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La crónica no autorizada del desembarco de Ángel Víctor Torres en Madrid
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Jaime Pérez-Llombet

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La crónica no autorizada del desembarco de Ángel Víctor Torres en Madrid

Ha logrado una meta que interiorizó cuando pasó a la oposición en Canarias, ser ministrable (primero) y ministro (después). Lo sabía desde verano, pero su recorrido de estos últimos meses es la crónica de una biografía ministerial no reconocida

Foto: El líder de los socialistas canarios, Ángel Víctor Torres, en la tribuna de invitados del Congreso durante el debate de la investidura, antes de anunciarse su nuevo cargo como ministro. (EFE/Javier Lizon)
El líder de los socialistas canarios, Ángel Víctor Torres, en la tribuna de invitados del Congreso durante el debate de la investidura, antes de anunciarse su nuevo cargo como ministro. (EFE/Javier Lizon)
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No esperó a que Alberto Núñez Feijóo fracasara en su intento de entrar en la Moncloa. Antes de que el líder del PP chocara frontalmente contra el muro de las aritméticas, Pedro Sánchez dijo a Ángel Víctor Torres que lo llamaría después de su investidura. El presidente en funciones había viajado a Tenerife para conocer sobre el terreno la evolución del incendio que azotó la Isla en verano. Pocos minutos antes de embarcar de regreso a Madrid, Sánchez y Torres se vieron brevemente en la sala de autoridades del aeropuerto de Los Rodeos, apenas un rato, pocos minutos, pero los suficientes para que el expresidente canario volviera a casa con un ministerio bajo el brazo.

La conversación que ambos mantuvieron antes de que Sánchez subiera al avión se contó, aquí, en El Confidencial, el pasado veinte de octubre. No fue la única vez que el reelegido presidente garantizó a Torres que contaba con él como ministro de su siguiente gabinete. También se lo confirmó cuando coincidieron en la Ejecutiva Federal que Sánchez aprovechó para verbalizar, por vez primera, la palabra (amnistía) que durante semanas no había salido de su boca. Torres confió en la palabra dada por su secretario general durante su encuentro en Los Rodeos. Así se lo trasladó a dos de las personas de su máxima confianza, Ricardo Pérez, figura inseparable e imprescindible para el nuevo ministro; y Nira Fierro, secretaria de Organización del PSOE canario.

Foto: Ángel Víctor Torres. (EFE/Kiko Huesca)
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Con todo, solo se supo ministro, ya en firme, cuando Sánchez le reiteró en la Ejecutiva Federal que contaba con él. Entonces sí, Torres se vio en un Ministerio y empezó a moverse como elegido no confeso. Renunció a su registro más afable. Endureció el tono de sus intervenciones. Se dejó fotografiar en Madrid en incontables ocasiones con la guardia pretoriana de Sánchez y fue dejando atrás, lenta pero perceptiblemente, el escenario autonómico. Consciente de que debía ser discreto, hizo enormes esfuerzos por no deslizar una frase mal colocada o dada a interpretaciones ministeriales que pudiera frustrar su desembarco en las grandes ligas de la política estatal.

Discreción ante todo

Torres se sabía ministro, pero públicamente evitó pronunciarse sobre si abandonaría la escena autonómica para irse a Madrid a ocupar algún cargo relevante. Consciente de que abrir el melón antes de hora podría generar un ruido desaconsejable, optó por dosificar sus comparecencias y declaraciones, apariciones públicas en las que a todas luces había iniciado la transición de local a nacional. La llegada del expresidente canario al Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática trae consigo dos lecturas, de legislatura y orgánica, estatal y local. Sánchez ha apostado por un secretario general que le ha dado muchas alegrías en las últimas convocatorias electorales.

placeholder El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, junto al entonces candidato a la reelección a la presidencia de Canarias, Ángel Víctor Torres. (EFE/Ramón de la Rocha)
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, junto al entonces candidato a la reelección a la presidencia de Canarias, Ángel Víctor Torres. (EFE/Ramón de la Rocha)

El PSOE canario ganó las autonómicas y en las generales de julio. Si no lo ha premiado lo parece. Si los buenos resultados en las urnas no fueran suficientes, las distintas catástrofes que las Islas han vivido en el transcurso de los últimos años —con Torres al frente del Ejecutivo autonómico— propiciaron que Sánchez y Torres compartieran muchísimas jornadas. El incendio en Tenerife fue el último episodio de la accidentada crónica que ha acompañado la presidencia de Torres. Hubo otros. Muchos. Sin duda, fue el volcán de La Palma (con incontables visitas del presidente) el acontecimiento que terminó de consolidar la buena relación, confianza y complicidad de Sánchez con el nuevo ministro de Política Territorial.

El líder del PSOE canario tiene defensores y detractores, quién no; sin embargo, a pie de calle cuenta con la simpatía de una legión de electores que no votan socialista pero a los que Ángel Víctor (a secas, sin apellidos) les cae bien. Si algo caló durante su mandato fue la idea de que Ángel Víctor (normalmente aludido así, como cuando se nombra a un familiar o a un conocido) es una buena persona, un buen hombre, buen tipo, buena gente. Mayores discrepancias genera su gestión, el balance de su mandato es otro cantar a ojos u oídos de contribuyentes o analistas, pero con el mantra de que Ángel Víctor es buena persona, un buen hombre, también conviven sus adversarios.

Foto: Pedro Sánchez, con María Jesús Montero, en el Congreso en el debate de investidura. (Reuters/Susana Vera)

Es probable que su carácter haya sido especialmente valorado por Pedro Sánchez para ponerlo al frente de un Ministerio que anuncia curvas cerradas, cortocircuitos y mar de fondo. Torres ha demostrado que tiene una paciencia que se acerca al infinito, una cintura suficientemente elástica, una forma de hacer política marcada por la mesura, la alergia a la confrontación y una zona de confort que tiene en el diálogo su libro de autoayuda. Es probable que la suma de estos factores haya construido al ministro que fue presidente. Esta es una lectura, la de las razones, situaciones y catástrofes que han hecho ministro a Torres. Hay otra. Queda la lectura canaria, la de las consecuencias que su nombramiento tendrá en las Islas.

Orgánicamente lo inmediato es dar por sentado que lejos de difuminarse su liderazgo sale fortalecido. O tal vez no. Dependerá de él. Si logra compatibilizar su agenda ministerial con la condición de secretario general (y candidatable en las autonómicas de 2027) todo seguirá igual; sin él, pero con él. Ahora bien, si el día a día de una legislatura endiablada lo engulle y aleja de la escena regional, entonces al PSOE de las Islas no le quedará otra que ir diseñando su relevo con la exministra Carolina Darias calentando en la banda.

Foto: Carolina Darias tras las elecciones del 28-M. (EFE/Elvira Urquijo A.)

En principio, la vida sigue tal cual. El futuro de Torres está ya ligado, para bien, y para mal, al del Gobierno de España. En Canarias tendrá que disimular su ausencia en la Cámara regional activando el protocolo del sucesor designado (sucesora, para ser exactos). De alguna manera, muchas cosas van a cambiar en las Islas sin que nada cambie. Hay quien ve en el nombramiento de Torres una vía para un posible pacto PSOE-Coalición Canaria. No ocurrirá. CC y PP están encantados con su reencuentro en el Ejecutivo regional. No habrá sorpresas.

Torres ha logrado una meta que interiorizó cuando pasó a la oposición en Canarias, ser ministrable (primero) y ministro (después). Él lo sabía desde verano. Sus afines lo daban por hecho. Su recorrido de estos últimos meses ha sido la crónica de una biografía ministerial no autorizada ni reconocida. Dos veces se lo confirmó Sánchez, pero calló. Dejó que se especulara. Cambió de relato y registro, pero lo hizo de puntillas, sin hacer más ruido del estrictamente necesario. El hombre bueno se ha plantado en Madrid. Ángel Víctor (así, a secas) ha demostrado que sabe moverse, y que tiene buena estrella. Su nombramiento es la crónica de la buena suerte de alguien a quien en las Islas algunos asocian a la mala suerte.

No esperó a que Alberto Núñez Feijóo fracasara en su intento de entrar en la Moncloa. Antes de que el líder del PP chocara frontalmente contra el muro de las aritméticas, Pedro Sánchez dijo a Ángel Víctor Torres que lo llamaría después de su investidura. El presidente en funciones había viajado a Tenerife para conocer sobre el terreno la evolución del incendio que azotó la Isla en verano. Pocos minutos antes de embarcar de regreso a Madrid, Sánchez y Torres se vieron brevemente en la sala de autoridades del aeropuerto de Los Rodeos, apenas un rato, pocos minutos, pero los suficientes para que el expresidente canario volviera a casa con un ministerio bajo el brazo.

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