Cambio de ciclo (una hora antes)

Canarias ha ido esta vez una hora por delante, y no, como el resto del año, por detrás en los relojes. El cambio de ciclo que los sondeos vaticinan para finales de julio (en el supuesto de que Pedro Sánchez no logre resucitar por cuarta vez) ya es una realidad en las islas. Coalición Canaria tardó veintiséis años en perder el poder, solo cuatro en recuperarlo. Una extravagancia estadística, anomalía temporal a la que han contribuido distintos factores.

En 2019, las combinaciones dieron la espalda a CC. La buena estrella que siempre les había acompañado se apagó de golpe, dando pie a mayorías de gobierno que condenaron a CC a la oposición, al corredor de la muerte en la práctica totalidad de las instituciones. Sin embargo, los resultados electorales del pasado veintiocho de mayo han demostrado que la flor de los nacionalistas lejos de apagarse goza de muy buena salud. Las apuestas anunciaron la consolidación del cambio abanderado por Ángel Víctor Torres (presidente en funciones y secretario general del PSOE canario), pero, contra demasiados pronósticos, Coalición ha recuperado la centralidad de la mano de su socio preferente, el PP. ¿Cambio de ciclo a largo plazo o a la espera de lo que ocurra el veintitrés de julio? Dependiendo de lo que ocurra en las elecciones generales, de la magnitud del terremoto que pueda provocar, las réplicas del seísmo harán tambalear, o no, los acuerdos firmado en Canarias y en cualquier parte, en los ámbitos autonómicos o locales. Si Sánchez cae, la guerra de guerrillas en los pasillos del PSOE puede desembocar en acuerdos sorprendentes en las Cortes y, a partir de ahí, en el resto de los territorios —en el aire está la posibilidad de que Sánchez caiga y sean los históricos del partido los que finalmente decidan la posición del PSOE en una hipotética investidura de Alberto Núñez Feijóo—.

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Coalición Canaria no ha recuperado sin la colaboración de terceros la centralidad que perdió hace cuatro años. Ha puesto de su parte, pero no lo habría conseguido sin el concurso de, por ejemplo, Pedro Sánchez (del presidente, sí). Sin él no habría sido posible. Coalición hizo lo suyo. Ha debutado por partida doble. CC se ha estrenado en la oposición y, en consecuencia, por primera vez en sus treinta años de vida ha afrontado estos meses una campaña electoral sin las herramientas que permiten las posiciones de gobierno, sin apenas recursos, haciéndose un hueco donde no lo encontraban, lluvia fina, municipio a municipio, isla a isla, volviendo sobre sus pasos hacia los orígenes, trabajándose los espacios municipales y volcados en construir o reconstruir liderazgos insulares. El próximo presidente de Canarias, Fernando Clavijo, ha pasado estos años evangelizando, anunciando a los suyos que la travesía del desierto sería breve. Acertó.

Hay más. CC no ha crecido, pero ha conseguido no retroceder, consolidando un suelo que se explica por su fortaleza (y resistencia) en cabildos y ayuntamientos, islas y municipios. Estos cuatro años alejados del poder han vitaminado en alguna medida a Coalición. A ojos de quienes llevan toda la vida asociándolos al poder establecido —al régimen, según la terminología utilizada por sus adversarios— Coalición ha dejado de ser el partido al que se votaba a escondidas, el voto que se callaba en bodas o sobremesas porque mejor no decirlo. Estos últimos meses muchos votantes de Coalición han abandonado la condición de ocultos. Nunca había ocurrido antes. Ese cambio de hábito o actitud anunció que CC no obtendría malos resultados porque su electorado continuaba ahí. Este cóctel ha sido el primero de los factores que ha impulsado el cambio del cambio que el PSOE protagonizó en 2019. Esa tarea ha ido de su mano, ha estado en el tejado de Coalición. Vuelven al Gobierno, siguen fuertes en los ayuntamientos y recuperan tres de los siete cabildos, haciéndose de esa manera con el control de cuatro de siete, garantizándose cuatro plataformas imprescindibles para hacer política en el archipiélago, teniendo la sartén por el mango en muchas corporaciones.

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Ángel Víctor Torres ganó pero perdió. Fernando Clavijo (CC) y Manuel Domínguez (PP) perdieron pero ganaron. También Domínguez, presidente de los populares en las islas, ha sido una pieza imprescindible para el cambio de ciclo. Aupado por el tirón de la marca (por la ola buena), el inminente vicepresidente del Gobierno de Canarias no casa con el carácter conformista que contaminó al PP después de la salida del ex ministro José Manuel Soria. Domínguez no es de los que sale a empatar. Ha contagiado a los suyos su ambición, un espíritu ganador que ha dado muchas alegrías a las instituciones, donde han crecido con la suerte de cara, arropado por sumas y restas que han facilitado dar forma a mayorías de gobierno. En la inmensa mayoría de los casos con Coalición, en otros, no; pelillos a la mar. Domínguez es consciente de que el veinticuatro de julio podría sentirse más reforzado, apuntalado por la presencia en los ministerios de sus compañeros de filas. Quién sabe en qué medida eso puede remover las cosas en Canarias. No tiene prisa. Ahora lo importante es sentar las bases de un pacto nacido para durar.

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El tercer factor ha sido la suerte. Las aritméticas le han jugado al pie a CC y PP, pero nada habría sido posible sin el concurso de Pedro Sánchez, el octavo pasajero, involuntario prescriptor del cambio de ciclo en las islas. Sin el presidente, el pacto CC-PP no habría sido posible. Contribuyó en dos fases, con dos pasos. Al reconvertir en primarias las elecciones autonómicas y municipales, también en Canarias alimentó un voto de castigo que golpeó, de forma más que notable, a los candidatos socialistas al Parlamento, cabildos y ayuntamientos. Lejos de dejarlos a su aire y estrategia, Sánchez quiso protagonizar la campaña, y restó. No conforme con colarse en una fiesta que no estaba para él, el presidente del Gobierno y candidato a la reelección remató a los suyos con el adelanto electoral, negando a los candidatos socialistas cualquier posibilidad de alcanzar acuerdos con el PP, un escenario que dinamitó la inmediatez de la campaña en curso. Dos tazas. Dos golpes en la línea de flotación del PSOE canario. Dos favores a CC y PP. Dos torpezas que han hecho posible el cambio de ciclo en las islas. Una hora antes, y debidamente aireado en el resto del país por Génova, para que se sepa que el PP no solo pacta con Abascal.