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El mar de cenizas del volcán (electoral)
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Jaime Pérez-Llombet

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El mar de cenizas del volcán (electoral)

El 28-M Canarias giró al centroderecha y, despejando una de las incógnitas de las elecciones autonómicas y locales, los palmeros han sentenciado a golpe de papeleta que las expectativas generadas han sido un fiasco

Foto: Un muro de ceniza en La Palma cubre una vivienda. (EFE/Elvira Urquijo Á)
Un muro de ceniza en La Palma cubre una vivienda. (EFE/Elvira Urquijo Á)
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El diecinueve de septiembre de 2021 la erupción de un volcán en La Palma cambió el paisaje de la Isla, y la vida a miles de vecinos a quienes la lava. Los gases y otros materiales dejaron sin pasado ni presente, condenándolos a un futuro incierto. Veinte meses después, el veintiocho de mayo de 2023, otro volcán, electoral, ha penalizado en las urnas la gestión inconclusa que el Gobierno de España ha hecho de la crisis que el Tajogaite (o Cumbre Vieja) dejó en herencia a los habitantes del Valle de Aridane —y, en menor medida, al conjunto de la Isla—.

De poco o absolutamente nada han servido a Pedro Sánchez y a sus ministros sus incontables desplazamientos a La Palma o el sinfín de reuniones, titulares, fotografías o minutos de televisión que protagonizaron durante los meses que siguieron a la erupción del volcán. Las papeletas han castigado a quienes en Moncloa quisieron proyectar al resto del país la imagen de un gabinete cercano, con piel, capaz de quitarse la chaqueta y remangarse para hablar cara a cara, de tú a tú, con los afectados directos o indirectos. Los palmeros han censurado al Gobierno del Estado endilgándole el voto del malestar a los dirigentes socialistas de la Isla, y también a los del PP. El domingo, Canarias giró al centroderecha y, despejando una de las incógnitas de las elecciones autonómicas y locales, los palmeros han sentenciado a golpe de papeleta que las expectativas generadas —con innumerables comparecencias anunciando tantas soluciones como millones— han sido un fiasco, una decepción que reconvertida en frustración ha pasado factura a los socialistas, dándoles la espalda a sus candidaturas al Cabildo y en muchos ayuntamientos.

Foto: Fernando Clavijo, de Coalición Canaria, en una imagen de archivo. (EFE/Ramón de la Rocha) Opinión
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Con la excepción del alcalde de uno de los municipios del Valle, Sergio Rodríguez, de Coalición Canaria, al que las urnas han premiado con una mayoría absoluta que le permitirá acceder a la presidencia del Cabildo ahorrándose el trago de los pactos, el volcán también ha golpeado en mayor o menor medida a quienes, en las filas del PP, sobre el terreno compartieron focos, medidas y decretos con Sánchez y sus ministros. Ha sido una de las sorpresas de la jornada electoral del domingo. Aunque durante los últimos meses y semanas los sondeos arrojaron algunas pistas sobre lo que iba a ocurrir, la reprobación a quienes lideraron la gestión de la crisis del volcán deja boquiabiertos a socialistas y populares.

Son los peligros que arrastran consigo los excesos, pasarse de frenada, sembrar ciencia ficción, contribuir al espejismo, hacer creer a miles de familias que una erupción de millones de euros les devolvería a su vida anterior. Y no. No fue así. No ha sido así. No puede serlo. Los volcanes no se dejan borrar. El mar de lava llega para quedarse y convivir con vecinos que pueden aspirar a una vida que se parezca lo más posible a su vida anterior, pero jamás, nunca, recuperar el paisaje familiar o habitacional que sepulta un volcán. A quienes una erupción se les cuela por la puerta de casa, enterrándoles el día a día del día anterior, no se les debe contar a golpe de guiones cinematográficos o trucos de magia que su pesadilla dejará de serlo al amanecer, básicamente porque ni el paisaje puede volver sobre sus pasos ni las administraciones estatal, autonómica y local son capaces de tramitar a la velocidad del sonido, y esto, anunciar respuestas o soluciones casi inmediatas, fue lo que se hizo con las lenguas de fuego todavía recorriendo algunos de los municipios del valle.

La sensación de las papeletas es que la isla ha suspendido a los gestores de la crisis del volcán

No nos olviden. Cuando la lava empiece a enfriarse no se olviden de nosotros. Aprovechado la multitudinaria y constante presencia de las principales cadenas de televisión y radio, o las crónicas que a diario vomitaban medios de comunicación de cualquier parte del mundo, los vecinos de la isla pidieron una y otra vez que no los dejaran solos con el volcán. Conscientes de que llegaría el día en que los focos dejaran de observarlos, reclamaron que no los olvidaran. Sánchez recogió el guante e hizo suya la bandera de los afectados. El presidente aseguró que el país estaba con La Palma y garantizó la reconstrucción de la zona. Cuentan con el compromiso total, absoluto y rotundo de la reconstrucción de todos los daños que pueda producir el volcán —dijo el presidente en sus constantes visitas a la Isla—. Nadie quedará dañado económicamente por los efectos del volcán, llegó a afirmar.

Con ese pistoletazo de salida, el presidente dejó flotando en el aire una erupción de promesas, muchas de las cuales han llegado tarde, tirando a mal o, en su caso, siguen sin concretarse. Puede que no olvidados, pero sí decepcionados. Los palmeros han sentenciado que las cosas no se hicieron bien. Algunas se han hecho, otras no. Con todo, la sensación que traducen las papeletas es que la isla ha suspendido a los gestores de la crisis del volcán y, con esa intención, han castigado en las urnas a quienes en el Cabildo o los ayuntamientos pagan los platos rotos del disgusto de los vecinos con el Gobierno del Estado, en primer término, y con el Ejecutivo regional por la parte que le toca.

El maridaje PSOE-PP ha dado paso al regreso de Coalición Canaria a la presidencia del Cabildo

Decretos para recalificar los terrenos de las viviendas dañadas facilitando su reconstrucción. Ayudas de diferente naturaleza —algunas han llegado a los afectados, otras no—. Soluciones habitacionales que al cabo de los meses se concretaron en apuestas equivocadas. Recursos públicos para compra de enseres. Moratorias para hipotecas y préstamos. Millones de euros para la reconstrucción de explotaciones agrarias. Lluvia fina de decretos. Etcétera. Etcétera. Un maremoto de medidas sembró la idea de que las respuestas a la emergencia serían tan eficientes como rápidas. No fue así. Ni lo uno ni lo otro. Indecisiones, celos que desembocaron en recelos, nebulosas competenciales y unas administraciones incapaces de moverse al ritmo que requieren las situaciones extraordinarias cubrieron el Valle de Aridane con un mar de lava de frustración. El electorado ha pasado a sus dirigentes locales del PSOE y PP la cuenta de los errores u olvidos del Gobierno de España.

A juicio de quienes mejor conocen La Palma y sus singularidades, los resultados electorales obedecen a distintos factores. Sin duda, atienden al balance que los vecinos del valle —y de la isla en su conjunto— han hecho de la gestión de la emergencia que trajo consigo el volcán. Y algo más. Muchas voces consideran que antes de la erupción de septiembre de 2021 ya se respiraba cansancio, y las urnas lo han confirmado. El maridaje PSOE-PP ha dado paso al regreso de Coalición Canaria a la presidencia del Cabildo. Muchos afectados castigan a quienes, a su juicio, no han sido resolutivos ni capaces de ser más contundentes en la reivindicación de que se concretaran los compromisos anunciados y asumidos. Según muchos afectados, en la medida en que las soluciones no llegaban, los responsables públicos fueron distanciándose de los afectados, y lo han pagado con una segunda erupción que ha llenado las urnas de lava, de censura.

El diecinueve de septiembre de 2021 la erupción de un volcán en La Palma cambió el paisaje de la Isla, y la vida a miles de vecinos a quienes la lava. Los gases y otros materiales dejaron sin pasado ni presente, condenándolos a un futuro incierto. Veinte meses después, el veintiocho de mayo de 2023, otro volcán, electoral, ha penalizado en las urnas la gestión inconclusa que el Gobierno de España ha hecho de la crisis que el Tajogaite (o Cumbre Vieja) dejó en herencia a los habitantes del Valle de Aridane —y, en menor medida, al conjunto de la Isla—.

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