Y Jaime de Marichalar despidió a Enrique Loewe

Fotos: Enrique Villarino

Tenemos en España tan pocos empresarios de verdad que la marcha de uno siempre nos entristece. Enrique Loewe Lynch dijo adiós a la firma que lleva su apellido y se remonta al año 1846. Con 72 años, el mundo del arte, la moda, la cultura y el periodismo le rindió en el Museo del Traje de Madrid un sentido homenaje que no consiguió, al menos en el atril, que este hombre de una sensibilidad extrema derramara una lágrima. Y ello a pesar de que el programa del acto estaba diseñado milimétricamente para ello. ¿Serán sus orígenes alemanes? Vamos a analizarlo.

Como arranque, el pianista Joaquín Soriano ejecutó (lo digo en el buen término) una pieza en la que en una pantalla gigante se veían las imágenes del prota desde su más tierna infancia (ojos pillos y risueños que nunca ha perdido) pasando por sus grandes hitos en la compañía (es el padre del ansiado bolso Amazona, de las líneas de perfumes de señora y caballero y de que la firma entrara en Japón, mercado que en la actualidad supone el 40% de su facturación) sin olvidar a su mujer, a sus hijas, a sus nietos y a su padre y a sus tíos.  

Por cierto, su padre Enrique Loewe Knappe, que tiene 100 años, estaba presente en el acto apoyado en un bastón. Auténtica esencia de Loewe, fue el encargado de recuperar la marca tras la Guerra Civil española, donde se perdió casi toda su historia. Durante el conflicto se libraron de desaparecer porque las fábricas se dedicaron a hacer los correajes de los milicianos pues a las autoridades de la CNT y del Partido Comunista la marca Loewe les chirriaba un poco.

Después, y en sucesivas mesas, personalidades de diferentes ámbitos glosaron su figura. La tutora del Príncipe Felipe y presidenta de Unedisa, Carmen Iglesias, dijo que es un caballero exquisito; Ángeles González-Sinde comentó que es defensor del lujo racional; el presidente de la Academia de San Fernando, Antonio Bonet, afirmó que es un adelantado de la protección de la marca España y del escaparatismo; la europarlamentaria del PP, Pilar del Castillo, declaró que aunque es un hombre grande se cuida de dar sombra al que tiene al lado, y el poeta Luis Antonio de Villena recordó lo mucho que ha hecho por los poetas a través de su premio cultural. Aunque se advirtió a los asistentes que tenían sólo tres minutos para hablar puedo garantizarles que ninguno cumplió con lo establecido. 

Silvia Alexandrowitch recordó sus palabras: la moda no está para sufrirla sino para disfrutarla. Mientras que las también periodistas Charo Izquierdo, directora de Grazia, alabó su sentido del humor, y Joana Bonet, Grupo Prisa, recordó que Loewe también colaboró dando empaque a los años de la Movida Madrileña.

El presidente de la Asociación de los Creadores de Moda, Modesto Lomba, aplaudió su apuesta por los creadores españoles, no sólo en el ámbito del diseño de moda, y por conseguir mantener el espíritu de la piel y la obsesión por la excelencia.  

Fernando Aguirre, amigo personal y en la actualidad presidente de Ágata Ruiz de la Prada, aseguró que hizo de la empresa una familia y de Loewe un sentimiento mientras que su hija Sheila, que se ocupará a partir de ahora de la Fundación Cultural que lleva el apellido, exigió a su papi que se cuidara. Por lo que deduje, junto al comentario de Pedro Mansilla de que ya no podrán tomar chupitos de JB, que debe andar delicado de salud. Me dicen los que le conocen bien que es un gran disfrutón que no se priva ni de un buen plato ni de un buen vino.

La actual Consejera Delegada de Loewe, Lisa Montague, con ese español propio de los anglosajones a los que no se les acaba de entender por muchos años que lleven en España, elogió su pasión, su apuesta por los talentos jóvenes y su gran generosidad a la hora de pasar los trastos de su compañía al grupo que finalmente se la quedó.

Si ustedes no están llorando ya es que no tienen corazón, pero les cuento más. Enrique Loewe recibió el premio a la Excelencia y la Cultura de la Moda de la mano del Ministro Wert y tuvo que hablar. Enrique, con un aplomo germánico, comentó que apostó por llevar el estudio de la piel a la Universidad para potenciar la artesanía española en su justa medida, dijo que su formación como hombre renacentista le hizo apoyar siempre al arte, la danza y la música pues es un lujo barato al alcance de todos y recordó que en sus 47 años en la empresa se lo ha pasado genial y consiguió rodearse de un equipo con el que se entendía telepáticamente. Remató con dos afirmaciones: que siempre trató de ayudar a quien empieza y que la belleza, en lo que sea, es lo más. 

Cerró el acto José Ignacio Wert, Ministro de Educación, Cultura y Deporte. Un hombre con sentido del humor que llegó a decir que tras precederle 23 intervenciones había poco más que añadir y sólo preguntó si los baúles y maletas de Loewe que adornaban el escenario estaban aseguradas pues daban ganas de llevárselas. Olvidó el señor ministro que desde hace décadas, Loewe es la firma que hace los maletines para los titulares de la cartera correspondiente.

Entre el público lo que más me llamó la atención fue la presencia de Jaime de Marichalar pues la presidenta de honor del acto no era otra que su ex, la Infanta Elena de Borbón. Luego reparé que al exroyalty le han sacado de casi todos los consejos de administración en los que estaba salvo en el de Loewe, que por otro lado seguro que es el que más le divierte. Para no sentirse solo le acompañaba Marisa de Borbón, histórica de la firma, y además su hija Alejandra, que está casada con Bosco Ussía, el hijo mayor de Alfonso, es la dircom de la empresa.

Elena Sánchez, histórica jefa de prensa de Loewe, está feliz en su jubilación. Elena organizaba los saldillos para prensa que montaba la marca y que hubo que dejar de hacerlos cuando algunos de los que acudían se llevaban 20 bolsos y luego trataban de revenderlos. 

Vicente Vela, el creador del actual logotipo de Loewe, compartió unas palabras con Víctor García de la Concha mientras que el bloguero de la moda, Jónsi, acuñador del término "parece un pin y pon espachurrado", miraba con ojos turbios a los asistentes al acto. 

La imagen que a mí me hizo tirar de kleenex fue cuando se bajó Enrique del escenario y sus tres hijas, Sheila, Valeria y la pequeña abrazaron a papá y fueron a hacer lo propio con el abuelo centenario. Para su tranquilidad concluiré diciendo que Enrique aseguró que continuará apoyando a la cultura y para eso se queda su hija mayor en la empresa: para preservar su legado.