sus planteamientos. Y, a diferencia de lo que ocurrió en el congreso de Sevilla, en el que los socialistas andaluces se dividieron entre Chacón y Rubalcaba, hoy se han reunificado en torno al nuevo liderazgo de la presidenta de la Junta. Su poderío fue ayer evidente en las ponencias, donde tumbaron la posibilidad de que el secretario general sea elegido por el voto directo de los militantes –se seguirá haciendo en un congreso-, y también en los pasillos.

Dos estrellas emergentes

La presidenta andaluza, para la que se reservó el turno más destacado en la inauguración de la Conferencia, marcó los carriles por los que debían transcurrir los debates con un discurso de lideresa en el que tocó todos los palos, identificando “la banderas” que el PSOE debe enarbolar para recuperar la mayoría. En el frontispicio puso la idea de “un partido reconocible, con las ideas claras y un proyecto común: España”. En este marco, “desde la discrepancia”, tendió una mano al PSC: “Os necesitamos”, dijo. Y, como condición necesaria, apeló a la unidad. Con el aplausómetro en la mano, salió más reforzada de lo que llegó, aunque para muchos su discurso tuvo más de “efectista” que de “fondo”.

En el desempeño del papel estelar, Díaz se encontró con una competencia inesperada. El sábado, muchos socialistas descubrieron al presidente de Asturias, el veterano Javier Fernández, que no sólo fue despedido –como Díaz- por los delegados puestos en pie, sino que además logró levantar de sus asientos a los cuadros socialistas en medio de su discurso, de fuerte contenido ideológico. Fue cuando afirmó que “la batalla ideológica de nuestro tiempo es el conflicto entre quienes quieren que los mercados sean libres y quienes queremos el mercado para que la gente sea libre”, y, acto seguido, explicó que “la idea de España de los socialistas es una España fraterna y solidaria, la del fondo de reserva de la Seguridad Social o el Fondo de Compensación Interterritorial, aunque no sea tan épica como la de la banderas y los himnos”.

Díaz y Fernández, Fernández y Díaz, dos socialistas de dos generaciones separadas por 25 años, fueron ayer los que al alimón devolvieron a los socialistas la confianza en que el PSOE tiene fundamentos y banquillo para volver a convertirse en una alternativa de Gobierno.

Hoy hablará Rubalcaba, y en la política, como en el juego, nadie da por perdida la partida hasta que se ha jugado la última baza.