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El optimismo mágico (una hora menos en Canarias)
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Jaime Pérez-Llombet

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El optimismo mágico (una hora menos en Canarias)

Sánchez anunció en las islas trescientas viviendas, lo hizo en un archipiélago donde veinte mil familias esperan, y desesperan, por un techo, por una vivienda social

Foto: Ángel Víctor Torres y Pedro Sánchez este fin de semana en Tenerife. (EFE/Ramón de la Rocha)
Ángel Víctor Torres y Pedro Sánchez este fin de semana en Tenerife. (EFE/Ramón de la Rocha)
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Arturo Uslar Pietri, hijo del país que en Canarias se conoce como la octava isla, Venezuela, se sentiría en casa con la pirotecnia electoral que empapa los actos de campaña. Las promesas y compromisos que los guionistas de los partidos lanzan al aire se asemejan, cada vez con mayor descaro, al realismo mágico, a esa observación del contexto donde tienen cabida extrañezas reconvertidas en apariencia de normalidad, abordándose la realidad con acciones y descripciones fantásticas. El fin de semana canario del presidente del Gobierno no ha sido una excepción. Sánchez anunció en las islas trescientas viviendas, lo hizo en un archipiélago donde veinte mil familias esperan, y desesperan, por un techo, por una vivienda social. La demanda se ha triplicado en apenas tres años. Gobierno, cabildos y ayuntamientos han suspendido históricamente en esta materia por culpa de la pereza que ha caracterizado a los responsables públicos, del recelo de los partidos en concurso y de la deficiente coordinación de las distintas administraciones implicadas que, competentes, denotan incompetencia a la hora de, por ejemplo, liberar suelo. Tampoco ha ayudado la deficiente vigilancia del parque de viviendas, donde la morosidad y las realquiladas son moneda de cambio.

Foto: Pedro Sánchez, en el acto del sábado en Las Palmas de Gran Canaria. (EFE/Ángel Medina G.)

Incidiendo en propuestas que amortigüen la emergencia habitacional como bandera de campaña, el presidente del Gobierno retomó este fin de semana uno de sus mantras de cabecera, esta vez en una región con alquileres tan elevados como escasa o irrelevante es la oferta de inmuebles públicos, especialmente en las comarcas más turísticas, donde dar con una vivienda adquiere la categoría de fenómeno paranormal. Cuando el realismo mágico (lo real teñido de maravilloso convenientemente importado al relato electoral) se adereza con algunas dosis del optimismo pragmático de Mark Stevenson, el resultado no puede ser otro que el optimismo mágico que exhiben estos días candidatos autonómicos o locales y líderes nacionales. Por ejemplo, un presidente del Gobierno que en las islas ha puesto los focos sobre la emergencia habitacional, precisamente en una Comunidad Autónoma donde la falta de vivienda pública se ha consolidado como uno de los males estructurales, empeorado si cabe por los escasos avances desde lo público y por un crecimiento poblacional ya congénito en una región capaz de generar empleos que los residentes no ocupan en un alto porcentaje, abriendo las puertas a una importación más que notable de trabajadores de otras regiones, de Europa o Latinoamérica.

En las islas la demanda no es absorbida por las viviendas de protección oficial y, si bien se empieza a construir, las necesidades viajan en avión y la incorporación de viviendas lo hace a pie. Con este cuadro, el Gobierno de Canarias garantizó en febrero que el Plan de Vivienda 2020-2025 se cumplirá casi en su totalidad. Según el consejero de Obras Públicas, Transportes y Viviendas, Sebastián Franquis, esta vez sí van a cumplir. Claro que para saber si sus augurios llegan a buen puerto, o mueren en el optimismo mágico que florece en tiempos preelectorales, habrá que esperar a la siguiente legislatura.

placeholder Imagen de archivo de una promoción de viviendas. (EFE/Luis Tejido)
Imagen de archivo de una promoción de viviendas. (EFE/Luis Tejido)

Con Sánchez anunciando que el ICO avalará a los jóvenes (de menos de treinta y cinco años, con ingresos inferiores a los 37.000 euros) en la entrada de su primera vivienda hasta un máximo del 20% de la hipoteca, y comprometiéndose a construir trescientas viviendas sociales en los suelos de Defensa en Ofra y La Cuesta, en Tenerife, lo que el presidente ha conseguido a su paso por las islas —situando la emergencia habitacional en lo más alto de su discurso— ha sido un efecto contrario al perseguido. Reabre Sánchez en el archipiélago el debate sobre uno de los asuntos en los que menos ha avanzado el actual Ejecutivo autonómico. Su faena ha sido una faena.

A la espera de que aterricen en las islas otros actores o actrices principales (para alegría de Podemos, Yolanda Díaz no hará campaña en el archipiélago), la campaña sigue su curso sin tensiones dignas de reseñar y con los socialistas canarios deseando que sigan pasando los días sin que pase algo que les rompa el buen momento que sienten estar viviendo. Situar la política de vivienda en la pista central no es lo que los estrategas socialistas canarios estaban deseando. El equipo de Ángel Víctor Torres, presidente y candidato a la reelección, prefiere continuar con una campaña del perfil tranquilo, eludir el cuerpo a cuerpo, centrarse en los datos económicos más favorables, consolidar la idea de que están en condiciones de alcanzar o incluso superar la barrera de los treinta escaños —Torres ya habla de la mayoría absoluta como un imposible posible— y, sin duda, con el deseo de meter cuanto antes en un cajón la bandera habitacional de Sánchez.

Foto: Pedro Sánchez en un acto de precampaña en Santa Cruz de Tenerife. (EFE/Ramón de la Rocha)

Con la excepción de Ángel Víctor Torres, que presume de Pedro Sánchez de lunes a domingo, quienes en las filas socialistas minimizan o esconden en presentaciones o intervenciones a Sánchez y las siglas del partido este fin de semana abrieron los codos para amarrar un selfie con el presidente. Ni con él ni sin él. Sin él y con él. Depende. Si viene el secretario general presumen de presidente. Ahora que ha vuelto a Madrid —y no volverá en campaña hasta otoño— toca meter en el trastero de la narrativa electoral al Sánchez que a pie de calle se asocia a Podemos, Bildu, ERC y otras compañías que restan en las urnas. A ojos de muchos candidatos locales, Pedro Sánchez no deja de ser un amor de fin de semana. Cuando llega el lunes toca bajar a local y anteponer nombres y apellidos de candidatos a siglas y partituras (o repartos) de ámbito nacional.

Tienen la precampaña y campaña un componente mágico, un toque de ciencia ficción, de ahí que estos días las cosas complejas —en política de viviendas, entre otros ejemplos— parezcan tan fáciles, tan sencillas de resolver. El fin de semana canario del presidente Sánchez ha sido una muestra, entre tantas, de que el olor a urna multiplica los superpoderes de quienes gestionan o han gestionado con resultados alejados del realismo mágico que, en boca de quienes intervienen en los actos de campaña, se convierte en optimismo mágico. Una pregunta cae por su propio peso cuando anuncian soluciones más o menos inmediatas. Si tan fácil era, ¿por qué no lo hicieron antes?

Arturo Uslar Pietri, hijo del país que en Canarias se conoce como la octava isla, Venezuela, se sentiría en casa con la pirotecnia electoral que empapa los actos de campaña. Las promesas y compromisos que los guionistas de los partidos lanzan al aire se asemejan, cada vez con mayor descaro, al realismo mágico, a esa observación del contexto donde tienen cabida extrañezas reconvertidas en apariencia de normalidad, abordándose la realidad con acciones y descripciones fantásticas. El fin de semana canario del presidente del Gobierno no ha sido una excepción. Sánchez anunció en las islas trescientas viviendas, lo hizo en un archipiélago donde veinte mil familias esperan, y desesperan, por un techo, por una vivienda social. La demanda se ha triplicado en apenas tres años. Gobierno, cabildos y ayuntamientos han suspendido históricamente en esta materia por culpa de la pereza que ha caracterizado a los responsables públicos, del recelo de los partidos en concurso y de la deficiente coordinación de las distintas administraciones implicadas que, competentes, denotan incompetencia a la hora de, por ejemplo, liberar suelo. Tampoco ha ayudado la deficiente vigilancia del parque de viviendas, donde la morosidad y las realquiladas son moneda de cambio.

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