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PSOE: tres relatos y un solo partido verdadero
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Gonzalo López Alba

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PSOE: tres relatos y un solo partido verdadero

Los socialistas siguen enredados y desnortados a pesar de que Rajoy presenta síntomas de haber entrado en el túnel del ocaso de su liderazgo

Foto: Vista de la sala de prensa del PSOE en Ferraz, antes de las elecciones generales del 20-D. (El Confidencial)
Vista de la sala de prensa del PSOE en Ferraz, antes de las elecciones generales del 20-D. (El Confidencial)

La división interna que anida en el PSOE y el campo de batalla en el que se ha convertido desde el comienzo del ocaso de José Luis Rodríguez Zapatero se manifiesta en los muy diferentes relatos que los distintos sectores hacen sobre el origen de su crisis, las luchas intestinas y el mejor camino a seguir para no instalarse en la irrelevancia. Aunque el partido siga siendo formalmente uno, al menos hay tres relatos claramente diferenciados.

Los sanchistas

El relato de los fieles al actual secretario general sitúa el origen de la crisis del PSOE en el momento en el que Zapatero renunció a su ideario para intentar evitar la bancarrota de España y en las luchas palaciegas que por la sucesión se entablaron a continuación, de las que salió ganador Alfredo Pérez Rubalcaba. “Entonces se perdieron 59 escaños y más de cuatro millones de votos, la dirección se enrocó, nadie quiso hacer una reflexión a fondo y no pasó nada”, señala un dirigente próximo a Pedro Sánchez, omitiendo que Rubalcaba, al que considera “el padre de Podemos”, dimitió tras el batacazo de las elecciones europeas de 2014, y a pesar de que el núcleo que rodea al secretario general se crió en gran medida a sus pechos.

Ante las críticas al comportamiento errático y falta de consistencia en el liderazgo de Sánchez, su relato defiende que “Pedro no ha dejado nunca de ejercer el liderazgo, son los barones los que han hecho todo lo posible para que no lo pudiera ejercer. Querían que fuera un apoderado y se han encontrado con un secretario general, y eso es lo que no aceptan, que el PSOE es un partido federal y no una confederación de partidos”. Y añaden que ningún otro ha contado con más legitimidad que él, ya que fue elegido “en primarias, por el voto directo de la militancia”.

Los sanchistas culpan del declive a Zapatero y Rubalcaba y acusan a los barones de boicotear el liderazgo del secretario general

Ante las presiones para que deje gobernar al PP y él mismo dé un paso atrás, subrayan que “la militancia nunca aceptaría que regalemos el poder a la derecha” y que no puede equipararse la situación de Mariano Rajoy, que ya está en la rampa de la jubilación, con la de Pedro Sánchez, que “está empezando y tiene toda una vida por delante”. Y en cuanto a la posibilidad de elegir un nuevo líder, argumentan que “ya elegimos al más nuevo, al que tenía menos mochila…”, de modo que no ven otro escenario posible para dilucidar esta cuestión que “la confrontación” y que “quien pierda, lo asuma y se comporte como corresponde a quien ha perdido”. A los críticos los ven “descolocados” por la firmeza con que Sánchez mantiene el no a Rajoy y culpan, en buena medida, de la coyuntura interna a “una cultura política muy instalada en la que lo que da réditos es ir contra alguien”.

“Pedro tomó la dirección del partido en su peor momento, no solo por la pérdida de representación propia, sino porque nunca antes el PSOE había tenido que competir con un partido que le dispute la hegemonía de la izquierda, y ha logrado impedir el ‘sorpasso’ de Podemos, a pesar de que la gente todavía nos sigue viendo en buena parte como responsables de la crisis”, dice otro capítulo de este relato. Y añade que “con el no al PP, hemos conseguido que el PSOE deje de ser visto como 'más de lo mismo', un partido intercambiable con el PP en sus políticas y en sus modos”, una visión que, a su juicio, se consolidó durante el mandato de Rubalcaba, que consideran un tiempo perdido.

Los susanistas

A los críticos, de muy diferentes sensibilidades, les une el rechazo a Sánchez. Agrupados bajo la etiqueta de susanistas por ser su principal referente y opción de recambio la presidenta de la Junta de Andalucía, confluyen en este sector la mayoría de los barones, de las viejas guardias y los notables.

Los susanistas destacan que Sánchez solo busca su supervivencia personal y "muchos votantes nos dicen que nos abandonarán si vamos a terceras elecciones"

Su relato arranca con el recuerdo de que Sánchez “incumplió el pacto” con Susana Díaz, en virtud del cual la federación andaluza se volcó en su apoyo para cortar el paso a Eduardo Madina, pero tenía como disposición adicional que ese apoyo era solo para que asumiera la secretaría general del partido, no la candidatura presidencial. La evocación de aquel pacto constituye un reconocimiento implícito de que las primarias de 2014, aunque cumplieron todos los requisitos formales, no fueron enteramente limpias, ya que la pretensión última de Díaz era gobernar el partido a través de un testaferro.

En este relato se enfatiza que, con Sánchez al timón, el PSOE no solo ha cosechado los peores resultados de su historia, con tendencia a la baja en dos convocatorias electorales consecutivas, sino que, dos años después de su elección como secretario general, ya solo cuenta con el apoyo interno de las federaciones que se caracterizan porque la última vez que consiguieron gobernar fue hace tanto tiempo que ya casi no se recuerda y/o se hizo con consecuencias desastrosas para el partido que aún siguen pagándose, sin perspectiva alguna de recuperación: léase PSC, País Vasco, Galicia, Madrid, Navarra, La Rioja, Murcia o Castilla y León.

Para los críticos, sector en el que confluyen tanto dirigentes y territorios que apoyaron a Sánchez como los que en su día se decantaron por Madina, si los cimientos del partido no se han desmoronado ha sido gracias a las federaciones que, en mayor o menor medida, han logrado mantener la hegemonía electoral en sus respectivos predios, con Andalucía a la cabeza, seguida de Castilla-La Mancha, Asturias y Valencia. Los líderes de estas cuatro federaciones coinciden hoy en el rechazo a Sánchez, hacia el que algunos siempre albergaron el temor de que intentaría “ser presidente del Gobierno a cualquier precio”. La única excepción a la regla de que “los ganadores” o “los que gobernamos” creen necesario prescindir de Sánchez es la presidenta de Baleares, Francina Armengol. Además, su comunicación con los líderes territoriales y los notables, incluido Felipe González, es prácticamente inexistente desde el 26-J, si no desde antes.

Frente a la apelación de los sanchistas al sentir de los militantes, que se han visto reducidos prácticamente a los cargos públicos y sus familiares y allegados, los críticos esgrimen el parecer de los votantes: “La militancia aplaude el no a Rajoy con el mismo entusiasmo con el que aplaudió el pacto de derechas con Ciudadanos. Pero son muchos los votantes, muchos, que nos dicen que nos abandonarán si vamos a terceras elecciones”. Y nadie cree que haya más alternativas reales que dejar gobernar al PP o ir a unas terceras elecciones. Pero, concluye este relato, “a Pedro solo le preocupa su supervivencia personal, aunque sea con 50 escaños”.

La tercera vía

Como es propio de una tercera vía, junto a elementos propios, comparten algunos de los que configuran los relatos de sanchistas y susanistas.

Quienes no comulgan con ninguna de las dos facciones, cada vez más numerosos, son más críticos con la gestión que Zapatero hizo durante la primera legislatura –cuando había recursos para corregir las desigualdades con una mayor y mejor redistribución– que con su giro cuando estalló la crisis, cuando a su juicio el mayor error del Gobierno fue la falta de explicación y pedagogía sobre la extrema gravedad de la situación. Pero coinciden con los sanchistas en señalar a Rubalcaba como “el padre de Podemos”, ya que si en España hay un representante caracterizado del ‘establishment’ es él y su mandato se considera “un tiempo perdido” para la renovación que propició la irrupción de Podemos como izquierda alternativa.

Para este sector, la gestión de Sánchez ha sido un fracaso sin paliativos, ya que ha conseguido convertir al PSOE en “el problema de España” al tiempo que secuestraba el partido con decisiones arbitrarias en función de criterios de lealtad personal –desde el fusilamiento de Tomás Gómez en Madrid tras juicio sumarísimo hasta la vuelta de calcetín en las listas para las elecciones en Galicia, en contraste con la defensa de José Ramón González Besteiro, con diez imputaciones en dos causas diferentes, y el visto bueno global a las candidaturas en el País Vasco–, y ha anulado el debate porque, por muchos comités federales que se hayan celebrado, nunca se ha debatido menos.

Los partidarios de una tercera vía abogan por un nuevo líder ajeno a las guerras intestinas y con capacidad para disputar el Gobierno "con ideas"

Con Sánchez al frente, creen que el PSOE está en serio riesgo de convertirse en “un partido de oposición”, donde como saben los socialistas madrileños se puede vivir muy bien. Pero tampoco creen que la solución a los problemas del partido pase por Susana Díaz, que sería un 'revival' de la fracasada 'operación Bono' del año 2000 o de la fallida 'operación Rubalcaba' de 2011. Díaz, como Bono cuando perdió frente a Zapatero, espera a que la reclamen como salvadora y le pongan la alfombra roja, una actitud que, a juicio de este sector, la descalifica para el liderazgo, aunque al mismo tiempo reconocen que en el PSOE nada se puede hacer sin contar con la federación que ella gobierna con mano de hierro.

Para este sector, es preciso buscar un nuevo líder, ajeno por completo a las guerras fratricidas de los últimos años para que pueda coser los rotos, que aporte aire fresco y abra de par en par las puertas y ventanas del partido a la sociedad, que tenga ideas –“el terreno en el que tenemos que ganar a Podemos y a la derecha”– y un compromiso político que vaya más allá de las aspiraciones personales.

Enredado en esta maraña de relatos y desnortado en la encrucijada de caminos sigue el PSOE cinco años después de haber perdido el poder, a pesar de que Mariano Rajoy presenta síntomas evidentes de haber entrado ya en el túnel del ocaso, el que se anuncia cuando el líder encadena decisiones erróneas que son incomprensibles para todo el mundo menos para él y llevan a los subalternos, hasta ese momento siempre disciplinados y silentes, a levantar públicamente la voz temerosos de que el jefe termine arrastrándolos a la oposición y los deje sin las prebendas del poder.

La división interna que anida en el PSOE y el campo de batalla en el que se ha convertido desde el comienzo del ocaso de José Luis Rodríguez Zapatero se manifiesta en los muy diferentes relatos que los distintos sectores hacen sobre el origen de su crisis, las luchas intestinas y el mejor camino a seguir para no instalarse en la irrelevancia. Aunque el partido siga siendo formalmente uno, al menos hay tres relatos claramente diferenciados.

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