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El sueño (poco probable) de una noche de verano
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Jaime Pérez-Llombet

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El sueño (poco probable) de una noche de verano

Hay quienes en las filas socialistas, en distintos territorios (Canarias, entre ellos), leen las declaraciones de Felipe González para permitir gobernar a la lista más votada y ponen velas a todos los santos

Foto: Pedro Sánchez (PSOE) y Alberto Núñez Feijóo (PP). (EFE/Sergio Pérez)
Pedro Sánchez (PSOE) y Alberto Núñez Feijóo (PP). (EFE/Sergio Pérez)
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Si una nube de humo y cenizas procedente de unos incendios forestales de Canadá llegó hace apenas unos días a Canarias, fundiéndose con la calima que cubrió las Islas a finales de junio, ¿cómo no va a llegar al archipiélago el runrún de un escenario inédito, si finalmente el veintitrés de julio el PP logra más escaños que el PSOE (muchos más) y, ya metidos en esa coyuntura, se abre un melón sin precedentes para facilitar la gobernabilidad del país permitiendo que el partido más votado entre en Moncloa sin acompañamiento? Algunas voces del bipartidismo, a un lado y otro de la red, han deslizado en público o en privado una hipótesis que podría ir a más si determinados históricos del PSOE aprietan para que, en su caso, el PP gobierne sin apoyarse en Vox, sin tener que sentarse en el Consejo de Ministros junto a los de Santiago Abascal. ¿Ciencia ficción? Basta repasar las declaraciones de unos y otros —pocos, pero con peso— para concluir que cualquier cosa podría pasar si una derrota socialista provoca que, inmediatamente después de las elecciones generales, salgan a la luz los críticos de Sánchez (cortocircuitados por el adelanto electoral) para cortar el paso a Vox permitiendo la investidura de Alberto Núñez Feijóo. Si llegara a materializarse ese escenario —en primer lugar— y ese debate —acto seguido— una nube procedente de Madrid podría agitar e incluso desordenar el mapa que dejaron en Canarias las urnas del veintiocho de mayo.

Foto: El expresidente del gobierno, Felipe González, durante la presentación este miércoles del monográfico de "Nueva Revista" que lleva por título "Pactos". (EFE/Fernando Villar)

El pacto entre Coalición Canaria y Partido Popular, de cara a conformar el Gobierno autonómico, y a partir de ahí en cabildos y ayuntamientos, ha nacido con el viento de cara. Las elecciones dejaron sobre la mesa unas ecuaciones en las corporaciones locales —insulares y municipales— que les han permitido exportar el acuerdo parlamentario con rapidez, incluso con más prisas de las que los negociadores del PP canario habrían deseado. Las conversaciones se sucedieron a toda velocidad entre nacionalistas y populares. A Coalición le interesaba más que al PP de las Islas cerrar aquí o allá, pero los populares recibieron la indicación de que debían llegar a acuerdos cuanto antes, sin más demora. Dicho, y hecho. Así fue. A la espera del debate de investidura que permitirá a Fernando Clavijo (CC) volver a presidir la Comunidad Autónoma —los plenos se celebrarán el martes y miércoles de la próxima semana— la constitución de cabildos y ayuntamientos se ha desarrollado sin tiras y aflojas de las partes contratantes. Todo fluyó. Ni un escarceo.

Desde la mismísima noche del veintiocho de mayo echó a andar un acuerdo que se veía venir, no hubo sorpresas. Con este punto de partida, Coalición y PP se reencuentran en las mesas de gobierno, y lo hacen con la comodidad de quienes siempre se han sabido socios preferentes —si no únicos, sí preferidos—. Sin embargo, en el archipiélago la nube de lo que pueda ocurrir en veintitrés de julio está en la mente de actores principales y secundarios, tanto en las filas populares como en las de CC y, sobre todo, en las de un PSOE que no pierde la esperanza de que la onda expansiva de un escenario inédito en Madrid alcance más pronto que tarde a las instituciones de las Islas. No es probable. Un escenario donde el bipartidismo concluya que solo el respeto al partido más votado evitaría la entrada de la derecha más extrema en Moncloa no parece, a priori, demasiado creíble. O sí. Una victoria del PP —mayor de la que augura el CIS— puede abrir el fuego cruzado en el PSOE, puertas adentro. Dándose ese contexto, los barones e históricos del partido pueden apretar para que sea el bipartidismo, y solo el bipartidismo, el que gestione la situación. ¿A qué precio? Si se da esa situación, el PSOE facilitaría la gobernabilidad del país a cambio de que también se respete la lista más votada en los ámbitos autonómicos y locales. Sería entonces el momento en que la onda expansiva recorrería el país, y Canarias no sería una excepción.

Foto: El secretario general de CC, Fernando Clavijo (d), y el líder del PP canario, Manuel Domínguez (i). (EFE/Ángel Medina G.) Opinión
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El día después no será tranquilo. La invitación formulada por el ex presidente del Gobierno, Felipe González, en la idea de que se abra una tercera vía —la del pactismo PSOE-PP— dibuja el camino menos probable, pero quizá no imposible si las urnas de finales de mes describen un escenario de ingobernabilidad o hipertensión parlamentaria. Hay quienes en las filas socialistas, en distintos territorios (Canarias, entre ellos) leen las declaraciones de González y ponen velas a todos los santos. Ese pactismo —esa vía alternativa con la que el bipartidismo se sacudiría a la comunidad de vecinos— devolvería a los socialistas autonómicos y locales la posibilidad de soñar con volver poco después de haber caído. Alberto Núñez Feijóo siembra en idéntica dirección. El candidato del PP necesita que se crea en esa opción. De una parte, para sacudirse un rato la sombra de Vox. De otra, porque es consciente de que algunas voces del PSOE lo piensan en voz baja —qué decir de los dirigentes regionales y locales que ganaron pero quedaron en la oposición, como es el caso de Ángel Víctor Torres en Canarias—. Si tengo mayoría solicitaré un pacto para gobernar, el PSOE lo tiene en sus manos —dijo Feijóo hace mucho, o no tanto—.

En las Islas los socios del pacto Coalición-PP están con los cinco sentidos en poner el coche en marcha, sumergidos en una nube de repartos, decretos y reestructuraciones, de incorporaciones, relevos o reuniones iniciales. Al otro lado de la pared, en las filas socialistas, se recuperan del golpe que han encajado yéndose a la oposición a pesar de haber ganado en el Parlamento y en un buen puñado de corporaciones locales. Aunque no quieren hacerse ilusiones, sueñan despiertos con que el veintitrés de julio la aritmética abra siquiera un poco la puerta a un posible entendimiento de PSOE-PP, un escenario que pasaría por una derrota notable de Pedro Sánchez y, a partir de ahí, por la permeabilidad que tenga el PSOE del día después —ya sin el presidente— a una colaboración parlamentaria con el PP en Madrid y en otros territorios.

Si una nube de humo y cenizas procedente de unos incendios forestales de Canadá llegó hace apenas unos días a Canarias, fundiéndose con la calima que cubrió las Islas a finales de junio, ¿cómo no va a llegar al archipiélago el runrún de un escenario inédito, si finalmente el veintitrés de julio el PP logra más escaños que el PSOE (muchos más) y, ya metidos en esa coyuntura, se abre un melón sin precedentes para facilitar la gobernabilidad del país permitiendo que el partido más votado entre en Moncloa sin acompañamiento? Algunas voces del bipartidismo, a un lado y otro de la red, han deslizado en público o en privado una hipótesis que podría ir a más si determinados históricos del PSOE aprietan para que, en su caso, el PP gobierne sin apoyarse en Vox, sin tener que sentarse en el Consejo de Ministros junto a los de Santiago Abascal. ¿Ciencia ficción? Basta repasar las declaraciones de unos y otros —pocos, pero con peso— para concluir que cualquier cosa podría pasar si una derrota socialista provoca que, inmediatamente después de las elecciones generales, salgan a la luz los críticos de Sánchez (cortocircuitados por el adelanto electoral) para cortar el paso a Vox permitiendo la investidura de Alberto Núñez Feijóo. Si llegara a materializarse ese escenario —en primer lugar— y ese debate —acto seguido— una nube procedente de Madrid podría agitar e incluso desordenar el mapa que dejaron en Canarias las urnas del veintiocho de mayo.

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