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La España de los balcones: bronca gratuita, amante secreta y boda roja
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Carlos Prieto

La caída de Saigón

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La España de los balcones: bronca gratuita, amante secreta y boda roja

La versión destilada del psicodrama humano de la política institucional se da en los balcones las noches electorales. La zona cero de la gestión emocional y competitiva del poder. De Feijóo a González y de Iglesias a Arrimadas

Foto: Ayuso y Feijóo celebrando el triunfo del PP el 28-M. (EFE)
Ayuso y Feijóo celebrando el triunfo del PP el 28-M. (EFE)
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La Tierra gira alrededor del sol, en Inglaterra se toma el té a las cinco y si has tenido un resultado electoral decepcionante, saldrás al balcón rodeado de mucha gente...

Fue uno de los momentos más embarazosos de la noche electoral: Santiago Abascal resistiéndose a dirigirse a sus militantes para celebrar unos resultados frustrantes (pérdida de un tercio de diputados y sin posibilidades de gobierno). "Yo no iba a subir, esto no estaba decidido", aseguró el líder de Vox entre bambalinas. Grabada por una cámara, la escena terminó con Abascal optando por la socialización de la derrota: "Venga, vamos, pero todos, ¿dónde está Ignacio?" [Garriga, secretario de organización de Vox].

No hay que ser balconólogo para comprender que la celebración de Alberto Núñez Feijóo la noche electoral —tardía y con 12 personas más en el balcón de Génova— reflejó chasco por todos los costados. O la fuerte disonancia entre la retórica victoriosa de Feijóo y su rostro de shock postraumático; entre los aplausos de sus compañeros y su dramática tensión no verbal; entre los intentos de Feijóo de caldear a la militancia y los gritos de ¡AYUUUUSO, AYUUUUSO! como única respuesta catártica de las masas. El clímax fue una lluvia de serpentinas cayendo sobre las sonrisas congeladas de los 12 discípulos que acompañaron al mesías abatido en su noche de pasión.

Igual que uno no conoce de verdad a alguien hasta que se va con él de viaje, la versión más destilada de ese psicodrama humano llamado política institucional se da en los balcones las noches electorales. La zona cero de la gestión emocional y competitiva del poder. Parafraseando a William Burroughs, el instante helado en el que todos ven lo que hay en la punta de sus ambiciones. El cogollito al desnudo.

placeholder Feijóo, Ayuso y compañía en la última noche electoral en Génova. (Reuters)
Feijóo, Ayuso y compañía en la última noche electoral en Génova. (Reuters)

Solo puede quedar uno

Se ha analizado mucho sobre la etiqueta en el balcón de Génova el domingo: toda la plana mayor del PP de blanco o pastel... e Isabel Díaz Ayuso de rojo incandescente. El hecho es que no era una novedad: es el color favorito de Ayuso para las noches electorales.

Pero el problema no es el traje, sino que a Ayuso, como a Jaime Lannister en Juego de tronos, le persigue su aura de "matarreyes", cuyo origen fue otra celebración en Génova, lo que demuestra que el MOMENTO BALCÓN puede ser más tenso cuando se gana que cuando se pierde. O quién capitaliza la escenificación de la victoria.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (Reuters/Juan Medina) Opinión

4 de mayo de 2021. Elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid marcadas por la moción fallida en Murcia (estrepitoso intento de Ciudadanos por asaltar el poder autonómico del PP de Murcia a Madrid) y la gestión de la pospandemia. ¿Resultado? Triunfo arrollador de Díaz Ayuso.

Todo era euforia en el PP... hasta que tocó organizar la salida al balcón de Génova. Se montó tal cristo que, desde esa noche, el enfrentamiento entre Ayuso y el líder del partido, Pablo Casado, nunca dejó de escalar.

¿El motivo de la discordia? Ayuso quería salir sola al balcón (un rato) a celebrar su victoria, pero Casado se le pegó como una lapa. Hubo bronca: Miguel Ángel Rodríguez, fontanero de Ayuso, llamó "mala persona" y "mierda" a Casado por WhatsApp. Cuando Casado y Ayuso salieron al balcón, el discurso del líder del PP fue interrumpido con gritos de ¡AYUUUSO, AYUUUUSO!

placeholder Casado y Ayuso en el balcón de Génova. (EFE)
Casado y Ayuso en el balcón de Génova. (EFE)

El sainete siguió luego en interiores: mientras Ayuso era entrevistada en directo por Ana Pastor, Casado se coló en mitad del plano y se quedó plantado hasta que pudo intervenir. Épica mezcla de The Office y duelo de folclóricas por chupar plano.

Pocos meses después, guerra sucia de filtraciones mediante, rodó la cabeza de Casado, Feijóo le sustituyó y Ayuso amplió su cercado y su leyenda.

Preguntada esta semana sobre el futuro de Feijóo tras la decepción electoral, Ayuso respondió: "No se puede tirar a Feijóo por un puente". Asunto zanjado pues.

Funeral en Pablemos

La misma noche —4 de mayo de 2021— en la que Ayuso arrasó en Madrid (y colisionó con Casado bajo el telón), Pablo Iglesias dimitió como líder de Podemos tras competir en la CAM al dejar la vicepresidencia del Gobierno.

Mientras Iglesias explicaba el mal resultado de Unidas Podemos, soltó la bomba de su abandono de la política.

placeholder Vanesa Lillo, con jersey blanco, pegada a Iglesias la noche de su dimisión. (Unidas Podemos)
Vanesa Lillo, con jersey blanco, pegada a Iglesias la noche de su dimisión. (Unidas Podemos)

La foto de esa noche muestra a Iglesias rodeado de cargos del partido con cara de funeral, pero con muchas otras sensaciones corriendo por dentro, como incredulidad por no haber sido informados antes de la decisión de Iglesias (los que no estaban en Podemos) o rabia por tener que comerse el marrón iconográfico de la derrota electoral.

Lo sabemos porque luego se filtró un audio de WhatsApp de la número 3 del partido a la lista de la CAM, Vanesa Lillo (Izquierda Unida), en el que decía: "Ahí poniendo el careto… ¿Ahora sí que soy la número tres? Después de toda la campaña, que me habéis estado tapando… He pensado, Vane, pírate, sois unos sinvergüenzas y unas ratas".

"Belarra y Verstrynge no quisieron salir y obligaron a Jacinto y Sotomayor a hacerlo. Les dejaron solos"

Pero si Pablo Iglesias se rodeó de compañeros el día de su caída, otros no tuvieron tanta suerte en el partido...

El pasado 28-M, noche del batacazo municipal y autonómico, Ione Belarra y Lilith Verstrynge, secretaria general y de organización de Podemos, se borraron de dar explicaciones. Alejandra Jacinto y Roberto Sotomayor dieron la cara junto a unos pocos miembros de sus candidaturas madrileñas. ¿Los candidatos por Madrid asumiendo el mal resultado de unas elecciones en todo el país? "Nadie quería salir y obligaron a Sotomayor y Jacinto. Les dejaron solos", cuentan fuentes conocedoras de la situación. La encerrona sentó muy mal a una de las partes.

placeholder Sotomayor y Jacinto comiéndose el marrón de Podemos el 28-M. (EFE)
Sotomayor y Jacinto comiéndose el marrón de Podemos el 28-M. (EFE)

Movimiento naranja

10-N de 2019. Noche electoral negra de Ciudadanos al pasar de 57 a 10 diputados. La performance más incómoda no ocurrió en el balcón (cuando los resultados son tan malos, no hay mucho que celebrar en público) sino en el interior de la sede.

Arrimadas "montó un chocho que te cagas" la noche electoral en la que se hundió Rivera

El partido había restringido el acceso a la cuarta planta, donde estaba el despacho de Albert Rivera. Cuando ya estaba claro que la noche iba a ser catastrófica, Inés Arrimadas entró en la sede junto a su marido y empezó a "meter voces" y "echar broncas" porque no la dejaban entrar en la cuarta planta (donde tenía un despacho vacío). Lo cuentan testigos de la situación: "Montó un chocho que te cagas cuando la gente estaba de duelo enterrando al padre, fue una cosa horrorosa, una demostración de poder, un patético aquí ya mando yo" (Albert Rivera dimitió horas después y Arrimadas ocupó luego su puesto).

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, antes del debate cara a cara durante la campaña electoral. (Reuters/Juan Medina File Photo)

Pero los arrebatos de divismo no eran exclusivos de Arrimadas. Según dichas fuentes, si alguien destacó en Ciudadanos por lucirse en la victoria y borrarse en la derrota fue el economista Luis Garicano. "Pese a no estar en el comité permanente ni participar jamás en los comités electorales, a la hora de la verdad, Garicano era el que más agarraba y pisoteaba para salir en la foto. Villacís también resaltaba por eso, pero al menos ella sí estaba en el núcleo de dirección".

Ejemplo, abril de 2019, noche triunfal de Cs tras sacar 57 diputados: "Garicano se coló a hostias en el balcón para lucir bien en la foto. No fue la única noche electoral en la que dio vergüenza ajena", zanjan las fuentes. Dentro foto:

placeholder Garicano, segundo por la izquierda, en el subidón de Ciudadanos en abril de 2019. (EFE)
Garicano, segundo por la izquierda, en el subidón de Ciudadanos en abril de 2019. (EFE)

El cambio

La foto la han visto ustedes decenas de veces: Felipe González y Alfonso Guerra, celebrando el histórico triunfo socialista en el 82, asomados a una ventana del Hotel Palace, eufóricos y con las manos entrelazadas. Para ser una foto tan estudiada, llama la atención que casi nadie se haya fijado en un detalle: ¿quién es la mujer que está detrás de Alfonso Guerra?

Según fuentes de la época: dentro de la habitación de los titanes socialistas estaba María Jesús Llorente, joven sevillana del poderoso clan empresarial Benjumea, de la que luego supimos que era la amante secreta del futuro vicepresidente del Gobierno. Llorente, que aparece en la foto de refilón por la izquierda, tenía varias cosas que celebrar esa noche: el triunfo socialista y que estaba embarazada. Siete meses después, dio a luz una niña en Roma, Alma, nombre de la mujer de Gustav Mahler, compositor favorito de Alfonso Guerra. Años después rompieron su relación con una hija en común.

La prensa se metía entonces poco en la vida de los políticos, pero eso empezó a cambiar esos meses, con informaciones rosas sobre la amante de Guerra, pero también (y no por casualidad) sobre la relación entre el ministro de Economía, Miguel Boyer, y la reina de corazones, Isabel Preysler. Cruce de cuchicheos interesados en un contexto de enfrentamiento total entre ambos hombres fuertes del Gobierno de Felipe González. Guerra ganó la guerra y Boyer acabó descabezado, pero en brazos de Preysler en Villa Meona, o la doble agenda social de los ex descamisados socialistas.

Foto: Miguel Boyer y Villa Meona. (Montaje: Carmen Castellón)

"Vamos a dejar este país que no lo va a reconocer ni la madre que lo parió", vaticinó Guerra sobre la irrupción del PSOE en el 82. Pero en la foto del triunfo socialista se coló por una esquina otra profecía más sombría: los enredos de faldas con la beuutiful people como simbólico principio del fin del felipismo.

Los balcones electorales los carga el diablo.

La Tierra gira alrededor del sol, en Inglaterra se toma el té a las cinco y si has tenido un resultado electoral decepcionante, saldrás al balcón rodeado de mucha gente...

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