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El desmarque de Oramas (con CC esperando a Sánchez en la 'bajadita' de las votaciones)
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Jaime Pérez-Llombet

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El desmarque de Oramas (con CC esperando a Sánchez en la 'bajadita' de las votaciones)

Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia. A sabiendas de que su voz se escucha con fuerza entre los suyos, sean votantes o dirigentes, Ana

Foto: Ana Oramas, en un pleno en el Congreso. (EFE/Javier Lizón)
Ana Oramas, en un pleno en el Congreso. (EFE/Javier Lizón)
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Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia. A sabiendas de que su voz se escucha con fuerza entre los suyos, sean votantes o dirigentes, Ana Oramas, ex portavoz de Coalición Canaria, ha echado gasolina en la herida de aquellos a quienes el de CC en la investidura de Pedro Sánchez les ha sentado peor que mal. Oramas es consciente de que cualquier afirmación que haga retumbará en los oídos de sus feligreses con el eco que se asocia a las iglesias y, con esa certeza, haya leído o no a Marcel Proust, sabe la ex portavoz parlamentaria que aunque sus opiniones nada cambien, todo cambia, especialmente ahora que en sus filas están volcados en explicar las bondades del al reelegido presidente; un sí, el de la diputada Cristina Valido, que para Oramas debió ser abstención o rechazo porque a su juicio Sánchez no cumplirá lo pactado. Quien fue la voz de CC en el Congreso ha dado a la dirigencia de su partido donde más duele, en el momento que más escuece. Oramas no es la chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, no tiene vocación incendiaria, pero se siente verso suelto y actúa en consecuencia.

Sabe que a muchos votantes de CC el de Valido en la sesión de investidura se les ha atragantado, mucho. Y, sin duda, le consta que en Coalición llevan semanas evangelizando sobre las razones del sí, argumentos que, con tanta pedagogía como perseverancia, los líderes de la formación trasladan a propios y extraños, comenzando por los compromisos contenidos en la agenda canaria —firmada por los socialistas— y rematándolo con la centralidad que a CC le permite gobernar en las Islas con el PP, tener un acuerdo con el PSOE en Madrid y, abracadabra, neutralizar a los socialistas canarios como oposición.

Oramas no se ha detenido en los contenidos del acuerdo. Apunta con su linterna en otra dirección. Se detiene en lo que augura flagrante incumplimiento contractual. Su desmarque lo fundamenta en la convicción, suya, de ella, de que Sánchez no cumplirá lo pactado con Coalición, y, partiendo de esa premisa, concluye que la legislatura avanzará hacia la demostración de que CC ha asumido un desgaste gratuito porque los socialistas incumplirán el contrato. Las dudas de Oramas son razonables. Qué acuerdo no es susceptible de ser incumplido total o parcialmente. Qué pacto puede acabar evaporándose por falta de voluntad o, en su caso, porque cambian las ecuaciones y aritméticas parlamentarias. Y, volviendo a Proust, si cambian todo cambia.

Foto: Ana Oramas, frente a Sánchez, Carmen Calvo y Dolores Delgado. (EFE/Mariscal)

Yo no me fío de Sánchez, habría preferido abstenerme —ha dicho la ex portavoz—. Si el PSOE no necesita a Coalición no cumplirá con los veinticinco puntos firmados, apuntó. Oramas fue más lejos. A diferencia de mí —recalcó— en mi partido creen que con la firma de la agenda canaria tienen garantizado el cumplimiento. Cuando Ana Oramas habla, y lo hace sintiéndose tan libre como cuando con anterioridad desatendió las indicaciones de su organización y votó lo que consideró, sus parroquianos la escuchan. Esta vez lo ha hecho en un momento delicado para los suyos, precisamente ahora que, extintor en mano, intentan calmar los ánimos de sus votantes, en primer lugar, y, en segundo término, se afanan en demostrarles que ela Sánchez ha sido un sacrificio cargado de utilidad, pragmatismo y sentido de la oportunidad. Oramas siembra dudas coincidiendo con la tempestad que ha dejado a su paso el de CC a Sánchez y, de paso, provoca que en las filas de Coalición recuerden que si el Gobierno incumple esperarán al presidente y a los ministros en la 'bajadita', expresión con marcado acento venezolano que, utilizada por Valido en la sesión de investidura, en lenguaje parlamentario se traduce en poner las cosas difíciles al PSOE en el día a día de la legislatura, particularmente en las comisiones.

En Coalición son tajantes cuando se les pone sobre la mesa un escenario de incumplimiento. Si nos la juegan les haremos la vida imposible en las comisiones parlamentarias —apuntan—. No se quedan ahí. En CC se reivindican como llave (o llavín) de las votaciones que se sucederán una vez eche a andar, ya finalizadas las liturgias, la legislatura. Tenemos mecanismos para hacer cumplir lo pactado, dicen. Están convencidos de que su voto, en presupuestos u otros hitos parlamentarios, disparará su cotización cada vez que alguno de los socios de Sánchez se ponga de perfil o a la contra. No pretenden huir del enfado que el al presidente ha incrustado en parte de su electorado, el objetivo es otro. La meta pasa por hacerles ver que el bien mereció el mal trago de la investidura.

"A los nacionalistas les queda un camino, largo, para lograr que el incendio del 'sí' pase de controlado a extinguido"

Lejos de alimentar dudas sobre si lo pactado acabará evaporándose al calor de las matemáticas parlamentarias —tesis defendida por Oramas— en CC consideran que cuando vayan materializándose los compromisos, en las Islas pasarán del no o de la abstención que argumenta la ex portavoz al sí de Cristina Valido. A Coalición le va la vida en demostrar a los propios que ha merecido la pena, que las Islas lo van a rentabilizar. De ahí el desconcierto que les ha provocado que Oramas les contraargumente, no ya en bodas o cumpleaños, sino en un plató de televisión.

A los nacionalistas les queda un camino, largo, para lograr que el incendio del pase de controlado a extinguido. Ahora, en caliente, no hay millones de euros, gratuidades del transporte público o mejoras competenciales que, a ojos de una parte de su electorado, justifiquen un sí a Sánchez. Solo una lluvia fina de resultados tangibles puede enfriar el ánimo de los votantes con los que se ha alineado Oramas, con los cabreados. El posicionamiento de la ex portavoz irá quedando atrás en el calendario, pero huella ha dejado, y, dado el tirón que tiene en la calle, aunque nada cambie, todo cambia —entre algunos votantes— si ella cambia las razones del por los argumentos para la abstención o el no. La vida continuará, en CC seguirán adelante con su apuesta por la centralidad, el pragmatismo y la utilidad como bandera o tarjeta de presentación, pero la contraprogramación de Oramas lejos de calmar los ánimos, ha reavivado el fuego que se ha desatado en parte del electorado de Coalición, votantes que escuchándola se sienten acompañados en su enfado. Nada cambia. Todo cambia.

Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia. A sabiendas de que su voz se escucha con fuerza entre los suyos, sean votantes o dirigentes, Ana Oramas, ex portavoz de Coalición Canaria, ha echado gasolina en la herida de aquellos a quienes el de CC en la investidura de Pedro Sánchez les ha sentado peor que mal. Oramas es consciente de que cualquier afirmación que haga retumbará en los oídos de sus feligreses con el eco que se asocia a las iglesias y, con esa certeza, haya leído o no a Marcel Proust, sabe la ex portavoz parlamentaria que aunque sus opiniones nada cambien, todo cambia, especialmente ahora que en sus filas están volcados en explicar las bondades del al reelegido presidente; un sí, el de la diputada Cristina Valido, que para Oramas debió ser abstención o rechazo porque a su juicio Sánchez no cumplirá lo pactado. Quien fue la voz de CC en el Congreso ha dado a la dirigencia de su partido donde más duele, en el momento que más escuece. Oramas no es la chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, no tiene vocación incendiaria, pero se siente verso suelto y actúa en consecuencia.

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