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Las primarias eran contra Rubalcaba
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Gonzalo López Alba

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Las primarias eran contra Rubalcaba

Chacón, Tomás Gómez, Emiliano García Page… Del “si decimos primarias, hacemos primarias”, han pasado en cuestión de pocos meses a “nadie está en eso”

Foto: Pedro Sánchez y Alfredo Pérez Rubalcaba saludan a los asistentes al Congreso Extraordinario de la semana pasada. (Efe)
Pedro Sánchez y Alfredo Pérez Rubalcaba saludan a los asistentes al Congreso Extraordinario de la semana pasada. (Efe)

“Al que vence se le perdonan los más graves defectos y al que fracasa se le niegan hasta las virtudes más notorias”. (El conde-duque de Olivares. Gregorio Marañón. Espasa)

Carmen Chacón, Tomás Gómez, Emiliano García Page… De pronto, son víctimas de lo que Javier Fernández llamó “amnesia poscongresual”. Del “si decimos primarias, hacemos primarias”, han pasado en cuestión de pocos meses a “nadie está en eso”, como argumentó la exministra de Defensa antes de asistir el lunes a la primera reunión de la nueva Ejecutiva del PSOE encabezada por Pedro Sánchez.

El tiempo ha acabado dando la razón a Alfredo Pérez Rubalcaba. La exigencia de primarias abiertas, que los delegados socialistas aprobaron en el congreso de Sevilla sin plena conciencia, fue instrumentalizada como un ariete para derribar a Rubalcaba. Rubalcaba ya no está, pero la necesidad que tiene el PSOE de abrirse a la sociedad permanece intacta y las primarias abiertas han entrado en el baúl de los recuerdos.

Los tres mencionados dirigentes –la lista es mucho más larga– han encontrado refugio en la nueva dirección socialista, con mandato hasta después de las próximas elecciones generales. Chacón, tras haberse quedado sin plataforma política después de su renuncia al escaño en el Congreso, recupera espacio político como secretaria de Política Internacional –uno de los pocos nombramientos que se acomoda al diseño de la Ejecutiva como “gobierno en la sombra”–.

Fuentes próximas al nuevo secretario general opinan que Chacón, que derivó la mayoría de sus apoyos hacia la candidatura de Sánchez, no competirá con él en unas hipotéticas primarias abiertas –que previsiblemente se convocaran para que no se celebren por falta de candidatura alternativa–. La ex ministra sabe que tendría muy difícil ahora competir con un secretario general electo por el voto de los militantes y en un contexto de exigencia de cierre de filas. Pero Chacón, que ha visto cuánto de voluble tiene la política actual, se reserva sus cartas.

“Amnesia poscongresual”

El pacto entre Sánchez y Gómez es un ejemplo de cómo las enemistades irreconciliables en política pueden devenir en alianzas y viceversa. Sánchez se empleó a fondo cuando Trinidad Jiménez le disputó la candidatura electoral a Gómez, pero al secretario general de Madrid se le mueve el suelo bajo los pies. Si pierde las elecciones autonómicas, buscara dar el salto a la política nacional y ser miembro de la Ejecutiva es como llevar un salvavidas debajo del brazo.

Sánchez llevará al Comité Federal la revisión del acuerdo que preveía la celebración en noviembre de las primarias. La coincidencia con la Diada, aunque todos los años se celebra en la misma fecha, dará cobertura inmediata al argumento de que el PSOE debe concentrar todas sus fuerzas en preparar las elecciones municipales y autonómicas, que tendrán lugar en fecha prevista desde hace cuatro años. Buscar argumentos en el calendario son excusas de mal pagador porque ninguna de esas citas ha sido sobrevenida.

Más peso real tiene el convencimiento de Pedro Sánchez y su equipo de que someterse ahora a unas primarias podría transmitir la imagen de que se siente débil, a pesar de su aplastante victoria en el congreso extraordinario, y busca por ello un reválida en el voto abierto a los ciudadanos. Y, llegados a este punto, su mejor coartada es que nadie se lo pide.

Sólo un dirigente, que paradójicamente nunca tuvo querencia por este procedimiento, pero que llamativamente es el único que por ahora gana elecciones, el asturiano Javier Fernández, se ha atrevido a recordar públicamente al secretario general el compromiso asumido por su partido. Lo ha hecho por coherencia y porque cree que los compromisos se asumen para cumplirlos, pero Fernández no va a convertirse en un Pepito Grillo defendiendo algo en lo que no cree. Y antes que él se replegó el extremeño Guillermo Fernández Vara, no queriendo convertirse tampoco en un Jeremías.

El valor de la palabra dada

Escrito está que las primarias abiertas no son una panacea y suponen una americanización del modelo clásico de los partidos europeos en países que no son constitucionalmente presidencialistas, aunque sí lo sean en la práctica política cotidiana, como ocurre con España. Y sabido es que no siempre se utilizan como método de elección abierta del líder, sino que las primarias también sirven para jugar a “colocado”, como se ha visto con la candidatura de José Antonio Pérez Tapias, que logró revitalizar la corriente Izquierda Socialista.

Pero todo esto era sabido antes de comprometerlo y, por más que se alegue que ahora “nadie está en eso”, a nadie le importaría que el PSOE perdiera unas semanas más o un mes en organizar y celebrar esas primarias abiertas después de dos años y medio practicando el “juego de tronos”.

Lo prometido es deuda.

“Al que vence se le perdonan los más graves defectos y al que fracasa se le niegan hasta las virtudes más notorias”. (El conde-duque de Olivares. Gregorio Marañón. Espasa)

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