El órdago de Podemos al presidente canario

Aunque se saben en horas bajas, la franquicia canaria de Ione Belarra e Irene Montero ha querido contrarrestar la reciente proclamación de Yolanda Díaz como sacerdotisa de las izquierdas que habitan a la izquierda del PSOE lanzando un órdago, madrugador e intempestivo, al presidente del Gobierno regional, Ángel Víctor Torres. La coordinadora autonómica de Podemos, Laura Fuentes, ha obviado los nubarrones electorales que se les avecinan proclamando que si el jefe del Ejecutivo quiere reeditar el pacto debe anotarse, pero ya, sin dilación, que la Consejería de Turismo tendrá que estar en manos de los morados en la siguiente legislatura. Es el precio, la tarifa, el peaje que Torres deberá abonar si quiere contar con ellas, y ellos, apoyándolo en una hipotética sesión de investidura.

El movimiento de los morados, en plena resaca del anuncio de la líder de Sumar, abre las puertas a distintas lecturas y, en paralelo, ha provocado que salten las alarmas. Sorprende que sabiéndose en horas, días y semanas críticas, Podemos se permita poner públicamente al presidente contra la pared. Sitúan el listón de exigencia, de cara a una pretendida reedición del cuatripartito que sustenta al Gobierno canario, por encima de las posibilidades de una formación asfixiada electoralmente por la pinza que en las Islas les harán Yolanda Díaz y Alberto Rodríguez, ex secretario de Organización de Podemos, protagonistas del abrazo más fotografiado y analizado de los últimos meses en la escena local.

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Hay más. Cuentan los sondeos que manejan los distintos partidos —los que no han trascendido, esos que prefieren tener en una caja de seguridad— que será el anunciado repliegue electoral de los morados lo que finalmente complique a Ángel Víctor Torres su deseo de repetir con quienes los jueves se sientan junto a los socialistas en el Consejo de Gobierno, Nueva Canarias, Podemos y Agrupación Socialista Gomera.

Con este cuadro clínico, sorprende que sean precisamente aquellos que harán peligrar la reedición del denominado pacto de las flores quienes se permitan el lujo de abrir la negociación de un hipotético acuerdo con más de dos meses de antelación. Las prisas nunca fueron buenas compañeras de viaje. Podemos se ha precipitado. No han esperado siquiera a que abran o cierren los colegios electorales. Impacientes, han empezado la casa por el tejado. Coincidiendo con la convocatoria de las elecciones autonómicas y locales —a cincuenta días de que se celebren— Podemos le canta al presidente que si quiere contar con los morados tendrá que poner en sus manos las áreas de Turismo y Vivienda.

Han empezado a leer la novela por el final. Raya lo inédito. Cuesta dar con un precedente. La rareza de pedir consejerías como primer argumento de campaña no encuentra situaciones similares en las hemerotecas. No es lo habitual. Tampoco parece razonable, porque básicamente no lo es. El órdago al presidente Torres radiografía la evolución de Podemos en estos cuatro años estrenándose en los pasillos del poder. Quienes han gestionado la Consejería regional de Asuntos Sociales, un departamento que encaja mejor en su narrativa más social, con este anuncio parecen lanzar el mensaje de querer debutar en áreas con perfil, y presupuesto, bien diferente.

Poner como condición para apoyar la investidura de Ángel Víctor Torres quedarse con Turismo o Vivienda deja en el aire la sensación de que otras prioridades —las políticas sociales, por ejemplo— han dejado de serlo y han sido sustituidas, como objetivo primero, por áreas menos sacrificadas y políticamente más agradecidas. Tal vez tendría un encaje previsible que solicitaran hacerse cargo de Transición Ecológica, pero no, tampoco. Apuntan a turismo, al motor de Canarias, al sector que tira directa o indirectamente del conjunto de la economía y del empleo.

Opinión

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Podemos no parece tener entre sus tareas mejorar la estrategia de Canarias en sus principales mercados emisores de turistas. No va por ahí el disparo al aire. La bengala anunciadora de sus condiciones para sumar (verbo maldito) apunta a su intención de impulsar una ecotasa o la moratoria turística, propuestas que con los partidos de perfil se ha dejado para el siguiente periodo legislativo en la Cámara regional. Si se reedita el pacto seremos ambiciosos y querremos gestionar esas áreas —ha dicho, en el registro de los avisos a navegantes, la coordinadora autonómica de los morados—.

A sus parroquianos, diezmados por la candidatura de Alberto Rodríguez como cabeza de cartel de Drago Verdes Canarias, imaginar a los abanderados de la moratoria gestionando la Consejería de Turismo puede sentarles bien, claro que, más allá de los espejismos o los relatos electorales, decisiones como las que Podemos anuncia que tomará si llegan a gestionar ese departamento lo serán, o no, del Gobierno, colegiadamente, y de la mayoría parlamentaria que salga de las urnas de mayo, y no, como pretenden hacer ver, de la firma de una consejera —o consejero—.

"Hay quienes parecen haber olvidado cuando las Islas se vieron en la UCI económica"

Con la pandemia y el tortuoso calendario de la desescalada, con sus restricciones y niveles, Canarias vivió la peor de sus experiencias, el cero turístico. La fantasmagórica estampa de hoteles vacíos y calles desiertas, la de los aeropuertos en silencio o la hostelería a oscuras, permitió a los canarios dimensionar con precisión la fortaleza de la locomotora turística e imaginar cómo serían las Islas con su principal sector malherido o muerto. Hay quienes parecen haber olvidado pronto cuando las Islas se vieron en la UCI económica, cuando los aviones dejaron de aterrizar.

Solo así, y atendiendo a razones electorales de choque, puede explicarse que los morados lleven meses jugando con las cosas de comer, con las certezas y la política de brazos abiertos que los turistas valoran cuando eligen destino, esa seguridad y empatía que no están en el manual de estilo de quienes, desde las filas moradas, culpan a los nómadas digitales del encarecimiento de las viviendas en el archipiélago o proponen, ignorando que Canarias forma parte de la misma Unión Europea que se echa las manos a la cabeza con la propuesta —también morada— de limitar la venta de vivienda a extranjeros, incluyendo a los comunitarios.

Nómadas digitales, go home —tuiteó un alto cargo del ala morada del Gobierno regional, como carta de presentación de su doctrina turística—. No es de extrañar que la petición de Podemos al presidente haya dejado a muchos tan boquiabiertos como alarmados ante la posibilidad de que vaya a más un discurso que abra una boca de agua en la principal fuente de ingresos y generación de empleo del archipiélago.

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Con el órdago prematuro que los morados han lanzado al presidente y secretario general del PSOE canario, Ángel Víctor Torres, anunciándole que exigirán ocupar la Consejería de Turismo del Gobierno regional si se reedita el actual cuatripartito, los gurús de Podemos fomentan, con torpeza, que muchos votos puedan huir hacia Coalición Canaria y PP para alejar de esa manera la posibilidad de que un pacto de izquierdas acabe con los morados cortocircuitando el excelente momento del sector turístico en las Islas. Ahora que Yolanda Díaz mueve ficha para sumar, en las islas los morados parecen empeñados en restar.