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Los tres desafíos para un PSOE 3.0 (y III. El liderazgo)
El espacio que ocupa la tripleta de pretendientes y la falta de apoyos orgánicos obliga a desistir a los abanderados de una cuarta candidatura
Y ahora, ¿quién le pone el cascabel a Pedro Sánchez? Así se titulaba este blog el 30 de octubre del año pasado, tras el célebre comité federal cuyas sombras todavía se proyectan sobre el futuro de la socialdemocracia en España. Pocos pensaron entonces en el día después, como pocos piensan ahora en el día después de las primarias, que será muy difícil de gestionar tanto si gana Sánchez como si le pisa los talones a Susana Díaz, que sigue siendo la favorita en las apuestas internas, aunque todavía no se haya postulado oficialmente. Lo que los militantes decidan con su voto habrá de ser refrendado —o enmendado— por el posterior congreso de delegados —elegidos en listas cerradas— y de este pudiera ser que salga una ejecutiva con menos apoyo que el obtenido por el secretario general y un comité federal con mayoría crítica.
El PSOE es un partido roto en pedazos y la dimensión de la falla sísmica la evidencia no tanto que la batalla de las primarias se esté planteando a cara de perro como que, por ejemplo, el guerrismo —el bloque más compacto que ha habido— se haya fragmentado entre los que —como Manu Escudero y José Félix Tezanos— han decidido colaborar con Sánchez, los que —como Rafael Simancas— se han decantado por Patxi López y otros que están alineados con la presidenta andaluza. Hay que recordar que Alfonso Guerra fue de los primeros en defender públicamente la abstención en la segunda votación para la investidura de Mariano Rajoy (también lo hizo, por cierto, Tezanos).
Descartada ya la opción de un cuarto candidato con opciones de disputar el triunfo —salvo que Díaz se amilane y cambie el tablero—, al haber concluido los defensores de esta vía alternativa que en la coyuntura actual no hay espacio y que la actitud temerosa de los barones territoriales les priva del mínimo apoyo orgánico imprescindible, el pulso se plantea a tres.
La militancia es muy endogámica, pero se ha empoderado de los cuadros intermedios con el voto en las primarias y el uso de las redes sociales
Hasta que Patxi López se postuló como tercera vía, la competición se planteaba como “Pedro contra el PSOE” (el cismático contra la Iglesia) y, en gran medida, vuelve a ser así. Las opiniones sobre a quién puede favorecer más la candidatura del exlendakari, al que casi todos sitúan como tercero en el pódium, son variadas: unos creen que beneficiará a Díaz porque, habiendo formado parte del equipo de Sánchez y defendido el rechazo a la investidura de Rajoy, restará votos al ex secretario general; otros, por el contrario, creen que mermará apoyos a la presidenta andaluza porque los militantes más tradicionales que no comulgan con ella lo preferirán antes que a Sánchez ya que nadie puede dudar de que “el hijo de Lalo” (López Albizu), al que Felipe González sentó en sus rodillas más de una vez cuando era niño, lleva en los genes eso que se llama “cultura y patriotismo de partido”.
La ‘épica’ de ‘Jano’ Sánchez
Sea como fuere, el tirón de la ‘épica’ resurrección de Sánchez, que se asemeja en muchos aspectos a un fenómeno de fans —anglicismo equivalente a fanáticos, cuyo comportamiento está en las antípodas de la racionalidad que se espera de la política—, inquieta sobremanera a quienes apuestan por Díaz. Manifestación de esta preocupación fue la reunión que el día 13 convocó Eduardo Madina con quienes le apoyaron en las primarias de 2014. La conclusión no rebajó el desasosiego porque el diputado vasco se encontró con más de un reticente. Algunos de los que entonces apostaron por él, como la alcaldesa de Santa Coloma, Núria Parlon, está ahora con Sánchez, y seguramente otros se han pasado al bando de López, que tiene su principal arrope en el País Vasco.
Sobre Sánchez pesan como una losa las derrotas electorales encadenadas durante sus dos años de mandato y, sobre todo, un interrogante imposible de despejar a tenor de la hemeroteca: ¿a qué Pedro ‘Jano’ Sánchez hay que creer? ¿Al que aseguró en conversaciones privadas que no se presentaría porque "no quiero dividir el partido” o al que opta de nuevo al cargo? ¿Al que dijo que nunca pactaría con los populismos y lo hizo con Ciudadanos, “la misma derecha que el PP”; o al que apuesta por el entendimiento con Podemos y los sindicatos? ¿Al que afirmó que la renta básica universal era inviable económicamente o al que la promete sin explicar de dónde sacaría el dinero para financiarla? ¿Al que defendía que España es una nación indivisible o al que habla de una España plurinacional? ¿Al que preconizaba el “mestizaje ideológico” o al que aboga por “recuperar la izquierda”? ¿Al que decía que era posible gobernar desde el Parlamento o al que afirma que “se gobierna desde la Moncloa”? ¿Al que se postula como líder “integrador” o al que acabó hablando solo con Josep Borrell? El listado de contradicciones es interminable porque, como dijo el lunes durante la presentación de su folleto de ideas —acaso en un freudiano acto fallido—, de un día para otro experimenta una metamorfosis (que no es sinónimo de transformación) y deja de ser “la misma persona”. ¡Cosas veredes, amigo Sancho!
La división del guerrismo, el bloque más compacto que ha habido en el PSOE, evidencia que el partido está roto en pedazos
Quien ahora se postula como el candidato de las bases vivió siempre en los aledaños del aparato, pero estamos en tiempos de desmemoria y, en el marco de una crisis interna que tiene un fuerte componente emocional, entre los afiliados se percibe más espíritu de resistencia que de victoria (electoral). La militancia, que antes se guiaba por el criterio de los cuadros dirigentes más cercanos, ahora se han empoderado con el voto en las primarias y el uso de las redes sociales; pero, al mismo tiempo, es muy endogámica, pues la mayoría está conectada por vínculos familiares o laborales. Así que todas las apuestas están abiertas.
El medallero de Susana Díaz
A favor de Susana Díaz juegan las medallas que luce en la pechera: secretaria general de la federación más importante, lo que ya le asegura de salida un importante porcentaje de votos; presidenta de la comunidad autónoma más poblada después de consagrarse ganando las elecciones; artífice de la reunificación del socialismo andaluz, sin que ello implique que no tenga críticos en casa; y líder del baluarte que ha impedido el ‘sorpasso’ de Podemos. Y, además, cuenta con el apoyo de la mayoría de los barones, del ‘establishment’ socialista y de la intelectualidad orgánica que aporta la agrupación de Miguel Yuste —sede de ‘El País’—.
Patxi López es el único que podría fajarse con Rajoy en el Congreso, pero los pronósticos le sitúan en tercera posición, por detrás de Susana Díaz y Pedro Sánchez
Pero, como suele ocurrir, de sus fortalezas surgen sus debilidades. Ante los militantes ha quedado marcada como la verdugo de Sánchez y entre sus propios colaboradores existe el temor a que la operación 'Cruce de Despeñaperros' desvista San Telmo —sede del Gobierno andaluz— para vestir Ferraz —sede del PSOE— sin garantía alguna de que eso permita la reconquista de la Moncloa —los últimos sondeos en Andalucía pronostican un retroceso electoral del PSOE—. “A lo peor nos quedamos sin nada”, apuntan los más recelosos, que además están dolidos porque entienden que Díaz está sufriendo un desgaste promovido por sus detractores en el partido que repercute en su condición de presidenta de Andalucía. Y está la cuestión, no menor en una democracia parlamentaria, de que al no ser diputada no podrá fajarse en los cara a cara del Congreso con Mariano Rajoy, salvo que sea designada senadora, lo que le permitiría intervenir en el debate del estado de la nación. Pedro Sánchez, ni eso.
¿Bicefalia con Patxi López?
El único de los tres que podría hacerlo, porque es el único que tiene escaño de diputado, es Patxi López. Como Díaz, tiene experiencia de gobierno —aunque fue 'lehendakari' sin ganar las elecciones y con el apoyo del PP— y, como ella, demostró capacidad de integración al reunificar el socialismo vasco después de la crisis que se abrió tras la renuncia de Nicolás Redondo Terreros.
Si en el caso de Díaz y Sánchez está claro que su aspiración última es la candidatura a la presidencia del Gobierno, con López está abierto el interrogante sobre una posible bicefalia. Él se niega a despejar la duda, pero reconoce que, con el modelo de secretario general-candidato, el partido se diluye cuando forma el Gobierno. Es un modelo que no solo funciona en el PNV, sino que también lo han aplicado los socialistas en Asturias (Javier Fernández y Vicente Álvarez Areces) o Cataluña (José Montilla y Pasqual Maragall).
Y ahora, ¿quién le pone el cascabel a Pedro Sánchez? Así se titulaba este blog el 30 de octubre del año pasado, tras el célebre comité federal cuyas sombras todavía se proyectan sobre el futuro de la socialdemocracia en España. Pocos pensaron entonces en el día después, como pocos piensan ahora en el día después de las primarias, que será muy difícil de gestionar tanto si gana Sánchez como si le pisa los talones a Susana Díaz, que sigue siendo la favorita en las apuestas internas, aunque todavía no se haya postulado oficialmente. Lo que los militantes decidan con su voto habrá de ser refrendado —o enmendado— por el posterior congreso de delegados —elegidos en listas cerradas— y de este pudiera ser que salga una ejecutiva con menos apoyo que el obtenido por el secretario general y un comité federal con mayoría crítica.