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Ranas, escorpiones, amnistías y CC (Sánchez tiene un problema)
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Jaime Pérez-Llombet

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Ranas, escorpiones, amnistías y CC (Sánchez tiene un problema)

CC ha demostrado en incontables ocasiones que la centralidad —política, allá o acá— requiere una eficiente gestión de velocidad, espacio y tiempo

Foto: Cristina Valido, diputada de Coalición Canaria, en la tribuna del Congreso. (EFE/Sergio Pérez)
Cristina Valido, diputada de Coalición Canaria, en la tribuna del Congreso. (EFE/Sergio Pérez)
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Sánchez tiene un problema, Coalición Canaria. Si da por hecho que CC lo apoyará (porque lo cree, o se lo han contado) el presidente está tardando en bucear en el perfil antropológico de los dirigentes y parroquianos de Coalición para, ya aterrizado en la realidad, caer en la cuenta de que a los nacionalistas canarios maldita gracia les hace salir en la foto de familia de su investidura, junto a los de la amnistía (así expresado, coloquialmente, en los pasillos de Coalición). A CC se le aparece en sueños la hipótesis de una repetición electoral el 14 de enero, y lo que ven no les gusta ni tranquiliza, pero tampoco esa foto. Se saben en el filo de la navaja. Susto o muerte. En la delgadísima línea que separa (o abraza) sueños y pesadillas, genéticamente conscientes de que a su electorado se le va a cortar la digestión si Coalición sale al rescate de Sánchez evalúan riesgos y, conscientes o no, coinciden con Zygmunt Bauman cuando concluyó que en el mundo actual las ideas de felicidad acaban en una tienda —en las tiendas de las contiendas electorales, en este caso—.

CC ha demostrado en incontables ocasiones que la centralidad —política, allá o acá— requiere una eficiente gestión de velocidad, espacio y tiempo. Saben que la felicidad electoral, siempre líquida (Bauman, otra vez), acerca al milagro de la transversalidad. La foto de familia que está cocinando Pedro Sánchez encaja mal en el portarretrato sociológico de Coalición. A CC nunca se la ha dado bien fluir con Sánchez. Recurriendo el cuento del escorpión y la rana, los antecedentes de Coalición confirman que va contra su naturaleza entenderse con el candidato socialista. Con una excepción, su apoyo a los últimos Presupuestos Generales del Estado. Y la experiencia no fue satisfactoria. En absoluto. De hecho, Coalición ve en ese paréntesis (de entendimiento, y colaboración) una premonición de incumplimientos futuros. Quien ha incumplido en el pasado reciente puede volver hacerlo —apuntan, sin bajar la voz—. Los recelos apenas dejan espacio a la confianza. No se fían. Coalición prefiere ser conveniente, no imprescindible. Sin embargo, el voto de su diputada, Cristina Valido, gana peso, protagonismo y foco, alcanzando con el transcurrir de los días la categoría de decisivo. Clave, y llave.

Foto: La diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido, interviene durante el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo. (Europa Press/Eduardo Parra)

Sánchez no tiene a CC en su ecuación, todavía no. Tendrá que pagar el precio que, altísimo, compense a los nacionalistas canarios el malestar (el enfado, mayúsculo) que empapará a sus votantes cuando vean a los suyos haciendo posible el imposible de la investidura del presidente al que Coalición se refería durante la campaña electoral como el culpable de todos los males. CC haciendo posible el siempre penúltimo milagro de Sánchez, junto a los feligreses de la amnistía, es un trago de difícil digestión para los dirigentes canarios, qué decir para sus votantes.

Los negociadores socialistas tendrán que fajarse, mucho. Aliviar el dolor de estómago que va a generar a CC un apoyo de Valido al candidato Sánchez no se consigue con placebos ni buenas palabras, tampoco con profecías de inversión o futuribles sobre la agenda canaria. Coalición va a necesitar que se lo pongan muy fácil para capear un paso tan difícil. Con la derrota de Feijóo ya oficializada, el día del día después abre la puerta a una negociación que, dejando atrás la discreción, no ha empezado con buen pie. Sigue el PSOE sin reconocerle a Coalición los 776 millones de euros que los nacionalistas quieren transferidos antes de sentarse a hablar del voto de Valido, y a peor porque hay quienes en las filas socialistas ronronean que los 776 millones (cifra que ha adquirido la condición de bandera) siguen en el limbo por culpa del Gobierno canario, que no ha hecho la tarea —exculpando así a los ministerios—.

Foto: La diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido, interviene durante el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo. (Europa Press/Eduardo Parra)

A ver si tengo suerte y el presidente vuelve al hemiciclo antes de que termine —dijo la diputada de CC cuando Sánchez se ausentó coincidiendo con el inicio de su intervención—. No estuvo fino el presidente, no emitió las señales que CC está esperando cuando aprovechó el discurso de Valido para salir a estirar las piernas. Con el calendario de la siguiente investidura ya rodando, en Coalición se ven más lejos del sí que hace algunas semanas. Su incomodidad va a más; y el sí, el suyo, va a menos. Mucho deberán cambiar las cosas, en forma y fondo, para que les merezca la pena apoyar al candidato socialista. Se acumulan las pistas que les llegan de la otra parte contratante, de los negociadores del PSOE. A fecha de hoy, ni una sola de esas bengalas les dan razones para el sí.

Desesperan con la falta de respuesta a la solicitud de que den curso a los 776 millones de euros, advirtiendo que no se sentarán a negociar mientras Moncloa no dé instrucciones en esa dirección. Con la inmigración alcanzando la altura de urgencia mayúscula, en Coalición creen que el Gobierno de Sánchez se ha desentendido de la crisis que las Islas están viviendo en primera fila, y en soledad. Tampoco se les ha asegurado que tendrán firmada la agenda canaria antes de pulsar el botón del hipotético sí. No se fían. Es difícil confiar en ellos —dicen—. Si Coalición no cuenta con garantías suficientes de cumplimiento por parte del PSOE (pero el día antes, no el día después de la votación) Sánchez no contará con el apoyo de Valido. Si no se dan las condiciones mínimas exigibles, CC no estará en la foto que, a pie de calle, en cafeterías y sobremesas, será verbalizada como la foto de los de la amnistía.

Foto: El exmiembro de la Mesa de la Cámara catalana Josep Costa. (EFE/Pool/Quique García)

A Coalición salirse de esa foto de familia le abre dos escenarios posibles. Si se tuerce la mayoría que Sánchez está apuntalando, y se desemboca en una repetición electoral, CC podrá concurrir en enero sin que la sombra de haber apoyado al presidente. Si finalmente hay legislatura, siempre podrán rentabilizar su posición (su escaño) día a día, comisión a comisión, votación a votación. El precio que Coalición podría acabar pagando por su apoyo a Sánchez, colaboracionismo de pésima comprensión para su electorado, anuncia que CC se lo pondrá difícil al PSOE, exigiéndoles que reconviertan en fácil lo difícil. Caso contrario, CC se dejará llevar por sus instintos más básicos y se entregará otra vez a la felicidad líquida que tanta centralidad le ha proporcionado a lo largo de su trayectoria.

No he podido evitarlo, no puedo dejar de ser quién soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme —dijo el escorpión a la rana, instantes después de picarla con su aguijón—. Si le dan a elegir, Coalición preferirá ser escorpión a dejarse arrastrar por la ingenuidad de la rana. Sánchez tiene un problema para alcanzar la otra orilla del río de su investidura.

Sánchez tiene un problema, Coalición Canaria. Si da por hecho que CC lo apoyará (porque lo cree, o se lo han contado) el presidente está tardando en bucear en el perfil antropológico de los dirigentes y parroquianos de Coalición para, ya aterrizado en la realidad, caer en la cuenta de que a los nacionalistas canarios maldita gracia les hace salir en la foto de familia de su investidura, junto a los de la amnistía (así expresado, coloquialmente, en los pasillos de Coalición). A CC se le aparece en sueños la hipótesis de una repetición electoral el 14 de enero, y lo que ven no les gusta ni tranquiliza, pero tampoco esa foto. Se saben en el filo de la navaja. Susto o muerte. En la delgadísima línea que separa (o abraza) sueños y pesadillas, genéticamente conscientes de que a su electorado se le va a cortar la digestión si Coalición sale al rescate de Sánchez evalúan riesgos y, conscientes o no, coinciden con Zygmunt Bauman cuando concluyó que en el mundo actual las ideas de felicidad acaban en una tienda —en las tiendas de las contiendas electorales, en este caso—.

Pedro Sánchez
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