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El momento Chimo Bayo de Alberto Núñez Feijóo
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Carlos Prieto

La caída de Saigón

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El momento Chimo Bayo de Alberto Núñez Feijóo

¿Estamos viviendo los últimos días del sanchismo? ¿O no? Desbarros, volantazos y psicodramas de la campaña. Crónicas costumbristas (y absurdas) desde el frente electoral

Foto: El candidato por el PP a la presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, en un acto electoral en Alicante. (EFE/Morell)
El candidato por el PP a la presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, en un acto electoral en Alicante. (EFE/Morell)

En la recién estrenada séptima parte de Misión imposible, hay una antológica persecución entre una tanqueta y un Fiat 500 amarillo por las calles de Roma. La tanqueta va como una loca y el Fiat 500 —conducido por un Tom Cruise esposado a una amiga—, al borde permanente del aplastamiento.

Esta escena la hemos visto varias veces en la campaña electoral. Primero, condujo Feijóo la tanqueta (tras ganar las autonómicas, parecía que llegaría a la Moncloa sin necesidad de hacer nada). Luego, Sánchez agarró el tanque: su exitosa gira mediática alimentó el relato épico de la remontada, al tiempo que Feijóo se enredaba en los pactos con Vox. Ahora, tras el cara a cara, Feijóo va a 320 con la tanqueta y el Fiat de Sánchez ha saltado a un precipicio con consecuencias desconocidas…

Foto: Aznar, Feijóo y Rajoy, en 2010. (EFE) Opinión

Más que una campaña, narramos una persecución a vida o muerte. Es cierto que unas elecciones son un poco así, se gana o se pierde, lo raro es que el ciclo vencedores y vencidos cambie cada 72 horas. La campaña está siendo, en definitiva, muy emocional.

En los últimos 45 días, Sánchez ha sido el presidente acabado al que le movían la silla, el político que adelantaba elecciones a la desesperada, el hombre bajo el puente y el moribundo que iba a El hormiguero a que le pusieran la puntilla. Pero también: un lince toreando comunicadores, el mayor piquito de oro desde Obama, un estadista que derrochaba carisma telegénico y un rival retórico tan fuerte que la derecha le evitaba con pavor. Y por último: el señor que no sabe decir dos frases seguidas en un cara a cara, el tertuliano inexperto y el alumno al que le echaron del club de debate por paquete. Todo, la misma persona.

La estrategia de campaña del PSOE ha pasado de magistral a puta mierda en 24 horas. ¿Y la del PP? Exactamente al revés

Como corolario: la estrategia de campaña del PSOE ha pasado de magistral a puta mierda en 24 horas. ¿Y la del PP? Exactamente al revés.

Feijóo, por su parte, ha sido el gallego paciente que cogió el tren del liderazgo del PP en el momento oportuno, el político que solo tenía que ver cómo el sanchismo implosionaba para llegar a la Moncloa. Pero también: el líder incapaz de gestionar los pactos de Vox con el PP/el mindundi al que los barones del PP se le subían a las barbas, y el niño con miedo a debatir con Sánchez por falta de pericia comunicativa. Pero ahora viene lo bueno…

Un día en la vida de Feijóo

Ni los suyos pensaban que Feijóo ganaría el cara a cara a Sánchez sin despeinarse. Y, claro, tras la victoria inesperada, la rave de Feijóo ha llegado a la ciudad. El momento Chimo Bayo. El gran subidón.

Don Alberto Núñez Feijóo es ahora una mezcla entre Churchill, JFK y Giscard d'Estaing.

Feijóo tiene la mentalidad de Rafa Nadal, la inteligencia de Arquímedes y la fogosidad de Rocco Siffredi.

Foto: Foto: Reuters/Borja Suárez.

Un día normal en la vida de Alberto Núñez Feijóo consiste ahora en:

5:20. Feijóo se levanta, hace 5.000 flexiones y estudia lenguas muertas.

8:20. Feijóo cura a 200 paralíticos en El Escorial.

12:30. Feijóo impide que un meteorito destruya la Tierra.

Foto: Alberto Núñez Feijóo y Yolanda Díaz en Santiago. (EFE) Opinión

13:20. Mahatma Gandhi toma un bol de arroz con Feijóo y le felicita por su inspiradora carrera.

¡Y todavía no es la hora de comer!

¿Qué hace Sánchez mientras tanto? Sánchez, juguete roto (one more time).

En Misión imposible 7, un tren cae al vacío con Tom Cruise dentro; parece el fin, pero el fulano hace papilla la ley de la gravedad en apoteósico homenaje a Buster Keaton. Háganse un favor: no den por muerto a Sánchez hasta que Sánchez esté muerto. Que ya nos conocemos.

En la recién estrenada séptima parte de Misión imposible, hay una antológica persecución entre una tanqueta y un Fiat 500 amarillo por las calles de Roma. La tanqueta va como una loca y el Fiat 500 —conducido por un Tom Cruise esposado a una amiga—, al borde permanente del aplastamiento.

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