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El VAR confirma que la pareja que gobierna en el Cabildo de Fuerteventura estaba en fuera de juego
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Jaime Pérez-Llombet

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El VAR confirma que la pareja que gobierna en el Cabildo de Fuerteventura estaba en fuera de juego

¿Cómo es posible que únicamente dos miembros del pleno hayan gestionado más de treinta áreas del Cabildo? Durante meses se ha vivido un episodio tan estrambótico como inédito

Foto: La ministra Darias, acompañada por Sergio Lloret (segundo por la izquierda), presidente del Cabildo de Fuerteventura. (EFE/Carlos De Saá)
La ministra Darias, acompañada por Sergio Lloret (segundo por la izquierda), presidente del Cabildo de Fuerteventura. (EFE/Carlos De Saá)
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Un informe vinculante de la Delegación del Gobierno en Canarias, obligando al Cabildo de Fuerteventura a anular las decisiones adoptadas en su consejo de Gobierno del 22 de diciembre a esta parte, anima a reconstruir el camino recorrido por la corporación insular para acabar siendo gobernada —o desgobernada, cabría decir— por solo dos de los veintitrés consejeros de la institución. Fue a finales del año pasado cuando, según concluye dicho informe, se perdió el quórum mínimo de tres al que obliga el Reglamento Orgánico de una corporación gestionada durante estos últimos meses a cuatro manos por Sergio Lloret y Juan Nicolás Cabrera —presidente y consejero, respectivamente—.

Foto: Tito Berni y Pedro Sánchez, en una foto colgada en redes por el político canario.

¿Cómo es posible que únicamente dos miembros del pleno hayan gestionado más de treinta áreas del Cabildo? En lo que ha constituido un episodio tan estrambótico como inédito, así ha ocurrido durante meses, con final del trayecto —salvo sorpresas o recursos, aunque no necesariamente por este orden— una vez se ha conocido el pronunciamiento de la Delegación del Gobierno.

¿Cómo se llegó a una normalidad a todas luces anómala en la corporación insular? El ecosistema que en Fuerteventura protagonizan las principales formaciones políticas —hábitat desconocido en el conjunto del país, hasta que las andanzas del clan Fuentes y Marco Antonio Navarro lo situaron en lo alto de la cartelera— ha estado viviendo en el Cabildo Insular un episodio que ha tenido a la institución sumergida en un imposible administrativo. Mientras los majoreros asistían avergonzados a las interminables entregas del escándalo que desde febrero los ha condenado al escaparate, su Cabildo, institución especialmente omnipresente en las denominadas islas periféricas o menores (como es el caso de Fuerteventura), afrontaba una situación que no encuentra paralelismo posible en ninguna corporación local del país: solo dos de los veintitrés consejeros que conforman el pleno gestionaban la totalidad de las áreas de gobierno —más de una treintena—. Con veintiún consejeros en la oposición, los otros dos restantes, Sergio Lloret y Juan Nicolás Cabrera, asumieron en exclusividad las tareas de gobierno y, en consecuencia, la gestión de los ciento setenta y cinco millones de euros que suma el presupuesto del año en curso.

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Una situación que en otras instituciones de la geografía sería tan impensable como inviable, en Fuerteventura se ha dado con anormal normalidad. Los ayuntamientos de Salamanca, Palencia, Vigo, Almería o Huesca manejan presupuestos equiparables al del Cabildo de Fuerteventura; sin embargo, es inimaginable plantearse siquiera que en Salamanca, Palencia, Vigo, Almería o Huesca sus ayuntamientos sean gobernados por alcalde o alcaldesa y uno solo de los concejales de la corporación municipal.

Fuerteventura es diferente. En la isla majorera sí ha sido posible que Sergio Lloret y Juan Nicolás Cabrera, presidente y vicepresidente, manejen a cuatro manos los ciento setenta y cinco millones de euros que la institución está invirtiendo, también a cuatro manos, en infraestructuras, planeamiento, carreteras y ordenación del territorio —58 millones de euros—, gestión de residuos —17 millones de euros— o, entre otras partidas, doce millones de euros en Patrimonio y Cultura.

placeholder Momento en el que el PSOE se hizo con la presidencia del Cabildo de Fuerteventura. (EFE)
Momento en el que el PSOE se hizo con la presidencia del Cabildo de Fuerteventura. (EFE)

Este escenario, transitoriamente posible pero a todas luces de dudosa legalidad, vivió a finales de enero su punto álgido de dislate institucional, coincidiendo con las semanas en que el presidente de la Corporación Insular cogió la preceptiva baja por paternidad, quedando el gobierno de la institución colgado de la firma y decisiones de su vicepresidente. Jamás se ha visto algo similar en la larga trayectoria de los cabildos insulares. Lloret y Cabrera han hecho historia, y será la historia —y las urnas— las que califiquen y valoren un episodio que desde sus primeros pasos olió a la ciencia ficción.

¿Quiénes son Sergio Lloret y Juan Nicolás Cabrera? Y, sobre todo, ¿cómo se ha llegado al filo del abismo que describe una institución gobernada por dos personas? Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, Lloret procede de una familia que históricamente se ha movido en los momentos fundacionales y en la órbita de Coalición Canaria en la isla, en aquellos años bajo las siglas de Asamblea Majorera. Maestro de primaria y técnico superior deportivo, Juan Nicolás Cabrera acumula una dilatada presencia en las principales instituciones de Fuerteventura. Fue consejero del Cabildo y también concejal en la capital, Puerto del Rosario.

Foto: Playa de Corralejo, en Fuerteventura (EFE)

La presidencia de la Corporación ha pasado por tres personas en menos de cuatro años, transitando de las mayorías de gobierno de los partidos más votados a los que bordean el territorio de lo testimonial, como es el caso de Asambleas Municipales de Fuerteventura (AMF), formación que lidera Lloret y de la que también forma parte su mano derecha, Juan Nicolás Cabrera, consejero a partir de septiembre de 2022 después de un sinfín de vaivenes que dieron y arrebataron la presidencia a Coalición Canaria para, acto seguido, dar y quitar la presidencia al PSOE, concretamente a su secretario general, Blas Acosta. Finalmente, ya en la antesala del escenario actual, el acuerdo alcanzado por Coalición Canaria, Partido Popular y Asambleas Municipales de Fuerteventura saltó por los aires y dejó a la Corporación a cuatro manos, las de dos consejeros que han estado gobernando con veintiuno en la oposición.

A juicio del presidente, Sergio Lloret, que gobiernen dos de veintitrés no es lo deseable, pero se ha demostrado que es posible. Lejos de achicarse o admitir la dificultad que conlleva mantener una institución dependiendo de las decisiones y firmas de solo dos de sus miembros, cuando se le preguntaba no lo dudaba al afirmar públicamente que el Cabildo iba a velocidad crucero. A más ritmo si cabe que cuando era gobernada por la mayoría —ha llegado a decir—. Con dos se puede, mantiene el presidente. No lo ve así la práctica totalidad de los consejeros de la Corporación —todos menos dos—. Desde la oposición se ha denunciado en reiteradas ocasiones que la situación está ralentizando o en su caso paralizando la gestión de los principales asuntos, así como la tramitación de los expedientes, generándose un cuello de botella que hace inviable el normal funcionamiento de la institución.

placeholder Turistas disfrutan de la playa de Morro Jable, en Fuerteventura. (EFE/Carlos De Saá)
Turistas disfrutan de la playa de Morro Jable, en Fuerteventura. (EFE/Carlos De Saá)

Cabe recordar que, aunque en ocasiones se equiparan a las Diputaciones, las corporaciones insulares tienen un peso presupuestario, político y social notablemente mayor, como así lo establece el Estatuto de Autonomía de Canarias cuando indica que los cabildos constituyen órganos de gobierno, representación y administración de cada isla, gozando de autonomía en la gestión de sus intereses y en el ejercicio de sus competencias propias, transferidas y delegadas.

Además de la Presidencia, Sergio Lloret y Juan Nicolás Cabrera han sido durante estos meses los únicos responsables políticos de Economía, Hacienda, Promoción Económica, Sostenibilidad Medioambiental, Bienestar Social, Sanidad, Consumo, Inmigración, Igualdad, Vivienda, Recursos Humanos, Obras Públicas, Carreteras, Cooperación Municipal, Ordenación del Territorio, Gestión de Bienes, Seguridad y Emergencias —Prevención, Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento—, Servicios Generales, Cultura, Patrimonio Histórico, Innovación, Transparencia, Participación Ciudadana, Sector Primario y Soberanía Alimentaria, Aguas, Transportes, Accesibilidad y Movilidad Sostenible, Educación, Juventud, Deportes, Caza, Turismo, Industria, Actividades Clasificadas, Artesanía y Comercio. Más de treinta áreas en manos de un par de consejeros que, según puede leerse en la página web del Cabildo —concretamente en el saludo del presidente— se gestionan apostando por la eficiencia, eficacia y efectividad de sus actuaciones.

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Qué más puede pasarle a Fuerteventura de aquí al mayo electoral, se preguntan algunas voces en la isla. De momento, la última parada viene de la mano de este informe de la Delegación del Gobierno. Con el ánimo agujereado por el protagonismo que a los majoreros les ha dado el escándalo protagonizado por Juan Bernardo y Taishet Fuentes, los vecinos de Fuerteventura tienen al Cabildo, institución con una enorme presencia en los sectores económicos y sociales, viviendo algo inédito y desconcertante, con un gobierno en manos de dos de los veintitrés consejeros que se sientan en su salón de plenos, desgobierno que ahora parece haber llegado a su última estación. Fuerteventura, fuerte desgracia, escribió Pedro Lezcano. No se refería el poeta canario a las vicisitudes de estos últimos meses, aunque bien pudiera.

Un informe vinculante de la Delegación del Gobierno en Canarias, obligando al Cabildo de Fuerteventura a anular las decisiones adoptadas en su consejo de Gobierno del 22 de diciembre a esta parte, anima a reconstruir el camino recorrido por la corporación insular para acabar siendo gobernada —o desgobernada, cabría decir— por solo dos de los veintitrés consejeros de la institución. Fue a finales del año pasado cuando, según concluye dicho informe, se perdió el quórum mínimo de tres al que obliga el Reglamento Orgánico de una corporación gestionada durante estos últimos meses a cuatro manos por Sergio Lloret y Juan Nicolás Cabrera —presidente y consejero, respectivamente—.

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