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Las primarias socialistas de mayo, ¿una primera vuelta de las presidenciales?
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Gonzalo López Alba

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Las primarias socialistas de mayo, ¿una primera vuelta de las presidenciales?

El secretario general ha dejado de ser un tótem en el PSOE y el cargo ya no lleva aparejada la candidatura electoral como una derivada automática

Foto: Pedro Sánchez y Patxi López hablan a la salida del Congreso, el pasado 19 de abril. (EFE)
Pedro Sánchez y Patxi López hablan a la salida del Congreso, el pasado 19 de abril. (EFE)

Hasta la fecha, salvo el paréntesis que representó la bicefalia entre Joaquín Almunia y Josep Borrell, en el PSOE la secretaría general siempre ha llevado aparejada de facto la candidatura electoral. Forma parte de la cultura del partido, iba de suyo, casi tanto como el valor en el servicio militar. Nadie se planteaba seriamente otra cosa. Pero, con la adopción del método de primarias, las guerras internas y la propagación del virus del populismo, ese automatismo se ha roto.

"En mayo se va a elegir al nuevo secretario general del partido y nada más. Las primarias para la candidatura electoral serán una segunda vuelta", observa un veterano dirigente al que los años no han nublado la vista para percibir los cambios culturales que se están operando en la organización socialista.

placeholder Pedro Sánchez y su antecesor en el cargo, Alfredo Pérez Rubalcaba. (EFE)
Pedro Sánchez y su antecesor en el cargo, Alfredo Pérez Rubalcaba. (EFE)

Alfredo Pérez Rubalcaba se dejó jirones de autoridad durante su mandato como secretario general y Pedro Sánchez acabó con la que quedaba. El secretario general ha dejado de ser una especie de tótem. Quien gane las primarias de mayo habrá ganado nominalmente el rótulo, pero la autoridad la tendrá que conquistar con su gestión al frente del partido.

Y si, en el periodo que medie entre la elección del dirigente orgánico y la del representante social, emerge alguien con más tirón electoral que el secretario general, aquel podría llevarse el gato el agua en una competición que, si la gestora y el congreso de junio no lo corrigen antes, habrá de ser abierta a los ciudadanos que deseen participar. Las famosas primarias abiertas que introdujo Rubalcaba y que, en la práctica, nunca se han celebrado porque hasta ahora nadie con suficiente fuerza se ha atrevido a enfrentarse al secretario general, salvo en el citado precedente de Borrell.

La ruptura del vínculo entre el militante de base y el cargo que le es más cercano convierte en impredecible el comportamiento de los afiliados

Pero de aquello ha llovido mucho. A pesar de las encuestas publicadas, Susana Díaz parte como favorita para la carrera orgánica, pero si, como no cesan de repetir los ahora oficialistas, a los actos de Pedro Sánchez acude mucha gente que no tiene carné de militante, eso quiere decir que dispone de seguidores y estructuras de apoyo que desbordan los márgenes del partido. Con ese respaldo, aunque pierda las primarias de mayo, Sánchez podría intentar de nuevo su designación como candidato electoral en una competencia abierta a los ciudadanos que suscriban un compromiso progresista —o, como teme un sector de quienes lo derrocaron en octubre, crear un movimiento a imagen y semejanza de En Marche! del francés Emmanuel Macron—. Y, aunque todos aseguran que no hay encuestas entre los militantes (el cuerpo electoral de mayo), sí hay muchas entre votantes y en estas, también en las que se manejan confidencialmente en Ferraz, Díaz es la que peor parada sale.

El virus del populismo

El virus del populismo lo ha infectado todo como si fuera una plaga bíblica de castigo ante los desmanes cometidos en nombre de la democracia representativa y la reiteración de advertencias de los representados que no han sido tomadas en consideración por los representantes. Y el síntoma más evidente de la propalación del virus populista ha sido la ruptura del vínculo que unía al militante de base con el cuadro dirigente que le era más cercano.

Hoy abundan los cuadros dirigentes que confiesan no estar en condiciones de influir en el voto de los afiliados y, menos aún, de asegurarlo en función de los intereses de las estructuras de poder, algo que se aprecia con más nitidez cuando el respaldo se busca para Susana Díaz. “Muchos de los que la apoyan, la votarán, pero no van a salir a dar la cara por ella”, pronostican desde las otras candidaturas. Los críticos tienen más predicamento entre las bases entre otras cosas porque Sánchez ha sabido surfear la ola del populismo y aprovechar los errores de sus adversarios, que lo convirtieron primero en víctima y después en mártir.

La ‘tercera vía’ de Patxi López solo ha cuajado como “voto refugio”, pero nadie sabe bien si para beneficio de Díaz o de Sánchez

Hasta ahora lleva semanas corriendo casi en solitario por la pista, porque la alternativa de Patxi López no ha tomado cuerpo como otra cosa que un “voto refugio”, sin que nadie sepa bien si sería más refugio para los sanchistas a los que asusta Pedro ‘Jano’ o para los oficialistas que temen el “ordeno y mando” de Susana Díaz. Los susanistas mantienen la confianza en que la presidenta andaluza sabrá dar la vuelta a la tortilla (las encuestas que sitúan por delante al exsecretario general) porque hasta ahora Sánchez ha sido como un jugador sin contrincante y todavía quedan muchas semanas de carrera.

El tiempo dirá si Díaz no ha tardado demasiado en dar el paso. Quienes no comulgan con ninguna de las tres candidaturas se sienten como el coro en el teatro griego, que aunque conoce cómo discurre el argumento de la obra no puede hacer nada para modificarlo.

Hasta la fecha, salvo el paréntesis que representó la bicefalia entre Joaquín Almunia y Josep Borrell, en el PSOE la secretaría general siempre ha llevado aparejada de facto la candidatura electoral. Forma parte de la cultura del partido, iba de suyo, casi tanto como el valor en el servicio militar. Nadie se planteaba seriamente otra cosa. Pero, con la adopción del método de primarias, las guerras internas y la propagación del virus del populismo, ese automatismo se ha roto.

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