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Parecía la mujer perfecta y era una auténtica chalada
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Carlos Prieto

La caída de Saigón

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Parecía la mujer perfecta y era una auténtica chalada

¿Estamos viviendo los últimos días del sanchismo? ¿O no? Desbarros, volantazos y psicodramas de la campaña. Crónicas costumbristas (y absurdas) desde el frente electoral

Foto: Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en el debate electoral del pasado lunes. (Reuters/Juan Medina)
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en el debate electoral del pasado lunes. (Reuters/Juan Medina)

Escena uno: en la película Matrimonio compulsivo, un madurito poco afortunado en el amor (Ben Stiller) conoce a una mujer fabulosa (Malin Akerman) y se casan del tirón. Durante la luna de miel, el hombre descubre que la mujer perfecta es la chalada más tóxica de la tierra. Lo siguiente es una comedia abrasiva de los hermanos Farrelly sobre la pavorosa línea entre la expectativa y el chasco.

Escena dos: en los años sesenta, el psicólogo Robert Rosenthal dijo a unos profesores que varios de sus nuevos alumnos eran más listos que los demás. Rosenthal lo sabía porque les había hecho pruebas previas. Al final del curso, los estudiantes señalados sacaron las mejores calificaciones, como Rosenthal había predicho, salvo que el psicólogo los había escogido al azar... Involuntariamente, los profesores cumplieron las expectativas sobre sus alumnos. Profecía autocumplida. El experimento Pigmalión: o cómo las expectativas pueden llegar a devorar la realidad.

Al lío

Nadie daba un duro por esta campaña, estaba demasiado pegada a la otra y todo el pescado parecía vendido, pero en lugar de tedio, estamos teniendo montaña rusa de emociones.

Foto: Propaganda electoral en la calle. (Reuters/Jon Nazca) Opinión
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Cuando un apurado Pedro Sánchez anunció una gira mediática por medios incómodos, la derecha se frotó las manos: el presidente salía de la burbuja para pisar territorio hostil, donde sería fácilmente vapuleado. Pero ocurrió lo contrario, Sánchez salió victorioso de la gira… y la izquierda se vino arriba antes de tiempo.

Psicodrama de expectativas destruidas en dos actos. 1) Parte de la derecha confundió a Pablo Motos con Oriana Fallaci, y cuando Sánchez se paseó en El Hormiguero, cargó contra Motos por blandengue. 2) Parte de la izquierda pensaba que Sánchez pasaría por encima de Feijóo en el debate a dos. No pasó eso. ¿Fue al menos un empate? Da absolutamente igual: las expectativas ya estaban rotas y Sánchez había perdido.

La derecha confundió a Motos con Oriana Fallaci y la izquierda, a Feijóo con un asustado gangoso

Las expectativas lo son casi todo en política y hubo una gestión errática de las mismas previa al debate. Como Sánchez iba por detrás en las encuestas, propuso seis debates a Feijóo, que, con menos que ganar, aceptó uno y gracias. Fue un mero cálculo electoral del PP, pero el relato surgido fue otro: que Feijóo tenía miedo. Que tras asaltar El Hormiguero, Sánchez era el nuevo Sócrates y Feijóo, un gangoso asustado.

Pero, a los 10 minutos de empezar el debate, se vio que la película era otra. Feijóo no se inmutaba (ni cuando golpeaba ni cuando hacía contabilidad creativa con los datos) y Sánchez, pasado de frenada y corto de Lexatines, estaba trabado. A Sánchez le habían dicho que se merendaría a Feijóo, pero apenas le coló dos réplicas (igual se preparó regulín el debate).

Foto: Alberto Núñez Feijóo, en el debate electoral de Atresmedia. (Reuters/Juan Medina)

En Galicia ya conocían a Feijóo, pero como son gallegos, no expresaron con claridad a qué nos enfrentábamos. Uno no aguanta 30 años en primera línea de la política así como así (en efecto, esto es una frase inquietante). Como una de esas películas en las que unos excursionistas llegan a la cabaña de unos simpáticos labriegos y lo pasan en grande (spoiler: los excursionistas acaban desollados), Sánchez fue a darle el pésame retórico a Feijóo, y le aplicaron el mazo gallego.

Tiembla Sánchez, sí, pero igual Ayuso también tenía otras expectativas sobre las habilidades de Feijóo...

Escena uno: en la película Matrimonio compulsivo, un madurito poco afortunado en el amor (Ben Stiller) conoce a una mujer fabulosa (Malin Akerman) y se casan del tirón. Durante la luna de miel, el hombre descubre que la mujer perfecta es la chalada más tóxica de la tierra. Lo siguiente es una comedia abrasiva de los hermanos Farrelly sobre la pavorosa línea entre la expectativa y el chasco.

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