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Aquí no hay quien viva (cuando toca pagar las facturas del vecino)
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Jaime Pérez-Llombet

Con siete puertas

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Aquí no hay quien viva (cuando toca pagar las facturas del vecino)

El Gobierno central tira de anestesia e intenta romper la unidad de acción de los vecinos, particularmente de los del PP. Divide y vencerás, palabra de Sun Tzu, de Pedro Sánchez y del administrador de la comunidad de vecinos

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el de Canarias, Fernando Clavijo. (EFE/Ramón De La Rocha)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el de Canarias, Fernando Clavijo. (EFE/Ramón De La Rocha)
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En mi comunidad tenemos un vecino, el del tercero, que lleva años gastando más de lo que debía (por encima de sus posibilidades, tirando de mantras del pasado reciente). Desatendiendo al gestor de la sucursal bancaria, y desoyendo a quienes le indicaban que debía apretarse el cinturón, normalizó gastar más de lo financieramente establecido. Se endeudó. Como todos, pero más. Otros vecinos optaron por acatar un techo de gasto o por aceptarlo, siquiera a regañadientes. Este fin de semana nos han dejado en el buzón una carta, del administrador de la finca, en la que se nos informa de que la comunidad va a condonarle al vecino el veinte por ciento de su deuda, unos 15.000 millones de euros.

Obviamente, lo que debe no va a quedar sin pagarse. Se va a abonar. Se la vamos a pagar entre todos los vecinos del edificio. Ni que decir tiene, a los propietarios que durante todos estos años han dejado de gastar o invertir, cumpliendo así con lo que se les advertía desde el banco o la comunidad, les queda la sensación de que han hecho el primo, y, sintiéndose timados, se preguntan por qué se penaliza a quienes sí han cumplido, porque, sota, caballo y rey, premiar (condonar) a aquellos que no lo hicieron conlleva una penalización indirecta (directa, más bien) a las comunidades autónomas que sí hicieron los deberes frente a quienes no cumplieron. Con todo, lo peor ha venido después.

Foto: El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonés. (EFE/Daniel González)

No conforme con dejarnos en el buzón el comunicado en el que se nos anuncia de que dos de cada diez euros de la deuda del vecino del tercero los pagaremos entre todos, el administrador ha ido más lejos. A su juicio, estas cosas unen mucho, dan sosiego, hacen patria, mejoran la convivencia de propietarios e inquilinos y, empleando un tono ofensivamente evangelizador, ha alimentado la idea de que quien se oponga desune, tensiona, siembra tempestades y rema contra el progreso y la estabilidad de la comunidad, del país.

Como era de esperar, algunos vecinos (todos, menos el beneficiado por la condonación del 20% de su deuda) han puesto el grito en el ascensor y en los rellanos, quejándose, no sin razón, de que el trato de favor al del tercero genera de forma automática un desequilibrio tan contable como injusto, sentando, además, un precedente, de tal forma que a partir de ahora nadie aceptará esfuerzos financieros porque el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, claro que sí, pero a las comunidades autónomas que han cumplido se les quitarán las ganas de hacerlo en el futuro.

Foto: La ministra de Hacienda en funciones y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero. (EP/Alejandro Martínez Vélez)

El administrador, acostumbrado a disparar con pólvora ajena, ha optado por generar confusión para acallar las protestas, la rebelión de los pagadores, de los cumplidores. En esa idea, tan eficaz como perversa, ha ido llamando uno a uno, puerta a puerta, para deslizarles que también a ellos se les pueden condonar algunos miles de millones que, ni que decir tiene, no es dinero que quede por pagar sino cantidades que se pagarán a desigual escote. Este domingo, en el rellano del séptimo piso, los del ático mantuvieron una discusión tirando a fuerte.

La deuda catalana

Uno de ellos fue de manual, y sentenció que la decisión de condonar parte la deuda a Cataluña debe enmarcarse en el acierto de hacer de la necesidad virtud, afirmación que fue inmediatamente respondida por el vecino del quinto. ¿Es virtuosa la necesidad? ¿Es la necesidad una virtud? ¿Debemos acatar la premisa del virtuosismo de la necesidad? Uno que pasó por allí, algo más leído, aludió a los estoicos para describir la actitud (y decisiones) del administrador de la finca. Tuvo respuesta. Pedro Sánchez no es estoico, los estoicos son los contribuyentes que deberán pagar la factura de otros —dijo, con un enfado mal disimulado—.

Foto: (iStock).

Siendo unos de los principios que resume el estoicismo hacer de la necesidad virtud, la apelación que ha hecho el presidente del Gobierno para justificar la ley de amnistía, luego trasladada intramuros y extramuros por ministros y portavoces más o menos oficiales para argumentar la condonación de una parte de la deuda catalana (y a partir de ahí, para lo que se tercie), ha provocado que algunas gargantas atribuyan Sánchez el perfil de los estoicos, alineándolo con algunos clásicos. Séneca o Marco Aurelio, entre otros.

La afirmación, acuñada por el presidente, está siendo utilizada por los suyos de dentro y fuera como esas llaves maestras que abren todas las habitaciones del hotel. La receta consiste en es repetirla una y otra vez, generar una lluvia fina que cale en el imaginario colectivo, abonando el mantra (otro más) que de la necesidad puede desencadenar virtudes de la vida de las personas, vecinos, contribuyentes, extremeños, cántabros o canarios. Canarias sí cumplió, hizo su tarea. Renunciando a gastos que años atrás eran tan necesarios como la virtud, en el archipiélago sí hubo ajuste de cinturón.

placeholder El presidente de Canarias, Fernando Clavijo (CC) junto al jefe del Gobierno central, Pedro Sánchez. (EFE/Ramón de La Rocha)
El presidente de Canarias, Fernando Clavijo (CC) junto al jefe del Gobierno central, Pedro Sánchez. (EFE/Ramón de La Rocha)

Y ahora, al leer la carta que el Gobierno de España ha dejado en los buzones, informando de que al del tercero se le condonará el 20% de su deuda y, sobre todo, que esos quince mil millones habrá que pagarlos entre todos, en las Islas crece la sensación de que cumplir se penaliza en la medida en que se premia a quienes no han cumplido. A nadie le gusta ser el tonto de la clase. Cuando se vuelva a pedir disciplina ninguna comunidad —tampoco Canarias— encontrará razones para explicar, a quienes piden mejoras en los servicios públicos, que hay que ser austeros y responsables.

4.200 millones

No estamos en contra de condonar deuda a Cataluña, pero debe haber igualdad —ha dicho el presidente regional, Fernando Clavijo, para acto seguido mostrarse abierto a pedir que se pueda condonar la deuda pública que la administración autonómica mantiene con entidades financieras—. La contención presupuestaria ha ido por barrios, comunidades autónomas o pisos de la comunidad de vecinos. Canarias cumplió y ahora se duda si fue una decisión acertada. En las Islas hay partidos (Nueva Canarias) que piden al Estado la condonación al archipiélago de 4.200 millones de euros de deuda, advirtiendo, no sin razón, de que la quita acordada con Cataluña sienta un precedente envenenado de cara a una hipotética, y siempre aplazada, negociación de la reforma de la financiación autonómica.

El Gobierno central tira de anestesia e intenta romper la unidad de acción de los vecinos, particularmente de los del PP. Una estrategia que, alejada del estoicismo, pone a los tácticos socialistas en la órbita de los emperadores romanos, Maquiavelo y El arte de la guerra. Divide y vencerás, palabra de Sun Tzu, de Pedro Sánchez y del administrador de la comunidad de vecinos.

En mi comunidad tenemos un vecino, el del tercero, que lleva años gastando más de lo que debía (por encima de sus posibilidades, tirando de mantras del pasado reciente). Desatendiendo al gestor de la sucursal bancaria, y desoyendo a quienes le indicaban que debía apretarse el cinturón, normalizó gastar más de lo financieramente establecido. Se endeudó. Como todos, pero más. Otros vecinos optaron por acatar un techo de gasto o por aceptarlo, siquiera a regañadientes. Este fin de semana nos han dejado en el buzón una carta, del administrador de la finca, en la que se nos informa de que la comunidad va a condonarle al vecino el veinte por ciento de su deuda, unos 15.000 millones de euros.

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