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Tomás Gómez coquetea con presentarse a las primarias nacionales del PSOE
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Gonzalo López Alba

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Tomás Gómez coquetea con presentarse a las primarias nacionales del PSOE

Mientras sostiene en público que su única ambición es gobernar Madrid, en privado Gómez amaga con la posibilidad de encabezar una 'tercera vía' nacional

Foto: Tomás Gómez, tras la renuncia a su acta de senador. (EFE)
Tomás Gómez, tras la renuncia a su acta de senador. (EFE)

El político que asentó su liderazgo en el PSOE de Madrid diciéndole 'no' a José Luis Rodríguez Zapatero –cuando en 2010 le pidió que cediera la candidatura autonómica a Trinidad Jiménez– intenta ahora reforzar su figura como el dirigente que plantó cara y empujó a Alfredo Pérez Rubalcaba a coger la puerta de salida. Tomás Gómez, cooptado por Zapatero para revitalizar la federación madrileña tras la derrota electoral de Rafael Simancas, que fue epílogo del tamayazo, ha labrado su imagen a base de enfrentarse con los líderes nacionales de su partido, siguiendo la misma estrategia que tantos réditos electorales procuró a José Bono o a Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Hasta ahí, nada nuevo en la historia del PSOE.

Tomás Gómez sostiene en público que su única ambición es gobernar la Comunidad de Madrid, pero en privado amaga con la posibilidad de encabezar una 'tercera vía' si la disputa por el liderazgo nacional acaba polarizada entre Patxi López, que –a pesar de su distanciamiento– es visto como una opción continuista, y Carmen Chacón, la derrotada del último congreso socialista. Abanderar una tercera vía –entre el felipista José Bono y la guerrista Matilde Fernández– fue, en definitiva, lo que dio el triunfo a Zapatero en el 35º Congreso. Si se diera ese escenario –con permiso de Eduardo Madina–, Gómez podría ganar incluso perdiendo, gracias a la proyección nacional que le daría la campaña de las primarias, aunque también correría el riesgo de acabar convertido en una figura marginal dentro del PSOE, como le ocurrió a Rosa Díez.

Para una inmensa mayoría de sus compañeros no hay duda de que con su renuncia al Senado se ha rebelado, una vez más, contra Rubalcaba, no contra el PP

En estas claves internas ha sido interpretado por muchos socialistas el último desafío de Gómez a la menguada autoridad de Rubalcaba –a propósito de la inclusión en el pacto para la renovación del Consejo del Poder Judicial del juez que frenó la paralización del proceso de privatización de la sanidad madrileña–, que ha tenido como colofón su renuncia al escaño que ocupaba en el Senado. Gómez lo ha justificado como un acto de “coherencia” y de “rebeldía contra el PP”, pero para una inmensa mayoría de sus compañeros no hay duda de que, contra quien se ha rebelado, una vez más, ha sido contra Rubalcaba.

El fin de la tregua

La tregua que ambos sellaron en la primavera ha durado el mismo tiempo que Gómez ha tardado en verificar que su oferta a Rubalcaba para “remar juntos” no iba a ser correspondida desde Ferraz frenando candidaturas alternativas que le fuercen a pasar por segunda vez por un proceso de primarias para competir por la presidencia autonómica. El conflicto de intereses se extiende también a la candidatura municipal: Gómez ya ha decidido apadrinar para ese cartel a Antonio Carmona, pero el actual portavoz municipal, Jaime Lissavetzky, es el hermano del alma –personal y política-– de Rubalcaba. Después de seis años como secretario regional, Gómez controla los resortes de la organización madrileña, pero el formato de unas primarias abiertas abre para él un margen de incertidumbre.

Y así se llegó a la Conferencia Política de noviembre, en la que el dirigente madrileño intentó articular un cónclave paralelo para forzar la convocatoria de las primarias presidenciales en el primer trimestre del año próximo. Es decir, para acelerar la jubilación de Rubalcaba. Las prisas de Gómez conectan con un temor compartido por todos los que van a ser candidatos en los comicios municipales y autonómicos de 2015: que Rubalcaba los arrastre en su caída. Pero hay más.

En la Conferencia Política el dirigente madrileño intentó forzar la convocatoria de las primarias presidenciales en el primer trimestre de 2014. Es decir, acelerar la jubilación de Rubalcaba

Gómez actuó como ariete del interés territorial de otros barones en acelerar el cambio de liderazgo, planteamiento del que fue precursor el manchego Emiliano García-Page, y también del interés personal de Patxi López en presionar, 'sin que se note', para que la convocatoria se produzca antes de que se desvanezca por completo el prestigio que adquirió como lehendakari –puestos a elegir, aunque en el congreso de Sevilla apoyó a Chacón por descarte, nunca ha ocultado su predilección por López–. Pero, sobre todo, se movió en defensa de su propia estrategia.

La importancia del calendario

Si las primarias nacionales se celebraran en febrero –la opción que propugnaba y ha sido descartada–, no sólo se generaría la expectativa de que la remontada socialista pudiera comenzar en las elecciones europeas de mayo, sino que eso habría determinado un calendario interno en el que las primarias nacionales se celebrarían en todo caso antes que las autonómicas y municipales. Con este calendario, Gómez tendría la posibilidad de competir en ambas, pero si las primarias regionales se celebraran antes –como pretende Rubalcaba–, su investidura formal como candidato autonómico le impediría competir después por la candidatura presidencial.

Por lo pronto, lo que Gómez ha conseguido es granjearse la animadversión de buena parte de sus 'cocarnetarios'. A la postre, la vida interna de un partido no se distingue gran cosa de la vida en una comunidad de vecinos.

El político que asentó su liderazgo en el PSOE de Madrid diciéndole 'no' a José Luis Rodríguez Zapatero –cuando en 2010 le pidió que cediera la candidatura autonómica a Trinidad Jiménez– intenta ahora reforzar su figura como el dirigente que plantó cara y empujó a Alfredo Pérez Rubalcaba a coger la puerta de salida. Tomás Gómez, cooptado por Zapatero para revitalizar la federación madrileña tras la derrota electoral de Rafael Simancas, que fue epílogo del tamayazo, ha labrado su imagen a base de enfrentarse con los líderes nacionales de su partido, siguiendo la misma estrategia que tantos réditos electorales procuró a José Bono o a Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Hasta ahí, nada nuevo en la historia del PSOE.

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