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La revolución necesaria en el liderazgo del PSOE
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Gonzalo López Alba

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La revolución necesaria en el liderazgo del PSOE

El problema de liderazgo de los socialistas no es de personas, sino de ideas

Foto: Pedro Sánchez y Susana Díaz, durante su mitin de precampaña en Jaén, el pasado 22 de noviembre. (EFE)
Pedro Sánchez y Susana Díaz, durante su mitin de precampaña en Jaén, el pasado 22 de noviembre. (EFE)

Sostiene José Andrés Torres Mora, junto con muchos otros, que la izquierda europea tiene un déficit de liderazgo. Pero, a diferencia de otros, el sociólogo y diputado electo del PSOE por Málaga pone el acento en que “no es un problema de personas, sino de ideas” ('El día que el triunfo alcancemos', Turpial). La reflexión, publicada antes de las elecciones generales, se acomoda como un espejo a la guerra desatada en su partido para abreviar el mandato del maniatado Pedro Sánchez, que sigue buscando a la desesperada apoyos para su resistencia numantina sabiendo que la tregua de la que disfruta está cosida con alfileres.

Añade Torres Mora: “Es fácil pedir fe ciega en el mando cuando piensas que tu causa es una verdad científica. Entonces, la gente, tus propios compañeros, son solo instrumentos, números. Pero la historia no milita en las filas de ningún partido y la política no trata de verdades científicas y necesarias, sino de la libertad y de la incertidumbre (…). Los dirigentes políticos -de la izquierda o de la derecha, da lo mismo- deberemos ser conscientes de que los militantes de los partidos no son ni soldados espartanos ni obreros fordistas, sino ciudadanos. Esa es la revolución del liderazgo que necesitamos: la de unos líderes respetuosos con la inteligencia y la libertad de sus ciudadanos”.

Choca con la inteligencia de los ciudadanos que los dos principales referentes públicos del PSOE, al que las elecciones situaron como primera fuerza de la oposición parlamentaria, se estén acuchillando por un quítate tú para ponerme yo. Sánchez ha interiorizado que en política, resistir es vencer. Pero al final de la resistencia puede que solo queden muertos, heridos y cascotes. Entonces, ¿para qué habrá servido la resistencia?, ¿para qué habrá servido la victoria? Para la causa de los que el 20-D confiaron su representación a los candidatos socialistas dará lo mismo. Podrán cambiar los nombres, pero los problemas seguirán estando donde estaban.

Las espadas siguen en alto en la cúspide socialista para hacerse con el control del partido y la candidatura electoral

Susana Díaz, que disputa a Sánchez la primacía en el partido, arrastra un pecado original en el que es reincidente: amagar sin dar. Lo hizo en julio de 2014 y ha vuelto a hacerlo durante las Navidades. Pero ahora lleva escrita en su declaraciones la marca de su primer tropiezo interno. Todas la miran, pero no todos la quieren. Eso sí, la temen. Y una creciente corte de creyentes en que con ella volverán las victorias electorales se apelotona tras de su banderín, convencidos de que solo ella sabrá hacer la síntesis del Antiguo y del Nuevo Testamento, apóstoles todos del susanismo.

Que Díaz, quien se ha “doctorado con matrícula de honor en todos los cursos sobre la organización del partido”, haya intentado forzar a destiempo político un congreso ordinario del PSOE solo puede explicarse por la ansiedad que domina a los socialistas. Pero, mientras que la aritmética no lo desmienta, las cuentas le salen.

Explica el periodista andaluz Manuel Pérez Alcázar ('Delfines y tiburones', Almuzara) que “la nueva generación que apadrinó Griñán [en Andalucía] se había hecho con el poder en el Gobierno y en el partido. Pero la regeneración en las caras no se tradujo en una nueva forma de hacer política. Laminaron a los críticos y se rodearon de un ejército de fieles e incondicionales. El mismo modus operandi que durante años aplicaron sus antecesores. Habían pasado de ser los delfines, a convertirse en tiburones”.

Su pretensión de repetir la historia de Felipe González iniciando desde Andalucía un cambio como el protagonizado por el PSOE en la década de los ochenta tropieza, entre otras cosas, con que el discurso de Susana Díaz es más sureño y menos universal que el que siempre tuvo el expresidente, por más que se aplique a la tarea Máximo Díaz-Cano.

“Susana Díaz, que se había hecho mujer en las casas del pueblo y llevaba al PSOE hasta en el tuétano, había hecho carrera gracia al tesón, determinación y ambición propios de la política. Había sido pionera batiendo marcas para el socialismo andaluz y en su afán desmedido por seguir haciendo camino, el reto de ser la primera mujer que ocupase la secretaría general del PSOE era una motivación que no podía soslayar”, dice el curtido periodista andaluz.

Acaso cuando pase el próximo tren no queden ni las vías. ¿Quién va a querer encomendar el gobierno de las cosas de todos a quienes tienen su propia casa hecha una revoltura y son incapaces de ponerse de acuerdo entre sus cuatro paredes, cada vez más vacías?

Sostiene José Andrés Torres Mora, junto con muchos otros, que la izquierda europea tiene un déficit de liderazgo. Pero, a diferencia de otros, el sociólogo y diputado electo del PSOE por Málaga pone el acento en que “no es un problema de personas, sino de ideas” ('El día que el triunfo alcancemos', Turpial). La reflexión, publicada antes de las elecciones generales, se acomoda como un espejo a la guerra desatada en su partido para abreviar el mandato del maniatado Pedro Sánchez, que sigue buscando a la desesperada apoyos para su resistencia numantina sabiendo que la tregua de la que disfruta está cosida con alfileres.

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