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Los dos partidos que hay en el PSOE
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Gonzalo López Alba

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Los dos partidos que hay en el PSOE

“En el PSOE, ahora mismo, hay dos partidos”. Esta frase de un dirigente ya veterano resume uno de los grandes desafíos que ha de afrontar Pedro Sánchez

Foto: Pedro Sánchez posa con la nueva Ejecutiva Federal del PSOE. (Efe)
Pedro Sánchez posa con la nueva Ejecutiva Federal del PSOE. (Efe)

“En el PSOE, ahora mismo, hay dos partidos”. Esta frase de un dirigente ya veterano resume uno de los grandes desafíos que ha de afrontar Pedro Sánchez como secretario general. Pero la frase resulta equívoca fuera de contexto. No se refiere a diferencias ideológicas ni a una ruptura entre las fracciones que pelearon por el liderazgo en el congreso extraordinario de hace quince días, aunque también aquí tendrá que usar aguja e hilo para suturar lo que los derrotados juzgan “falta de integración” en la Ejecutiva, que en septiembre pasará la prueba de fuego con la reordenación del grupo parlamentario. Alude a una división de índole generacional y de percepción de sus opciones de recuperar el Gobierno.

Entre los dirigentes y cuadros del partido se aprecia una clara línea divisoria entre los mayores y los menores de 50 años. Aunque no son bloques homogéneos, entre los primeros predomina el “escepticismo” ante la nueva etapa que se inauguró con la elección del diputado madrileño, mientras que entre los segundos prima “la ilusión”.

La actitud de los primeros se refleja en una frase que desde hace años viene repitiendo Felipe González: “Sigo siendo militante del PSOE, pero cada vez simpatizo menos”. En este grupo está bastante extendido el pronóstico de que el PP volverá a ganar las próximas elecciones generales, con dos argumentos principales: la recuperación económica de la que alardea el Gobierno podría percibirse de forma más clara por los ciudadanos dentro de un año y el escándalo del fraude millonario y continuado de Jordi Pujol ha sido un terremoto que puede ayudar a frenar la deriva soberanista de Cataluña, dando la razón a la “estrategia de resistir” de Mariano Rajoy. Y, sobre todo, la hegemonía del PSOE en la izquierda española nunca había estado tan en cuestión desde que las primeras elecciones democráticas echaron por tierra la presunción de que la primacía correspondía al PCE.

Entre los menores de cincuenta, por el contrario, es mayoritario el análisis de que “perdimos dos años y medio con Rubalcaba” y, en parte, atribuyen a este absentismo la eclosión de Podemos. La mayoría tampoco se siente responsable de “la herencia” económica de José Luis Rodríguez Zapatero -sí de los avances en derechos y libertades- y se siente capacitada para imprimir un cambio que les permita recuperar el apoyo de la mayoría social, sin miedo al cuerpo a cuerpo con Podemos. Un factor clave en su análisis, que por lo demás ya hacía Alfredo Pérez Rubalcaba cuando echaba cuentas, es que, aunque el PP vuelva a ser el primer partido, perderá la mayoría absoluta y el PSOE estará en mejores condiciones para tejer alianzas.

Un reflejo de la división entre su electorado

La quiebra generacional en el PSOE tiene su reflejo en la de su electorado, o, con más probabilidad, a la viceversa. Según el último barómetro del CIS, los socialistas sólo aventajan al PP en intención directa de voto en el tramo de edad de entre 18 y 24 años, empatan o están prácticamente empatados -cuatro décimas de diferencia- entre los votantes de 25 a 44 años, y pierden claramente en el resto, de manera especialmente contundente entre quienes tienen de 45 a 54 años y entre los mayores de 65. De forma llamativa, sólo entre los mayores de 55 mantienen una amplia ventaja frente a Podemos, que se impone en el resto de los tramos de edad a las demás fuerzas de la izquierda.

La diferente percepción que tienen las distintas generaciones dirigentes, lejos de ser un hecho inédito, es un fenómeno repetitivo a través de los tiempos. Ya se puso de manifiesto cuando, en 2002, dos años después de que hubiera asumido la secretaría general, González cuestionó -en un acto en el que por primera vez compartieron mesa pública- que Zapatero tuviera “un proyecto”. Dos años después, también públicamente, reconoció que se había “equivocado”.

Aunque se ha impuesto la versión de que Zapatero hizo tabla rasa de la vieja guardia, no es cierto. En su primera Ejecutiva, que él sí pudo hacer reducida -25 miembros en total-, el núcleo duro estuvo configurado por los promotores de Nueva Vía, el grupo que encabezó, con las únicas excepciones de Manuel Chaves, que además de ocupar la presidencia situó a dos peones de su confianza, Isabel Pozuelo y Micaela Navarro, entonces como secretaria de Igualdad, y de Nicolás Redondo Terreros, que no tardó en dimitir. Pero la práctica totalidad de las diez vocalías que completaban la dirección fueron ocupadas por dirigentes de lo que podría llamarse la última generación felipista o la primera posfelipista, como José Montilla, Marcelino Iglesias, Lentxu Rubial o Emilio Pérez Touriño.

Un esquema similar ha aplicado ahora Pedro Sánchez, aunque ha gozado de mucho menos margen de maniobra que Zapatero y tuvo que ampliar la Ejecutiva hasta 38 miembros. Ahora como entonces, el núcleo duro está configurado mayoritariamente por quienes apoyaron su candidatura y son de su generación. De los diez dirigentes que forman el primer círculo del secretario general, incluido el futuro portavoz parlamentario, Antonio Hernando, siete nacieron en los años setenta -como el propio Sánchez- e incluso uno en 1980, César Luena, que con 33 años se ha convertido en el número dos. Sólo dos, Hernando y Mari Luz Rodríguez, secretaria de Empleo, nacieron a mediados de los sesenta. Pero entre quienes tienen atribuido un papel especial por su condición de barones o de representantes de sus territorios, aparece una importante representación de las generaciones de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, como Micaela Navarro, Patxi López, Tximo Puig, Pedro Zerolo o Antonio Pradas. El más joven, con 28 años, es Noemí Cruz, secretaria de Cooperación para el Desarrollo.

Punto y aparte con los gobiernos socialistas

El auténtico corte se ha producido en el hecho de que en la nueva dirección no hay nadie que hubiera sido ministro con Felipe González y sólo uno de sus miembros, Carmen Chacón, secretaria de Relaciones Internacionales, lo fue con Zapatero. Y, si se baja en el escalafón, sólo otra persona, Mari Luz Rodríguez, fue alto cargo -secretaria de Estado- durante el mandato del último presidente socialista.

Si llevaban razón los jóvenes o los mayores lo determinará el tiempo, porque, como escribió Stefan Zweig (María Estuardo. Acantilado), “en política, los únicos que no tienen razón son los vencidos”.

“En el PSOE, ahora mismo, hay dos partidos”. Esta frase de un dirigente ya veterano resume uno de los grandes desafíos que ha de afrontar Pedro Sánchez como secretario general. Pero la frase resulta equívoca fuera de contexto. No se refiere a diferencias ideológicas ni a una ruptura entre las fracciones que pelearon por el liderazgo en el congreso extraordinario de hace quince días, aunque también aquí tendrá que usar aguja e hilo para suturar lo que los derrotados juzgan “falta de integración” en la Ejecutiva, que en septiembre pasará la prueba de fuego con la reordenación del grupo parlamentario. Alude a una división de índole generacional y de percepción de sus opciones de recuperar el Gobierno.

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