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El riesgo (cada vez mayor) de acabar emulando a la orquesta del Titanic
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Jaime Pérez-Llombet

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El riesgo (cada vez mayor) de acabar emulando a la orquesta del Titanic

Los socios parlamentarios de Pedro Sánchez deben estar preguntándose quién es la viuda negra en la relación que los une, si el presidente o ellos

Foto: La diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido, en el Congreso. (EP/Eduardo Parra)
La diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido, en el Congreso. (EP/Eduardo Parra)
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Los socios parlamentarios de Pedro Sánchez deben estar preguntándose quién es la viuda negra en la relación que los une, si el presidente o ellos. Si concluyen que la araña es el presidente, saltarán del coche más pronto que tarde, desmarcándose a paso ligero, no vaya a ser que la asociación con el PSOE (con este PSOE) acabe arrastrándolos a la puerta de un desguace electoral. Si, por el contrario, ven en la creciente debilidad de los socialistas una oportunidad para redoblar las exigencias, ejercerán de viuda con calma, sin prisas, dejándolo correr.

Las pistas que han dejado a su paso las elecciones gallegas anuncian que a los compañeros de viaje del presidente no les queda otra que subir de forma tan significativa como visible el precio del bacalao. Únicamente comportándose como taxidermistas presupuestarios y legislativos, podrán rentabilizar en las urnas haber sido los colaboradores necesarios de la última resurrección de Sánchez. Con todo, lo sustancial no es tanto cómo les vaya el negocio a quienes sostienen al actual Gobierno, sino preguntarse qué país y qué PSOE encontraremos en el día después del presidente; porque, incluso tratándose de él, experto en renacer una y otra vez, llegará el final de su tiempo en Moncloa.

No es aconsejable importar al resto del país lo ocurrido este domingo —o exportarlo, visto desde la óptica gallega—. Cada territorio tiene sus particularidades sociológicas, hábitos, idiolectos y esquemas mentales. Ahora bien, tanto se empeñaron los socialistas en reconvertir unos comicios autonómicos en una enmienda a la totalidad que, ya puestos, cómo establecer ahora un cortafuegos para evitar que el incendio del fiasco de las izquierdas llegue a Madrid. Y a Canarias, también. Coalición debe preguntarse cómo gestionar a partir de esta semana su malquerida asociación con una mayoría parlamentaria en labores de salvamento y socorrismo de unos socios de gobierno que, a la baja, retroceden en cada vez más territorios y que, si la tendencia va a más, acabarán contagiando su mala estrella a quienes los acompañan.

Foto: Feijóo, en un mitin en campaña electoral. (Europa Press) Opinión

Las sensaciones que deja lo de Galicia obligan a los socios de Sánchez a subir el listón de exigencias tanto como sea necesario para que, a ojos de los suyos, quede claro que valió la pena, que, calculadora en mano, tenía razón de ser sostenerlo. Catalanes y vascos lo tienen más fácil porque su peso les garantiza que se proyecte lo mucho que les renta mantener al presidente. La situación de CC es diferente. A Coalición le cuesta más que los propios perciban que el precio del apoyo a Sánchez bien merece continuar en la foto de esa mayoría.

La legislatura llega con prontitud a un punto donde eres viuda negra o su víctima, una cosa o la otra. Mañana no habrá elecciones generales, tampoco el próximo fin de semana, pero lo que ha pasado en Galicia, la desaparición de las herederas de Pablo Iglesias, la constatación de que las franquicias de Yolanda Díaz están alunizando el satélite de la fugacidad o el progresivo encogimiento de los socialistas, lo uno y lo otro, metido en una coctelera, anuncian que el país avanza a paso firme hacia el desconcierto generalizado de las izquierdas. Es pronto, sí, pero lo ocurrido en Galicia tiene mucha pinta de describir la primera temporada de una serie que tendrá sus secuelas en el País Vasco y Cataluña, territorios en los que más que previsiblemente se confirme que el PSOE ha sacrificado buena parte de su implantación con sus acuerdos leoninos, con sus pactos con el diablo, con asociaciones en las que cada vez con mayor claridad los socialistas están descubriendo que la viuda negra son otros, y no, como creyeron, quien, secretario general, ha metido al partido en un lío que va a tardar en cicatrizar.

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Galicia no es España. Galicia no es Canarias. Sin embargo, las señales son ilustrativas. Las gallegas no borran los errores cometidos por Alberto Núñez Feijóo, ni lo convierten en inminente presidente del Gobierno de España. No es eso. Es otra cosa. Es que lo de este fin de semana crea realidad, construye contexto, alimenta una atmósfera que sitúa a las izquierdas en una crisis de confianza y a la derecha al alza, y es ahí, justo en ese espacio, donde Coalición Canaria siempre, y también ahora, se la juega. CC es especialista en saltar del barco antes de que impacte con el iceberg de tendencias electorales desfavorables. El tortazo que los inquilinos de Moncloa se dieron el domingo no provocará que Coalición salga corriendo, pero les deja mal cuerpo, esa sensación de que el desgaste de Sánchez está precipitándose y que, siendo así, cuanto antes se materialicen algunos de los puntos de la agenda canaria —tanto como sea necesario para venderlo adecuadamente en las Islas— antes podrán salirse de la foto de la actual mayoría parlamentaria.

Coalición gobierna en el archipiélago con el PP e intenta rentabilizar en el Congreso de los Diputados su condición de escaño intermitentemente necesario en algunas votaciones y comisiones parlamentarias. De alguna forma, podría pensarse que, a ojos del común de los espectadores, la suya es una posición y actitud equidistante; sin embargo, no es así, en la crónica de sus pactos lo que trasciende, lo que llega, es que en Madrid apoyan a Sánchez. De ahí las dudas, especialmente ahora que lo ocurrido en Galicia construye realidad y anuncia que a la buena estrella de Sánchez se le está acabando la batería.

Coalición Canaria siempre se ha caracterizado por descartarse como orquesta del Titanic cuando las cosas se tuercen. El reloj avanza contra las prisas de CC, entre otras razones, pero preferentemente, porque el atasco con el dictamen de la proposición de Ley Orgánica de Amnistía —evidenciada con la solicitud de la ampliación del plazo para la emisión de un nuevo dictamen— y la demora cada vez más preocupante en la materialización de los Presupuestos Generales del Estado conllevan un retraso sin final cierto (un constante deslizar sobre el calendario los resultados tangibles) que Coalición no puede permitirse. El caso de CC no es equiparable al de los otros socios de Sánchez. Lo de las urnas gallegas incrementa la preocupación y quizá también las dudas sobre las bondades del acuerdo con este PSOE. El problema de Coalición Canaria es que el desgaste de Sánchez se acelera al ritmo que se desaceleran los compromisos del presidente con CC. No quieren ser la orquesta del Titanic. No lo serán. Saltarán del barco antes de que los inquilinos de Moncloa impacten contra el iceberg de una legislatura insostenible

Los socios parlamentarios de Pedro Sánchez deben estar preguntándose quién es la viuda negra en la relación que los une, si el presidente o ellos. Si concluyen que la araña es el presidente, saltarán del coche más pronto que tarde, desmarcándose a paso ligero, no vaya a ser que la asociación con el PSOE (con este PSOE) acabe arrastrándolos a la puerta de un desguace electoral. Si, por el contrario, ven en la creciente debilidad de los socialistas una oportunidad para redoblar las exigencias, ejercerán de viuda con calma, sin prisas, dejándolo correr.

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