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La carrera sucesoria en el PSOE
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Gonzalo López Alba

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La carrera sucesoria en el PSOE

El sanchismo ha empezado a fragmentarse entre los irredentos y los pragmáticos, que buscan resituarse tras el suicidio del ex secretario general

Foto: El expresidente del Congreso, Patxi López, el pasado 27 de agosto en Santander. (EFE)
El expresidente del Congreso, Patxi López, el pasado 27 de agosto en Santander. (EFE)

Ni las primarias ni el congreso del PSOE que deben elegir a su nuevo secretario general se han convocado todavía, pero los que pueden tomar el relevo del depuesto Pedro Sánchez o aspiran a puestos relevantes en la nueva etapa calientan motores para la carrera sucesoria y van tomando posiciones.

El primero en asomar la cabeza ha sido Patxi López. No es la primera vez. Ya tanteó sus posibilidades tras la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando para el ‘establishment’ socialista ofrecía más garantías de estabilidad que las opciones más rupturistas e impredecibles que representaban Eduardo Madina y el propio Sánchez. Entonces no encontró apoyos suficientes y la determinación de Madina de optar al liderazgo le hizo desistir para que las primarias de 2014 no se plantearan como un duelo entre vascos. Tras la elección de Sánchez, aseguró a todo el que le preguntó que para él la posibilidad de optar a la secretaría general era una página ya pasada a la que no pensaba volver. Pero desde entonces el PSOE ha sufrido una profunda convulsión.

El 'exlehendakari' asegura que con el artículo que publicó este sábado en el diario 'El País' ('Un nuevo proyecto para un nuevo siglo') solo pretende hacer “una reflexión personal de por dónde tenemos que orientar el nuevo proyecto, y no hay nada más detrás”. Lo mismo sostienen otros interlocutores cercanos a López, quienes apostillan que no está en la carrera sucesoria, “por ahora”. La cautela no es anecdótica en un momento en que el sanchismo ha empezado a fragmentarse entre los irredentos y los pragmáticos, que buscan reposicionarse tras el suicidio de Sánchez en el programa de Jordi Évole.

Foto: Pedro Sánchez, tras dimitir como diputado del Congreso, el pasado 29 de octubre. (Reuters)

Durante el proceso que condujo a su apartamiento de la secretaría general, López se mantuvo hasta el último momento —para sorpresa de muchos— a su lado y, tras la caída de quien lo elevó a la Presidencia del Congreso de los Diputados —la tercera magistratura del Estado— siguió defendiendo la estrategia del “no es no”, por lo que muchos de sus compañeros creen que se está ofreciendo y buscando los apoyos del sanchismo para ocupar el hueco que, en teoría, dejaría vacante Sánchez si no vuelve a competir por el cargo, por decisión propia o por falta de apoyos suficientes. Pero quienes mejor le conocen opinan que su estrategia es crearse un espacio propio para, cuando llegue el momento, negociar un papel relevante en la nueva etapa.

Patxi López, el primero en asomar la cabeza, niega que esté postulándose. Su entorno cree que busca un espacio propio para negociar un papel relevante

Los partidarios de Susana Díaz sospechan que está en esta estrategia desde el minuto siguiente a la caída de Sánchez. Y a nadie pasó desapercibido que en el último comité federal hiciera una intervención con marcado acento mitinero, o “montonero” al decir de algunos, que muchos ya interpretaron aquel día como una forma de decir “aquí estoy yo”. Otra cosa es que tenga recorrido.

Para empezar, su defensa del “no es no” choca de bruces con su trayectoria política, ya que fue elegido 'lehendakari' y pudo gobernar Euskadi gracias al apoyo del PP. Para continuar, su federación está peor que nunca, con tan solo un 11,94% de los votos en las últimas elecciones autonómicas, en cuarta posición y con menos de dos puntos de ventaja sobre el PP. Además, ha perdido el apoyo de quienes en 2014 creían que podía encabezar una transición sin sobresaltos, como Rubalcaba, que nunca llegó a irse del todo y ha colocado en puestos neurálgicos a personas de su confianza, pero ahora no respalda la opción del 'exlehendakari', según fuentes próximas. Y, para terminar, la mayoría opina que quien aspire a encarnar una tercera vía entre el sanchismo y Díaz ha de ser alguien auténticamente nuevo.

Foto: Pedro Sánchez y Patxi López, el pasado 26 de octubre en el Congreso, antes de que el ex secretario general renunciara a su escaño. (EFE)

La estrategia de salir primero a la pista es, cuando menos, de dudosa eficacia, máxime si se tiene en cuenta que la carrera va a ser larga. Le funcionó a Sánchez, porque era un completo desconocido y necesitaba construirse una imagen. Pero le falló a José Bono en 2000, cuando, como López, era un dirigente sobradamente conocido. Si José Luis Rodríguez Zapatero, que como Sánchez también era un desconocido, le ganó al entonces presidente de Castilla-La Mancha fue, entre otras cosas, porque supo medir mejor los tiempos.

Medir muy bien los tiempos

Y en esto está la presidenta de Andalucía y también quienes consideran necesaria una auténtica tercera vía: en no dar pasos en falso con salidas prematuras. Que no hayan asomado todavía la cabeza no quiere decir que no estén trenzando complicidades y trabajando en ahormar un nuevo proyecto que restañe las heridas internas y renueve los postulados socialistas.

Díaz está convencida de que el PSOE recuperará la mayoría compitiendo en el centro al no poder quitar a Podemos más de dos de sus tres de millones de votos

No deja de resultar significativo que José Carlos Díez, a quien la baronesa andaluza tiene por referente para el diseño de una política económica alternativa, escribiera el viernes en el mismo diario que el PSOE “debe optar entre la socialdemocracia del siglo XXI o seguir en el modelo del pasado” porque “la crisis económica (…) ha dejado obsoleto el paradigma económico y también el socialdemócrata”. Se trata, según este economista, de elegir entre Obama-Clinton (Hillary) y (Jeremy) Corbyn, el líder de los laboristas británicos al que quiso emular Sánchez. Su análisis no puede ser más delatador de su apoyo a Susana Díaz: “Clinton tiene probabilidades de ganar y seguir mejorando la vida de millones de personas. Corbyn está a 14 puntos de los conservadores británicos en las encuestas, la mayor distancia desde que Thatcher ganó la guerra de las Malvinas”. Y tampoco es baladí su reivindicación de Zapatero, al que si alguien ha dado afecto y reconocimiento ha sido la presidenta de Andalucía.


Susana Díaz, según fuentes próximas, cree que la batalla para que el PSOE recupere su condición de partido de mayorías ha de darse en el centro político, no compitiendo directamente con Podemos como intentó Sánchez ni tampoco yendo “codo con codo” con Pablo Iglesias como ahora defiende. La de la presidenta andaluza es una apuesta ideológica, porque los populismos están relegando en toda Europa a la socialdemocracia como nunca desde que esta se convirtió en la “izquierda institucional y reformista”. Pero también es una apuesta de estrategia electoral porque, según los cálculos de Díaz, Podemos ha llegado para quedarse y, en el mejor de los casos, el PSOE podría recuperar de ese caladero dos millones de votos de los más de tres que cosechó en junio, pero aun así, sumándolos a los 5,4 que obtuvieron los socialistas, aún les faltaría medio millón de votos para alcanzar los obtenidos por el PP, que solo dieron para 137 escaños.

Para la presidenta andaluza, la clave de la recuperación electoral del PSOE pasa por que “vuelva a ser reconocible”, como en las primeras legislaturas de Felipe González (1982-1986) y Zapatero (2000-2004), que marcaron la impronta de las grandes reformas socialistas.

Ni las primarias ni el congreso del PSOE que deben elegir a su nuevo secretario general se han convocado todavía, pero los que pueden tomar el relevo del depuesto Pedro Sánchez o aspiran a puestos relevantes en la nueva etapa calientan motores para la carrera sucesoria y van tomando posiciones.

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