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El optimismo mágico (en funciones) del ministro del Interior
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Jaime Pérez-Llombet

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El optimismo mágico (en funciones) del ministro del Interior

La realidad se lo está poniendo difícil a Fernando Grande-Marlaska, que negó la mayor cuando afirmó que en Canarias se cuenta con los medios necesarios para la atención a los inmigrantes

Foto: Llegada de inmigrantes el pasado sábado a El Hierro. (EFE/Gelmert Finol)
Llegada de inmigrantes el pasado sábado a El Hierro. (EFE/Gelmert Finol)
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Cada individuo (o ministro, en su caso) interpreta un mismo mundo o situación de manera diferente. Tanto si está refugiándose en un realismo representativo hecho a la medida de su discurso, como si no, parece indudable que la realidad se lo está poniendo difícil a Fernando Grande-Marlaska. Los hechos y las matemáticas no se dejan desmentir con facilidad. No hay titular que, en un intento fallido de edulcorar la evidencia, le sobreviva a lo que día a día está viviéndose con la incesante llegada y presencia de migrantes en los muelles, centros de acogida y en espacios más inhabilitados que habilitados. El ministro del Interior quiso negar la mayor cuando afirmó que en Canarias se cuenta con los medios necesarios. Mala decisión. Intento fallido. La realidad es tozuda.

Foto: La localidad de La Restinga, donde se acumulan los cayucos. (EFE/Gelmert Finol)

En la reunión de coordinación frente a la inmigración, con la presencia del presidente canario, Fernando Clavijo, el ministro en funciones ha anunciado la incorporación de un avión de la Guardia Civil para el control marítimo, en Senegal y Mauritania. La misión consistirá en patrullar la zona, vigilar la ruta atlántica de la inmigración y prevenir la partida de embarcaciones irregulares. Otro similar sobrevolará el archipiélago. El objetivo es evitar las salidas de cayucos. Palabra de ministro en funciones. Un anuncio que al Gobierno canario le sabe a poco. Se esperaba más de la visita de Marlaska (mucho más, de hecho).

Los acontecimientos lo han puesto en su sitio y el llamamiento de Cruz Roja para movilizar voluntarios de distintos puntos del país —para atender el repunte migratorio— adquiere la forma de una moción de censura que radiografía la realidad que se le resiste al ministro. Mientras Cruz Roja pide voluntarios y los portavoces de Policía Nacional y Guardia Civil reclaman más medios, el ministro reitera en que hay músculo suficiente para dar respuesta al repunte. Optimismo mágico. Realidad alternativa. Palabra de ministro. Quienes están en primera línea, procurando dar respuesta con más ímpetu que recursos, han dejado de hablar en voz baja para denunciar una escasez de medios más que evidente. La crónica de la imprevisión acumula cifras, imágenes, decisiones atropelladas, desconcierto e intentos de desviar la atención con el objetivo (orquestado) de repartir culpas. En las islas el malestar es transversal, no se detiene en siglas, militancias o afinidades.

Foto: Dos policías, ante un grupo de inmigrantes rescatados en Canarias la semana pasada. (EFE/Quique Curbelo)

La sensación, generalizada, es que los ministerios no han sabido, querido o entendido, sin que el orden de los factores altere un balance desconcertante, inédito. En la crisis de 2006 sí se reaccionó. Madrid y Bruselas comprendieron, y actuaron en consecuencia. No ha sido el caso estas semanas y meses. Se sabía. Las calmas de septiembre u octubre están en el calendario. No hace falta que el servicio de inteligencia emita informes reservados, basta con preguntar a los pescadores de las cofradías o cualquier persona mínimamente informada, tanto da si mar afuera o mar adentro. No cabe refugiarse en el elemento sorpresa. Esta vez no. No ha sido por desinformación, se esperaba. Tampoco se sostiene el hilo conductor que remite a situaciones sobrevenidas en algunos países de la costa occidental africana —Senegal, preferentemente—.

La respuesta a la crisis migratoria ha colapsado porque no se estaba preparado para afrontarla, en los ministerios no se ha estado sobre el asunto y, a menos que las agendas de estos últimos meses demuestren lo contrario, no se ha trabajado en Bruselas para implicar a la Unión Europea. Se desconoce cuántas reuniones presenciales o no, cuántas llamadas y cuántos escritos ha promovido, hecho o elaborado el Gobierno de España para hacer ver a los comisarios europeos que la ruta canaria de la inmigración africana merece estar en lo alto de sus agendas. Está llegándose mal porque se ha llegado tarde. Está pasando lo que se veía venir, lo que ocurre cuando no se está en lo que hay que estar. El catálogo de situaciones desafortunadas se amplía cada día, cada hora.

Foto: Unos 200 migrantes que llegaron en la tarde noche del viernes a Tenerife en dos cayucos y durmieron en el muelle de Los Cristianos, ante la falta de espacio en los centros de acogida. (EFE/Miguel Barreto) Opinión

La penúltima ha sido lo vivido en Lanzarote, donde por falta de recursos —denunciada en incontables ocasiones por el Sindicato Unificado de Policía— los migrantes han tenido que ser custodiados en el garaje de la comisaría de Arrecife, capital de la isla. Más de mil mujeres y hombres han llegado este último fin de semana al archipiélago. Más de 8.500 migrantes en los primeros quince días de octubre, cifra récord desde la crisis de 2006. Más de 23.000 en lo que va de año. Los datos de 2022 ya se han superado, faltando más de dos meses para que acabe 2023. Los policías que están atendiendo a esta emergencia no pueden desdoblarse y, en consecuencia, no están cubriendo los servicios ordinarios —qué decir de los sanitarios, con especial incidencia en El Hierro—. Esto en tierra. Mar adentro se mueven más inmigrantes sin que se incrementen los medios de seguimiento y asistencia —ahora mejorados con el avión anunciado por el ministro—. La versión oficial remite al número de embarcaciones silenciando que no todas están operativas. La situación que durante semanas se ha vivido en las aguas que rodean a El Hierro fue cubierta por una embarcación con cuatro tripulantes, con turnos de una semana y guardias de veinticuatro horas. Cuando a los portavoces de la Guardia Civil se les pregunta qué necesitan responden tan telegráfica como contundentemente. Necesitamos de todo, se quejan.

En Canarias poco se espera de las demás Comunidades Autónomas. Cala que la crisis migratoria se ha regionalizado, territorializado. La buena voluntad no asoma. Crece la convicción de que mientras no se determine por ley el reparto de menores extranjeros no acompañados (Canarias acoge a 3.800) jamás se pasará de la solidaridad discursiva a los hechos —las cifras hablan por sí solas, los acogidos en otras partes del país no son ni de lejos destacables frente a los 3.800 que están siendo atendidos en las islas—.

Foto: Una embarcación con personas migrantes cerca de Lanzarote. (EFE/Juan Mateos)

El alcalde de Mérida ha sorprendido con un ofrecimiento, ante Pedro Sánchez, para arrimar el hombro con la crisis migratoria. Hablaba de adultos, no de menores (los adultos están en tránsito, el esfuerzo mayúsculo es con los menores de edad). Lo del alcalde fue un sí pero no. Sánchez no dijo nada —al menos, al alcalde—. A la diputada de Coalición Canaria, Cristina Válido, sí le garantizó que le parecía razonable y viable la propuesta de un mando único para acabar con la descoordinación de los siete ministerios competentes. La idea viene de lejos, no se digiere bien que no se haya activado hace meses. Y tampoco. Nada sobre el mando único solicitado desde las islas. Según el ministro, ya es una realidad y se llama autoridad de coordinación. Marlaska está instalado en su optimismo mágico. Realidades alternativas. Negación de la evidencia. Palabra de ministro.

Cada individuo (o ministro, en su caso) interpreta un mismo mundo o situación de manera diferente. Tanto si está refugiándose en un realismo representativo hecho a la medida de su discurso, como si no, parece indudable que la realidad se lo está poniendo difícil a Fernando Grande-Marlaska. Los hechos y las matemáticas no se dejan desmentir con facilidad. No hay titular que, en un intento fallido de edulcorar la evidencia, le sobreviva a lo que día a día está viviéndose con la incesante llegada y presencia de migrantes en los muelles, centros de acogida y en espacios más inhabilitados que habilitados. El ministro del Interior quiso negar la mayor cuando afirmó que en Canarias se cuenta con los medios necesarios. Mala decisión. Intento fallido. La realidad es tozuda.

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