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¿Qué fue de Carolina Darias? La exministra y el principio de Arquímedes
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Jaime Pérez-Llombet

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¿Qué fue de Carolina Darias? La exministra y el principio de Arquímedes

No toca estar en otras pistas del circo, no asoma salvo para asuntos que tengan que ver con su actual desafío, que no es otro que ser alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria

Foto: Carolina Darias felicita a Ángel Víctor Torres en su toma de posesión como ministro de Política Territorial. (EFE/Rodrigo Jimenez)
Carolina Darias felicita a Ángel Víctor Torres en su toma de posesión como ministro de Política Territorial. (EFE/Rodrigo Jimenez)
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Según el principio de Arquímedes, que la exministra conoce perfectamente, todo cuerpo sumergido dentro de un fluido experimenta una fuerza ascendente, llamada empuje, equivalente al peso del fluido desalojado por el cuerpo. Aplicado al nadar, tirar un objeto al agua o, en el caso de Carolina Darias, cuando en política se maneja con destreza el arte de sumergirse para emerger en cualquier coyuntura, espacio temporal o circunstancia, el principio de Arquímedes ayuda a explicar cómo quien ha sido ministra de Política Territorial y de Sanidad ha estado y sigue en primera fila sin dar señales de agotamiento o desgaste. Darias descubrió hace años que se puede ser estrella sin comportarse como tal, estar sin estar —pero sin dejar de estar— sin pirotecnias ni exceso de decibelios, ignífuga, insumergible, impermeable, capaz, entre otras pruebas de resistencia, de ponerse al frente de Sanidad con la pandemia paralizando la vida, capear la tormenta y dejar el Ministerio sin rasguños suficientemente visibles.

¿Qué fue de Carolina Darias?, ¿por qué ha dejado de escucharse una de las voces, con fácil eco o repercusión, en la convulsa escena parlamentaria e informativa? La exministra sigue cocinando con su receta, con discreción, exiliada de los debates que sacuden el día a día, consciente de que corren malos tiempos para zambullirse en esa piscina, metida en la gestión municipal, no ya local ni regional, únicamente alcaldesa, punto final. No toca estar en otras pistas del circo, no asoma salvo para asuntos que tengan que ver con su actual desafío, que no es otro que ser alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria.

Darias está siendo más Carolina que nunca. Se sabe en una posición privilegiada, socia del selecto grupo de dirigentes socialistas que pueden ser cualquier cosa en cualquier momento. No ahora, no es el momento, pero para 2027 queda una eternidad o un suspiro, y no es en absoluto descartable que Carolina Darias acabe siendo el cartel del PSOE canario, la candidata socialista a la presidencia del Gobierno en las islas. Siguiendo al pie de la letra su código de circulación, la alcaldesa no habla, responde, susurra o insinúa sobre esa posibilidad. No lo hará. No está en su naturaleza ir un minuto por delante de los acontecimientos. Al contrario, una de las razones de su éxito describe su escaso afán de protagonismo, una inquebrantable capacidad para, lejos de precipitarse, anunciar las cosas que ocurren cuando realmente ocurren.

El PSOE se juega mucho en Canarias. En las últimas convocatorias electorales las islas han dado alegrías al presidente del Gobierno y secretario general. Sabe Sánchez que, si bien no hay territorio que no deba trabajar adecuadamente, en Canarias tiene una factoría de papeletas socialistas que no puede echar a perder porque, con la que está cayendo, nunca se sabe qué o cuándo será lo siguiente. Sánchez cree en Darias, y Carolina en Pedro. También apostaba por ella quien reinó durante décadas en el socialismo canario, Jerónimo Saavedra. La exministra flota, siempre.

Foto: Carolina Darias, en una vista en Logroño cuando todavía era ministra de Sanidad. (EFE/Raquel Manzanares)

¿Qué fue de Carolina Darias? No ha dejado de estar, pero a otra cosa. Encontrar unas declaraciones de la exministra pronunciándose sobre los múltiples incendios que mantienen al país en una interminable ola de calor es misión imposible. Mantiene esa puerta cerrada. No habla. Tampoco insinúa. Está en lo que está. Contado a su manera, la alcaldesa está invirtiendo todas sus horas en poner en orden la política de personal del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, nombrando gerentes de áreas, incorporando directivos. La sala de máquinas echa humo —dijo cuando hizo balance de sus primeros cien días al frente de la Corporación—. Darias ha sustituido los ministerios por los barrios y la gestión sanitaria por los capítulos que marcan el día a día de cualquier ciudad, también en la suya, como la limpieza, la dinamización, las asociaciones vecinales, qué decir de los carnavales o de otros compromisos contenidos en el catálogo.

¿Qué fue de Carolina?, ¿dónde está Darias? Son preguntas que, con más frecuencia de lo que pudiera parecer, se hacen quienes están en el caldo político e informativo de Madrid y adyacentes. Está. Meses atrás, cuando lanzó su candidatura a la Alcaldía, pronunció una frase que radiografía a una dirigente que, cómoda en el perfil bajo, siempre se ha movido en los escalones más altos de la escalera institucional. "Casi todo ha sido difícil, pero casi todo ha sido posible", sentenció. La frase la retrata. Darias en estado puro. Lo difícil y lo posible. Cuando aceptó el encargo de ponerse al frente del Ministerio de Sanidad muchos compañeros y conocidos se decían que ese paso —heroico, en aquel momento— dibujaba la decisión más arriesgada en alguien alérgica a hacer triples saltos mortales sin red. No le tembló el pulso. Quien lo ha sido prácticamente todo —presidenta del Parlamento de Canarias, consejera autonómica o delegada del Gobierno, entre otras responsabilidades— ejerció atendiendo a su principal característica: con oficio. Es una profesional de la política que hace política sin que se note —orgánicamente, al menos—. Darias pasó por los ministerios de Política Territorial —ahora ocupada por su secretario general en las islas, Ángel Víctor Torres— y de Sanidad cumpliendo, sin afán de protagonismo ni errores que dejaran huella, con oficio. Ni estrella ni estrellada, marca de la casa.

Foto: Carolina Darias, en la toma de posesión como alcaldesa. (EFE/Ángel Medina)
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Jaime Pérez-Llombet. Santa Cruz de Tenerife

Torres, candidato a la Presidencia del Gobierno canario el año pasado, la observa de reojo. El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática es consciente de que, a fecha de hoy, nadie le hace sombra en el PSOE del archipiélago; con la excepción de Carolina Darias, ahí tiene una alternativa que, llegado el momento, el partido puede lanzar con el reto de convertirla en la primera mujer que presida el Ejecutivo regional. No se está postulando, no es su estilo. La alcaldesa crece como posible candidata a la Presidencia sin necesidad de mover ficha. Su jugada no pasa por agitarle la posición a Ángel Víctor Torres. Su fórmula, la de siempre, es hacerlo bien donde está, y que Sánchez y el destino decidan. Darias no tiene prisa. Prefiere trabajar sin llamar demasiado la atención, visible pero sumergida para no desgastarse con lo que no toca, confiando en que, como siempre, se cumpla el principio de Arquímedes para que sus opciones experimenten una fuerza ascendente, llamada empuje, equivalente al peso que, esté quien esté, Carolina Darias tiene en su partido.

Según el principio de Arquímedes, que la exministra conoce perfectamente, todo cuerpo sumergido dentro de un fluido experimenta una fuerza ascendente, llamada empuje, equivalente al peso del fluido desalojado por el cuerpo. Aplicado al nadar, tirar un objeto al agua o, en el caso de Carolina Darias, cuando en política se maneja con destreza el arte de sumergirse para emerger en cualquier coyuntura, espacio temporal o circunstancia, el principio de Arquímedes ayuda a explicar cómo quien ha sido ministra de Política Territorial y de Sanidad ha estado y sigue en primera fila sin dar señales de agotamiento o desgaste. Darias descubrió hace años que se puede ser estrella sin comportarse como tal, estar sin estar —pero sin dejar de estar— sin pirotecnias ni exceso de decibelios, ignífuga, insumergible, impermeable, capaz, entre otras pruebas de resistencia, de ponerse al frente de Sanidad con la pandemia paralizando la vida, capear la tormenta y dejar el Ministerio sin rasguños suficientemente visibles.

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