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Gómez, entre dos tranvías: el de Parla y el de Podemos
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Gonzalo López Alba

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Gómez, entre dos tranvías: el de Parla y el de Podemos

“No hay plan B ni plan C. El plan A es Tomás, el B es Tomás y el C también es Tomás”, dice un colaborador de Pedro Sánchez en referencia a Tomás Gómez

Foto: Tomás Gómez (i) y Pedro Sánchez. (Efe)
Tomás Gómez (i) y Pedro Sánchez. (Efe)

“No hay plan B ni plan C. El plan A es Tomás, el B es Tomás y el C también es Tomás”. Con esta contundencia se manifestaba hace pocos días un estrecho colaborador del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ante la posibilidad de que el tranvía de Parla acabe atropellando al exalcalde de esta ciudad madrileña y obligue a reconsiderar su candidatura a la presidencia del gobierno regional en las elecciones de mayo.

En realidad, y aunque bajo siete candados, diversas fuentes han confirmado que sí se manejan algunos nombres alternativos, pero lo que la dirección federal intenta trasladar con aquella declaración es que, salvo que, como ha solicitado el fiscal, haya una imputación judicial, suya o de todos los concejales que aprobaron los sobrecostes presupuestarios, Tomás Gómez seguirá contando con todo el apoyo de la Ejecutiva federal, entre otras razones, no menores, porque es uno de sus miembros.

Aunque la investigación viene de lejos, los tiempos judiciales han vuelto a poner el foco sobre Gómez en el peor momento, a escasos meses de una cita electoral en la que –paradojas del destino– los que fueron enemigos irreconciliables se juegan a la par y de la mano su futuro político.

Sánchez, que en 2010 fue, junto con Antonio Hernando, ahora portavoz en el Congreso de los Diputados, el ariete utilizado por José Luis Rodríguez Zapatero y José Blanco para intentar sustituir a Gómez por Trinidad Jiménez, recibió un apoyo importante del secretario general de Madrid en la conjura final del expresidente con Susana Díaz y otros barones para cortar el paso a Eduardo Madina con su candidatura.

Ahora, Sánchez tiene varios cadáveres políticos en su Ejecutiva y uno de ellos, salvo que se produzca una carambola electoral a varias bandas, es el secretario general de los socialistas madrileños. Pero unos no hacen ruido, como el navarro Roberto Jiménez, y otros todavía arrastran cadenas.

‘Fuego amigo’

Gómez recibió el viernes una fuerte andanada de fuego amigo, aunque él siempre se ha considerado maltratado por El País. El diario incluyó al candidato madrileño en las páginas de su edición nacional dedicadas a la corrupción, con un titular demoledor: “Los jueces desmontan la defensa de Gómez en el caso de Parla”. En los destacados, el texto explicaba que el líder socialista “endosó la culpa al Gobierno regional”, pero la Comunidad de Madrid “no ostenta competencia”, según un auto del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.

El PSOE madrileño no reaccionó hasta pasadas las doce del mediodía y lo hizo con una “nota aclaratoria” que arranca matando al mensajero al intentar restar credibilidad a esa información enfatizando que “no es una primicia” porque ya lo había publicado Abc en septiembre. Y, a continuación, advierte de que de los seis puntos de los que consta el comunicado, es al 6º al que los periodistas han de prestar “atención”. En el sexto, el de Parla reacciona pidiendo que “se eche un vistazo” a la concesión del tranvía de Boadilla.

A Gómez se le han requerido explicaciones en Ferraz y sus interlocutores han dado por buena su versión: él está limpio. A darle crédito contribuye el hecho de que el fiscal haya pedido la imputación de todos los concejales de su equipo, pero no la suya porque el día en que se aprobó la modificación presupuestaria para afrontar los sobrecostes del proyecto estaba ausente “por causas justificadas”.

En todo caso, los más fieles a Sánchez alegan que el secretario general “se vio obligado a corresponder” al apoyo que había recibido del madrileño para conquistar la secretaría general del partido incorporándolo a su Ejecutiva, al igual que a otros secretarios regionales. Al mismo tiempo, con tono eufemístico, reconocen haber tenido “mala suerte con algunos candidatos”.

Los negros augurios electorales

En el PSOE se da por hecho que, en el mejor de los casos, en Madrid quedará en tercera posición, por detrás de Podemos, si es que no cae hasta la cuarta.

En 2011, y por tanto antes de la irrupción de Podemos, aunque también antes de la sustitución de Esperanza Aguirre por Ignacio González, la candidatura de Gómez quedó en segundo lugar, con 786.297 votos, equivalentes al 26,27%, que se tradujeron en 36 escaños sobre un total de 129. En los anteriores comicios autonómicos, celebrados en 2007, los socialistas habían obtenido 1.002.862 votos, equivalentes al 33,57%, que se tradujeron en 42 escaños sobre un total de 120. En las elecciones europeas de este año, la caída fue hasta el 18,94% –419.022 votos–.

Ante estos negros augurios, los críticos hace ya tiempo que dan por políticamente muerto a Gómez, pero nadie quiere dar ahora un paso adelante y cargar con el fracaso. Así que las armas se velan para el día después.

Históricamente, cada vez que en Madrid se ha cambiado de líder, el relevo se ha muñido en y desde Ferraz. Allí habita ahora José Cepeda, el heredero del acostismo –el guerrismo madrileño– que, cuando no ha tenido el control, ha venido siendo el fiel de la balanza en la federación madrileña. Y, aunque ya no está en la Ejecutiva, por los entornos de Ferraz se mueve también el antecesor de Gómez, Rafael Simancas, ahora coordinador de las fundaciones del PSOE y director adjunto de la Pablo Iglesias.

“No hay plan B ni plan C. El plan A es Tomás, el B es Tomás y el C también es Tomás”. Con esta contundencia se manifestaba hace pocos días un estrecho colaborador del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ante la posibilidad de que el tranvía de Parla acabe atropellando al exalcalde de esta ciudad madrileña y obligue a reconsiderar su candidatura a la presidencia del gobierno regional en las elecciones de mayo.

Pedro Sánchez Tomás Gómez