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Los apóstoles de la última cena con el compañero Fuentes
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Jaime Pérez-Llombet

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Los apóstoles de la última cena con el compañero Fuentes

El miedo al contagio podría explicar que al PSOE esté costándole tanto poner nombres y apellidos a quince parlamentarios que compartieron mesa invitados por Juan Bernardo Fuentes Curbelo

Foto: Marco Antonio Navarro Tacoronte fotografiaba a los empresarios durante sus fiestas.
Marco Antonio Navarro Tacoronte fotografiaba a los empresarios durante sus fiestas.
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Si Leonardo da Vinci pintó La última cena sobre yeso seco, representando el pasaje bíblico con una perspectiva tan única como la personalidad que dio a Jesús y los apóstoles, Marco Antonio Navarro, señalado por la investigación judicial como el motor de la trama que ha puesto patas arriba la agenda política y electoral, promovió la que podría ser recordada por hasta quince parlamentarios del PSOE como su última cena, aquella que terminó con todos los participantes crucificados. Ahora bien, si como asegura el mediador los quince comensales son diputados y senadores elegidos en tres, cuatro, cinco o más comunidades autónomas, es tremendamente probable que en las filas socialistas estén perdiendo tiempo para ganar tiempo, intentando dormir el partido, esperando a que el aluvión de conversaciones, fotos y ramificaciones del caso termine desinflando el interés por esa u otras cenas para así evitar el peor de los escenarios, que no es otro que acabar con tres, cuatro, cinco o más Comunidades Autónomas contagiadas por el virus del mediador.

El miedo al contagio podría explicar que al PSOE esté costándole tanto —o, siendo precisos, que se quiera dar la impresión de que está resultándoles tan difícil— poner nombres y apellidos a quince parlamentarios que compartieron mesa invitados por Juan Bernardo Fuentes Curbelo, consagrado como el murciélago orgánico del minuto cero de la pandemia de fotos, burdeles, transcripciones, habitaciones de hotel, audios y ventiladores que tiene a los socialistas cual trapecistas con los ojos vendados, sin red. ¿Cómo se explica que sigan transcurriendo los días sin que trascienda la identidad de quienes compartieron platos, copas y postres con el exdiputado? Es a todas luces inimaginable que en el grupo parlamentario, en particular, y en el partido, en general, no sepan quiénes estuvieron en el restaurante la noche de autos. ¿No hay fotos de esa cena?, ¿por qué no las hay?

Foto: Marco Antonio Navarro Tacoronte (d) y Taishet Fuentes Gutiérrez (c), junto a un empresario durante una de las fiestas. Opinión
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Resulta difícil sostener que no se conozcan sus nombres o que unos apellidos hayan llevado al apellido de quienes se sentaron al lado o enfrente en la mesa. Sabe el PSOE que, con la que está cayendo, cuando trascienda quiénes participaron de la última cena —o penúltima, depende— automáticamente se activará un sistema de riego por aspersión que recorrerá al galope un puñado de regiones, y a partir de ahí ya sería imposible el intento fallido de confinar en las islas el caso Mediador. Quiso el PSOE que fuera un caso canario, pero ese deseo se esfumó desde el momento en que Navarro Tacoronte tiró de agenda para meter en el saco a quince parlamentarios de todas partes y ninguna. Cenar no es delito, tampoco es pecado; pero no está el horno para bromas y haber sido comensal la noche equivocada cotiza en la bolsa de las dimisiones y renuncias.

Las pesadillas del PSOE no terminan aquí. Muchos socialistas estarán agradeciendo que febrero tenga veintiocho y no veintinueve días, pero temiéndose que marzo empeore todavía más la situación y que los acontecimientos terminen pasando a los socialistas de planta a UCI. Entre otros desvelos, en las filas del PSOE temen que lo inmediato —el siguiente capítulo de la serie— sea que focos, cámaras y crónicas giren hacia algunos ayuntamientos del archipiélago, corporaciones municipales por las que el mediador (documentalista incansable) asegura que se ha paseado estos últimos años, dejando la puerta abierta a que fotos, mensajes y reuniones con alcaldes y concejales sean la próxima entrega del serial. Mientras una lluvia incesante de querellas cae sobre los hombros de Marco Antonio Navarro —aspirante a tertuliano fijo en televisiones o radios, visto lo cómodo que se siente en ese hábitat— en las islas va a más la sospecha de que lo siguiente, lo que sigue, es el capítulo de los ayuntamientos. Sin perder de vista los flancos sanitarios y africanos de la trama o el episodio del equipo de fútbol favorito de Juan Bernardo Fuentes Curbelo, algunos alcaldes y concejales podrían ser las últimas estrellas invitadas en el registro de reuniones en despachos o restaurantes.

Foto: Juan Bernardo Fuentes sale este miércoles de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife. (EFE/Ramón de la Rocha) Opinión
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En Canarias se está afrontando el escándalo que tiene a los socialistas bajo el volcán que entró en erupción algo más de un año después del volcán palmero. El presidente del Gobierno canario y secretario general del PSOE en las Islas, Ángel Víctor Torres, ha aprovechado la sesión parlamentaria más seguida del año —el debate sobre el estado de la región— para insistir en que Marco Antonio Navarro, con antecedentes de todo tipo, debe probar sus acusaciones. No puede ser —ha dicho Torres— que tengamos que defender nuestra honorabilidad ante afirmaciones falsas. Con la oposición, Coalición Canaria y Partido Popular, exigiendo responsabilidades, los socios del PSOE en el Ejecutivo regional han optado por una posición más discreta sobre el caso que ha contaminado el debate de balance de la legislatura autonómica. Fuentes del PSOE canario insisten en que el perfil de Marco Antonio Navarro, con un pasado cargado de antecedentes, invita a poner en cuarentena sus acusaciones y a exigir que se documente lo que su ventilador escupe.

El motor electoral se le ha calado al PSOE con esta trama de presuntos favores y extorsión que, si bien despegó en el ámbito ganadero, cuenta con posibles ramificaciones en otros sectores, departamentos y negocios. Con lo que ya ha trascendido la campaña se les ha llenado de humedades a los socialistas en el conjunto del país, sin duda de cara a las autonómicas y locales de mayo, con probables réplicas en las elecciones generales de otoño. Las fotos del bochorno acompañarán a los candidatos socialistas como una sombra que los adversarios no les permitirán sacudirse. Las andanzas del exdiputado Fuentes Curbelo limitará el relato y el perfil de quienes concurran a corporaciones locales o parlamentos autonómicos. Mal hará el PSOE si se empecina en quitar hierro al hierro. Están encerrados en una habitación con un toro. Pretender que el toro desaparezca limitándose a cerrar los ojos dibuja una repuesta tan infantil como inútil e ineficaz. En cualquier momento, más pronto que tarde, están condenados a emitir una señal —ejemplarizante, inequívoca— a golpe de dimisiones o removiendo el partido allí donde el virus ha asomado.

Foto: Juan Bernardo Fuentes. (Europa Press/A. Pérez Meca) Opinión

Con las encuestas que se hayan encargado antes de febrero mutando en barras de hielo, dejando a los partidos a ciegas sobre la intención de voto después de que el caso Mediador haya recorrido las Islas y el país de un extremo a otro, será en los juzgados donde se concreten o no los hechos denunciados e investigados, pero el daño político que en cafeterías, oficinas y reuniones familiares o de amigos está causándole al PSOE es una realidad con difícil cura.

Si Leonardo da Vinci pintó La última cena sobre yeso seco, representando el pasaje bíblico con una perspectiva tan única como la personalidad que dio a Jesús y los apóstoles, Marco Antonio Navarro, señalado por la investigación judicial como el motor de la trama que ha puesto patas arriba la agenda política y electoral, promovió la que podría ser recordada por hasta quince parlamentarios del PSOE como su última cena, aquella que terminó con todos los participantes crucificados. Ahora bien, si como asegura el mediador los quince comensales son diputados y senadores elegidos en tres, cuatro, cinco o más comunidades autónomas, es tremendamente probable que en las filas socialistas estén perdiendo tiempo para ganar tiempo, intentando dormir el partido, esperando a que el aluvión de conversaciones, fotos y ramificaciones del caso termine desinflando el interés por esa u otras cenas para así evitar el peor de los escenarios, que no es otro que acabar con tres, cuatro, cinco o más Comunidades Autónomas contagiadas por el virus del mediador.

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