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A los candidatos del PSOE no les llega la camisa al cuerpo
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Gonzalo López Alba

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A los candidatos del PSOE no les llega la camisa al cuerpo

Si los socialistas no logran avanzar en la reconquista del poder territorial, para sobrevivir Pedro Sánchez tendrá que aplicar “la cirugía madrileña” con los barones que fracasen

Foto: Pedro Sánchez, junto a los candidatos a la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo, y al Ayuntamiento de Madrid, Antonio Miguel Carmona, en el inicio de campaña electoral. (EFE)
Pedro Sánchez, junto a los candidatos a la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo, y al Ayuntamiento de Madrid, Antonio Miguel Carmona, en el inicio de campaña electoral. (EFE)

El tacticismo con el que están actuando todos los partidos políticos, tanto los tradicionales como los de nuevo cuño, podría conducir tras las elecciones del 24-M a una situación de vacío de poder que se prolongue durante meses en muchos territorios. Si Andalucía está sirviendo de laboratorio para la nueva política, que pasa por una cultura de pactos apenas explorada en España, no resulta descabellado pensar que el mismo escenario “surrealista”, en palabras de Susana Díaz, se reproduzca en las demás comunidades autónomas hasta las elecciones generales.

La llave la tiene Ciudadanos, que no ha querido permitir ahora la investidura de Díaz para no regalar al PP la munición de campaña de que “se entrega al PSOE”. Después del 24-M, tendrá que decidir si adopta la misma estrategia en relación con el PP o si retoma su planteamiento original de permitir que en cada lugar gobierne la lista más votada.

Si opta por repetir la táctica andaluza, el vacío de poder no se produciría en los ayuntamientos, porque la ley establece que, si no hay mayoría absoluta en la votación del pleno municipal, es designado alcalde el candidato de la lista más votada y, en caso de empate, se resuelve por sorteo. Pero sí podría darse en muchas comunidades autónomas. Los plazos y procedimientos son dispares porque están regulados en cada estatuto, pero el verano está de por medio para todos y para todos los barones territoriales están también a la vuelta de la esquina los comicios generales, de modo que nadie tendrá muchos alicientes para precipitarse con pactos.

La ‘Operación Roca II’

Para muchos, la posición adoptada por Rivera en Andalucía ha sido su primer gran error porque facilitar ahora la constitución de un gobierno socialista allí le daría argumentos para posibilitar después la formación de gobiernos ‘populares’ y consolidarse como el gran partido del centro político, pero Albert Rivera mira a la Moncloa.

Este cambio de horizontes del líder de Ciudadanos ha trastocado el tablero del que tanto le gusta a hablar a Pablo Iglesias porque, quien originalmente solo aspiraba a la presidencia de la Generalitat de Cataluña, protagoniza ahora –con mejor articulación y más posibilidades de éxito– la Operación Roca II, el intento encabezado a comienzos de los ochenta por el entonces portavoz parlamentario de CiU, Miquel Roca, de crear una gran formación centrista (el Partido Reformista Democrático) que ocupara el espacio dejado huérfano por la autoliquidación de la UCD y que, por primera vez, llevara a un catalán a la presidencia del Gobierno de España para acabar con la secular dicotomía entre lo catalán y lo español.

El tacticismo podría dejar los nuevos gobiernos autonómicos en un limbo, hasta las generales, que Rajoy puede adelantar para frenar el avance de C's

Así, ha empezado a cobrar fuerza la hipótesis apuntada en varias ocasiones en este blog de que Mariano Rajoy convoque los comicios generales para septiembre, la fecha prevista por Artur Mas para llamar a los catalanes a unas “elecciones plebiscitarias”. Ya no solo, aunque también, se trataría de diluir un secesionismo a la baja, sino que el objetivo prioritario sería impedir que Rivera siga creciendo como “la alternativa de centro” con un éxito en Cataluña previo a las generales, que estaría precedido por una fuerte implantación de Ciudadanos en otros territorios claves como Andalucía, Valencia y Madrid, donde no se descarta que dé “la gran sorpresa” del 24-M.

Ciudadanos se ha convertido en el enemigo común del PP y del PSOE, al que va a dejar en las raspas en Cataluña –el segundo gran granero electoral de los socialistas– porque ha sabido ocupar el carril central de la autopista que abrió Podemos al introducir una cuña en el régimen bipartidista. Con el PP virando a su derecha y el PSOE podemizándose por temor a perder la primacía de la izquierda, Rivera circula a todo trapo por el único carril descongestionado ante la incomprensible renuncia de los dos grandes partidos a llevar la contienda a ese territorio.

A diferencia de Iglesias, Rivera no suscita rechazo. Incluso cuando plantea propuestas que perjudicarían notablemente a los más desfavorecidos, como subir el IVA para el pan y las sillas de ruedas, hasta en la izquierda se le reconoce que “al menos hace propuestas” y, aunque discrepen de su contenido, reconocen que tras planteamientos de esta naturaleza se percibe que tiene “sustancia y fundamento político” porque intentan dar respuesta a uno de los grandes debates del momento en toda Europa: si la redistribución ha de hacerse por la vía de los ingresos o del gasto. “Cuando te sientas con él en una mesa, aunque no compartas lo que dice, te levantas seducido”, confiesa un exdirigente del PSOE crítico con Pedro Sánchez, de quien hasta en sus propias filas hacen un juicio inverso.

El espejismo del CIS

La encuesta preelectoral del CIS ha desatado la euforia en Ferraz, pero hay muchos elementos para pensar que puede ser un mero espejismo. Para empezar, su método “presencial” de recogida de datos hace que una mayoría de los encuestados no pertenezcan a la población activa (parados, amas de casa, jubilados…), lo que ya introduce un sesgo que favorece la sobrerrepresentación de PP y PSOE, en detrimento de Ciudadanos y Podemos. Pero, aunque no fuera así, los sondeos coinciden en que en la práctica totalidad de las autonomías PP y Ciudadanos sumarían mayoría absoluta, de modo que a los que van a ser candidatos del PSOE el 24-M no les llega la camisa al cuerpo. Y, para terminar, la estimación de voto que le atribuye el CIS ante unas elecciones generales mejora en 1,3 puntos el resultado de las europeas, pero supondría un retroceso de 4,5 puntos respecto al obtenido en 2011 con Alfredo Pérez Rubalcaba.

El PP tiene el lastre de la corrupción y un as en la manga para las generales: sustituir a Rajoy por otro candidato

Prueba de la inquietud que domina a los candidatos socialistas y del cuestionamiento interno de Sánchez es la actitud crítica que muchos mantienen ante el eslogan de campaña impuesto por Ferraz: “Gobernar para la mayoría”. La justificación oficial es que refuerza el mensaje que repite machaconamente Sánchez: “el PP gobierna para una minoría”. Pero es que el PSOE siempre ha dicho que es el partido que “gobierna para todos”.

Si el 24-M se cumplen los peores pronósticos para el PSOE, Sánchez se verá abocado para sobrevivir a ejecutar en muchos territorios una operación relámpago de “cirugía madrileña”, donde el partido sigue regido por una gestora. Si no logran conquistar la presidencia de los gobiernos regionales, será el final político para secretarios regionales como Guillermo Fernández Vara (Extremadura), Ximo Puig (Comunidad Valenciana) o Javier Lambán (Aragón), y puede serlo también para otros como Rafael González Tovar (Murcia) e incluso para Emiliano García Page (Castilla-La Mancha). Asimismo, podría serlo para Javier Fernández si no consigue formar de nuevo gobierno en Asturias y es seguro que la candidatura de Miquel Iceta en las autonómicas de Cataluña será la última página de un libro que en la práctica ya ha llegado al fin.

Así, es de presumir que Sánchez ya haya diseñado una posible operación de esta naturaleza, y no solo por su empeño en ser el candidato presidencial. Allí donde obtengan buenos resultados los secretarios regionales, que también son los candidatos autonómicos en la mayoría de los casos, podrán plantear una negociación global de pactos que abarque todos sus ámbitos territoriales, pero donde no sea así es más que probable que los candidatos municipales actúen como el ejército de Pancho Villa.

La encuesta del CIS también puede ser un espejismo para el PP, una distorsión perceptiva acentuada en su caso por la mayoría absoluta conquistada contra todos los pronósticos por el conservador David Cameron en Reino Unido. Es la prueba de que, ante un escenario de incertidumbre y desconcierto, la gente puede preferir “lo malo conocido” y, por tanto, gobernar la crisis no lleva aparejado inevitablemente la pérdida del poder. Pero la derecha española tiene un lastre que no tenía Cameron, la corrupción rampante, y también un as en la manga: sustituir al abrasado Rajoy por otro candidato.

El tacticismo con el que están actuando todos los partidos políticos, tanto los tradicionales como los de nuevo cuño, podría conducir tras las elecciones del 24-M a una situación de vacío de poder que se prolongue durante meses en muchos territorios. Si Andalucía está sirviendo de laboratorio para la nueva política, que pasa por una cultura de pactos apenas explorada en España, no resulta descabellado pensar que el mismo escenario “surrealista”, en palabras de Susana Díaz, se reproduzca en las demás comunidades autónomas hasta las elecciones generales.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy