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El cuarto candidato del PSOE
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Gonzalo López Alba

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El cuarto candidato del PSOE

Aumentan los partidarios de "pasar página" con alguien ajeno a la guerra interna, aunque los barones siguen cegando la posibilidad de que emerja esa alternativa

Foto:  El sociólogo Ignacio Urquizu, diputado del PSOE por Teruel. (Wikipedia)
El sociólogo Ignacio Urquizu, diputado del PSOE por Teruel. (Wikipedia)

La opinión de un veterano socialista que ha tenido cargos de responsabilidad orgánica e institucional: "Si no nos damos cuenta de que tenemos que hacer algo distinto de lo que hemos hecho hasta ahora, la gente nos va a decir que ya nos ha dado varias oportunidades y acabará abandonándonos definitivamente. La apuesta por Susana Díaz es de resignación y el regreso de Pedro Sánchez sería una locura. Somos muchos, salvo los que están más preocupados por conservar su cuota de poder o muy presionados por Susana, los que creemos que hay que poner al frente del partido a alguien que no se haya involucrado en la guerra interna. Alguien nuevo, aunque, por supuesto, con más cabeza que Pedro Sánchez. Pero hay mucho miedo y mucha cobardía".

La opinión de un exvotante del PSOE que se ha pasado a Podemos y se dice de Íñigo Errejón: "¿Qué vamos a hacer ahora los que votamos a Podemos? No han salido de la pubertad y están reproduciendo los vicios que criticaban en los partidos viejos. ¿Entre Susana y Pedro? Pedro, sin duda. ¿Y si apareciera otro nuevo? ¡El nuevo!".

Patxi López, que intenta erigirse en abanderado de una tercera vía integradora, solo aparece en estos dos comentarios como un actor de reparto y es para recordar que él también está "manchado de sangre" por la implicación que tuvo su mano derecha y ‘alter ego’, Rodolfo Ares, que en el comité federal del 1 de octubre maniobró cuanto pudo a favor de Sánchez. O para recordar que defendió el "no es no" al PP, pero gobernó en el País Vasco gracias a su apoyo aunque no ganó las elecciones, o que la federación vasca se ha quedado en las raspas de lo que llegó a ser.

Regreso al 1 de octubre

La confirmación de que Sánchez va a intentar reconquistar la secretaría general –comportamiento sin precedentes en un ex, aunque tampoco los tiene la forma en que fue apartado del cargo– ha devuelto al PSOE al 1 de octubre, un bucle que perjudica a la presidenta andaluza, que parte como favorita sin haberse postulado formalmente, porque retrotrae a la dialéctica –tan española– de "víctimas" (Sánchez) y "verdugos" (Díaz). Las pasiones antes que las razones.

Desde la mayoría que arropa a la gestora se rechaza que se haya producido este retorno al clima del ya célebre comité federal porque el ánimo entre los militantes –dicen– no está tan tenso y alborotado como en aquellas fechas. Otra cosa expresan algunos afiliados si se les pregunta directamente: menos tensión, quizá; pero el cabreo permanece. En todo caso, se ha demostrado que el ‘golpe de los coroneles’ se gestionó mal y se resolvió peor porque, en política, las posiciones que no se defienden se pierden.

Foto: Pedro Sánchez, durante el mitin con militantes este sábado en el centro cívico Delicias de Zaragoza. (EFE)

Quienes tumbaron a Sánchez no se atrevieron a enfrentarse a las asambleas de militantes para explicar que no fue depuesto por ser más de izquierdas, ni siquiera por haber querido emanciparse de todo control a su gestión del cargo con un populismo de izquierdas, sino porque llevaba al partido de derrota en derrota hasta la derrota final. Lejos de hacer esta imprescindible pedagogía, se han limitado a confiar el desescombro del solar socialista a la gestora y a su estrategia de oposición útil. Y así, lo que ha calado en buena parte de las bases es el relato simplista construido por el ex secretario general: lo quitaron porque se negó a regalar el Gobierno al PP (¿acaso no se lo hubiera regalado, con una mayoría más amplia, si se hubiera forzado otra repetición de las elecciones?).

Hasta que Patxi López entró en la carrera y Sánchez anunció en Dos Hermanas que se presentará a las primarias, la estrategia de Susana Díaz era dejar pasar el tiempo para que las aguas se calmaran. Ella no necesitaba buscar la plataforma de la candidatura porque ya la tiene como secretaria general de los socialistas andaluces y presidenta de la Junta. Pero cabe la posibilidad de que su carrera en la política nacional se truncara el día en que, para cortar el paso a Eduardo Madina, puso todo su poder orgánico al servicio de Sánchez. De aliados a rivales y, ¡quién sabe!, si acaso juntos también en la derrota porque los principales valedores de la candidatura de Díaz, los barones que gobiernan –además del ‘establishment’ socialista– tienen, paradójicamente, su flanco más débil en la que es su mayor fortaleza: el poder y el temor a perderlo.

La recogida de avales, momento clave

Díaz mantiene formalmente la incógnita sobre si, finalmente, dará el paso de postularse. Sus colaboradores aseguran que la candidatura de Sánchez "para nada" afecta a sus planes y que anunciará la suya cuando ella lo considere mejor, "si al final se presenta". Con esta coletilla pretenden preservar a su jefa ante la posibilidad de que dé un paso atrás –siempre podrá decir que no es así porque ella nunca dijo que fuera a ser candidata–, pero lo que Díaz está transmitiendo a los dirigentes de otros territorios que la apoyan es "vamos adelante". El momento de dar el paso sería cuando las primarias hayan sido convocadas oficialmente y comience la recogida de avales.

Los partidarios de la presidenta andaluza, ante el desgaste que está sufriendo, consideran adelantar la fecha de las primarias, que intencionadamente se dejó sin concretar

Pero los susanistas han empezado a ser conscientes de que alargar el proceso la está desgastando –además de los conflictos que tiene en la propia Andalucía y las encuestas que pronostican un retroceso electoral también en esta comunidad– y entre ellos empieza hablarse de la conveniencia de no esperar hasta mayo. No es casual que el comité federal aprobara el 14 de enero la celebración del posterior congreso el 17 y 18 de junio, mientras que las primarias se han señalado para mayo, pero sin ponerles fecha concreta (hasta ahora se hablaba del 21 o el 28 de ese mes), de modo que un nuevo comité federal, a finales de marzo o comienzos de abril, podría acortar los tiempos inicialmente previstos.

A favor de este adelanto de las primarias opera también el que haya empezado a cundir la idea de que la candidatura de Patxi López persigue que él y sus principales escuderos –Ares, César Luena, Óscar López– mantengan "un lugar al sol" negociando a posteriori su integración en la dirección que encabezaría Díaz, de modo que el sanchista "traidor" tiene más difícil robar partidarios a Sánchez (Pedro ‘Jano’ aseguró a López, tras la investidura de Mariano Rajoy, que no se presentaría a las primarias).

En lo que sí hay unanimidad es en que el PSOE corre más riesgo de tener una escisión si gana Díaz que si lo hace Sánchez, porque a la primera se le da por sentado un patriotismo de partido que en el caso de Sánchez se cuestiona. Pero si ganara Sánchez, Díaz quedaría debilitada en Andalucía, al igual que el resto de los presidentes autonómicos alineados con ella –todos menos la balear Francina Armengol, ahora decantada hacia Patxi López–.

El cuarto candidato

Así las cosas, a pesar de todos los esfuerzos por bloquear la emergencia de una alternativa que suponga un auténtico pase de página, esta opción cada vez cuenta con más adeptos, aunque por ahora solo se atrevan a reconocerlo en privado, como también solo en privado se menciona el nombre que corre de boca en boca: el del diputado aragonés Ignacio Urquizu.

Si se refresca la lectura del párrafo inicial se observará que dibuja un retrato robot que responde a su perfil: no ha estado en las batallas internas, ha probado su compromiso con el partido explicando en los medios de comunicación las razones profundas del apartamiento de Sánchez cuando casi nadie quería hacerlo, y tiene ideas propias y solvencia como ha demostrado con sus aportaciones a la ponencia congresual, los dos libros de los que es autor y sus intervenciones parlamentarias.

Foto: Mario Jiménez, flanqueado por los dos coordinadores de la ponencia marco, el diputado Edu Madina y el economista José Carlos Díez. (EFE)

Y, además, no está solo, porque son muchos los jóvenes socialistas de su generación (la posconstitucional, la misma que la de Pablo Iglesias), con sólida formación universitaria y vida profesional al margen de la política, que comparten sus planteamientos. Su flanco débil es la falta de experiencia política, aunque a estas alturas supera con creces la que tenían Iglesias y Errejón cuando propulsaron Podemos. No obstante, el portavoz parlamentario en el área de Universidad insiste hasta ahora: "No estoy en eso, sino en colaborar en lo que me pide mi partido" —es el encargado de elaborar el apartado de la ponencia política sobre los cambios de los últimos treinta años en España y la evolución ideológica de la socialdemocracia—.

El nombre que circula de boca en boca es el del diputado Ignacio Urquizu, sin mucha experiencia política, pero con solvencia e ideas propias que conectan con la generación posconstitucional

Al contrario de lo que ocurre con los redactores de la ponencia política coordinada por Eduardo Madina, entre los que es notable la participación de exministros, en la ponencia económica que coordina José Carlos Díez llama la atención la ausencia de cualquier alto cargo de los anteriores gobiernos socialistas, y también la del eurodiputado y economista Jonás Fernández, muy cercano a Urquizu. Ausencias más sorprendentes cuando el socialdemócrata independiente fichado para elaborar la ponencia económica ha incluido en la primera nómina de redactores oficiales a su relaciones públicas –experta en redes sociales- y otros periodistas de ignotos conocimientos económicos (los afines a Sánchez han sido totalmente excluidos, tanto en el área económica como en la política).

Quienes abogan por el "cuarto candidato" –una vez que Patxi López ha hecho suya la etiqueta de ‘tercera vía’– argumentan que con Sánchez se volvería a los enfrentamientos internos y, dados sus planteamientos, provocaría nuevas elecciones generales en el otoño; y con Díaz, se mantendría la dinámica de enfrentamiento de las élites contra las bases y de los territorios del sur contra los del norte, singularmente Cataluña (no es casual que en el PSC abunden los que verían con buenos ojos un "cuarto candidato"). En los dos casos, aunque mucho dependería de la inteligencia con que el ganador sepa gestionar las posprimarias, el partido quedaría fracturado como mínimo hasta el congreso de junio y, si Díaz no fuera capaz de ganar, se habría puesto en peligro la hegemonía en Andalucía –el melón sucesorio se abrirá en cuanto Díaz ponga los pies en Ferraz– para quedarse como estaban o peor.

Ante la mayor crisis contemporánea del PSOE (cuando en la década de los noventa se enfrentaron Felipe González y Alfonso Guerra no se había resentido tanto la fidelidad de los votantes y, sobre todo, no se planteó un conflicto de legitimidades entre los militantes y los dirigentes), como comentó el extremeño Guillermo Fernández Vara en los pasillos del último comité federal, "si ponemos el GPS en futuro, llegaremos; si lo ponemos en pasado, no".

La opinión de un veterano socialista que ha tenido cargos de responsabilidad orgánica e institucional: "Si no nos damos cuenta de que tenemos que hacer algo distinto de lo que hemos hecho hasta ahora, la gente nos va a decir que ya nos ha dado varias oportunidades y acabará abandonándonos definitivamente. La apuesta por Susana Díaz es de resignación y el regreso de Pedro Sánchez sería una locura. Somos muchos, salvo los que están más preocupados por conservar su cuota de poder o muy presionados por Susana, los que creemos que hay que poner al frente del partido a alguien que no se haya involucrado en la guerra interna. Alguien nuevo, aunque, por supuesto, con más cabeza que Pedro Sánchez. Pero hay mucho miedo y mucha cobardía".

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