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El ganapierde de Susana Díaz
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Gonzalo López Alba

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El ganapierde de Susana Díaz

Llevaba tanto tiempo el PSOE sin conjugar el verbo “ganar” que, en la sede de su dirección federal, no había lugar este domingo para otra cosa

Foto: Ilustración: Raúl Arias.
Ilustración: Raúl Arias.

Llevaba tanto tiempo el PSOE sin conjugar el verbo “ganar” que, en la sede de su dirección federal, no había lugar este domingo para otra cosa que no fuera la celebración del resultado de las elecciones en Andalucía, aunque se trata de un ganapierde porque los socialistas no mejoran su representación parlamentaria y se enfrentarán a más dificultades para la estabilidad del Gobierno, que sólo podría garantizar Ciudadanos si Susana Díaz mantiene su compromiso de no pactar con PP ni con Podemos. Y es que, como le advirtieron algunos veteranos a los que no hizo caso, los anticipos electorales los carga el diablo.

No ganaban los socialistas unas elecciones que excedan el ámbito local desde que, en marzo de 2012, lo hicieron en Asturias de la mano del actual presidente del Principado, Javier Fernández. Desde el domingo, hay dos “ganadores” en sus filas, aunque tras los comicios de mayo ese cartel puede quedar exclusivamente en manos de Susana Díaz, que, al imponerse en su primera cita ante las urnas como candidata, se ha desembarazado del estigma político de haber llegado a la presidencia de la Junta de Andalucía por designación testamentaria de su predecesor, José Antonio Griñán.

El PSOE gana con uno de los peores resultados de su historia y el Gobierno andaluz necesitará aliados

La noche del domingo fue de festejo –el vestíbulo de Ferraz volvió a llenarse con militantes– y a él se apuntó la dirección que encabeza Pedro Sánchez, aunque su participación en la campaña andaluza se redujo al mínimo, con dos únicos actos de acompañamiento a Díaz, por expreso deseo de la candidata. Sánchez no ha dudado un instante en suscribir la tesis esgrimida internamente por Díaz para el adelanto electoral: una victoria en Andalucía puede marcar el comienzo de “un nuevo ciclo político” protagonizado por los socialistas. Esa es su esperanza.

La letra pequeña de los resultados

La letra pequeña de los resultados comenzará a leerse oficialmente hoy, cuando se reúne la Ejecutiva federal. Y la letra pequeña no es tan brillante como el titular grande de la –por fin– victoria. El PSOE recupera la condición de primera fuerza en Andalucía, pero ni alcanza la mayoría absoluta ni mejora los resultados de 2012. Por tanto, Díaz ha fracasado en el objetivo que alegó para el anticipo electoral: conseguir una mayoría más amplia para no tener que depender de pactos ni alianzas.

Al filo de las nueve de la noche, cuando solo se conocía el sondeo de Canal Sur, que atribuía al PSOE una pírrica victoria con entre 41 y 44 escaños, miembros del equipo de Sánchez ya empezaron a preparar el terreno en la sala de prensa. “Pasar de ser la segunda fuerza a ser la primera, a gran distancia de la segunda, es un éxito”, decían a esa hora, cuando las primeras israelitas tampoco les daban bien. Con este temor en el cuerpo, el resultado final disparó la alegría.

El obtenido por Díaz es el segundo peor resultado histórico en escaños (dos más que en 1994, con Manuel Chaves de candidato, y los mismos que en 2012, con Griñán). En porcentaje de votos (35,43%) es el peor registro, que hasta ahora estaba en el 38,71% de Chaves en 1994; y en votos totales (1.408.045 con el 99,9% escrutado), mejora los resultados de 1994 y 1996 (1,3 millones), pero empeora los de Griñán (1.527.923).

El domingo ningún dirigente socialista quería recordar estos datos. Hubiera sido como prestarse a estropear la fiesta. La referencia eran las anteriores elecciones autonómicas, con Griñán de candidato. Aunque logró conservar el gobierno autonómico gracias a su alianza con Izquierda Unida, entonces el PSOE perdió las elecciones. El domingo 22 de marzo volvió a ganar.

El ganapierde de Susana Díaz

La victoria andaluza ha sido un ganapierde para Susana Díaz, cuyo desenlace habrá de esperar. La lógica de la campaña, en la que ha ido de más a menos, la ha obligado a asumir el compromiso público de quedarse en Andalucía y, aunque haya negado que su afirmación sea el fruto de conversaciones con ella, Felipe González, que no habla a humo de paja ni está de “oyente”, ha pronosticado que así será.

Pero, que así sea, no implica, como la propia Díaz se ha encargado de reiterar durante la campaña, que vaya a apoyar a Pedro Sánchez como candidato presidencial para las elecciones generales. El secretario general intentó, sin éxito, arrancarle un compromiso cuando le planteó públicamente, en el acto que compartieron en Almería, forjar “tú y yo una nueva alianza con el resto de España, con gobiernos socialistas en San Telmo y la Moncloa”.

Díaz devuelve al PSOE a la primera posición pero fracasa al buscar una mayoría absoluta

La respuesta de Díaz no sólo fue llamarse a andana para desentenderse de ese contrato, sino, además, afirmar su autonomía frente a la dirección federal a la hora de establecer pactos, algo que, con los estatutos en la mano (artículo 35. i), corresponde al Comité Federal. Lo que se decida en Andalucía marcará tendencia y todos lo saben. Hay un consenso genérico en distanciarse del PP y evitar todo lo posible a Podemos, lo que, a priori, reduce los socios posibles a una menguante e insuficiente Izquierda Unida, fagocitada por el partido de Pablo Iglesias, y a Ciudadanos, cuyo resultado en Andalucía (al borde del 10%) avala los pronósticos demoscópicos que sitúan a la fuerza de Albert Rivera como cuarto en discordia para los comicios generales, en un escenario de práctico empate técnico con PP, PSOE y Podemos.

El impacto nacional de Andalucía

En todo caso, el PSOE andaluz sale reforzado dentro del PSOE. El mensaje que emitió el domingo a toda la organización es que el PP se hunde y Podemos no es un adversario imbatible, ni la alianza con ellos insoslayable para gobernar. Su victoria confirma la fortaleza socialista en el que históricamente ha sido su principal caladero de votos y donde gobierna de forma ininterrumpida desde 1982, y que la frontera de Despeñaperros sigue siendo infranqueable para la derecha. Andalucía es la única comunidad en la que no ha cambiado el color del gobierno en todo el periodo democrático.

placeholder Cierre de campaña de Ciudadanos. (Efe)

El dato no es menor en clave nacional porque se trata del territorio que aporta más diputados al Congreso (60) y también al Grupo parlamentario Socialista (25). Así pues, el pilar de la representación socialista se mantiene firme, pero la resistencia andaluza no basta para compensar el hundimiento en Cataluña, donde el PSC camina hacia un posición testimonial, y la insuficiente recuperación en la Comunidad Valenciana, el otro vértice del triángulo en el que, cuando la ha habido, se ha asentado la hegemonía socialista. No obstante, el PSOE confía en quebrar el “romboide popular”, que, con Madrid como eje, ha tenido como ángulos Castilla y León más Galicia y la misma Comunidad Valenciana con Murcia, territorios donde se eligen 117 diputados, el 33,42% del Congreso.

Por eso, las opciones de supervivencia de Sánchez pasan en gran medida por lo que en mayo suceda en Madrid y en la Comunidad Valenciana. Díaz, mientras tanto, se ha afianzado en el mirador de la Giralda, al que, ahora sí, se ha encaramado por su propia fuerza. Y, en esta situación, la victoria del PSOE en Andalucía puede ser el trampolín que catapulte a Sánchez o la tabla que lo hunda.

Llevaba tanto tiempo el PSOE sin conjugar el verbo “ganar” que, en la sede de su dirección federal, no había lugar este domingo para otra cosa que no fuera la celebración del resultado de las elecciones en Andalucía, aunque se trata de un ganapierde porque los socialistas no mejoran su representación parlamentaria y se enfrentarán a más dificultades para la estabilidad del Gobierno, que sólo podría garantizar Ciudadanos si Susana Díaz mantiene su compromiso de no pactar con PP ni con Podemos. Y es que, como le advirtieron algunos veteranos a los que no hizo caso, los anticipos electorales los carga el diablo.

Susana Díaz Pedro Sánchez