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Aguirre y los indignados de derechas
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Israel García-Juez

La Feria de las Vanidades

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Israel García-Juez

Aguirre y los indignados de derechas

 Dicen que todos los liberales de España caben en un taxi. En él debieron acudir, pues algunos de los más conocidos se dieron cita en el

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Dicen que todos los liberales de España caben en un taxi. En él debieron acudir, pues algunos de los más conocidos se dieron cita en el Centro Cultural Buenavista para presentar el libro de Percival Manglano "Pisando Charcos". Hay que decir que este Centro fue en el pasado una casa de baños en la que los indigentes se podían asear. Ahora podemos decir que se ha reconvertido en un lugar en el que los adocenados pueden soñar con un Estado menos fuerte frente a la sociedad civil, y en la que los políticos son verdaderos representantes de los ciudadanos y no meros delegados de sus partidos. 

Esta es la línea argumental de este libro, que parece una edición para indignados de derechas, escrito por el señor Manglano, que estudió política en la Sorbona, relaciones internacionales en la Johns Hopkins de USA y quizá por ello sólo duró de consejero de Economía de la Comunidad de Madrid un año y medio. Su twitter es una declaración de intenciones: ante todo libertad, algo que casa muy mal con los partidos políticos que tenemos. Y ello a pesar de que es el padre de la libertad total de horarios en la CAM y de que los emprendedores puedan montar su negocio de un día para otro cumpliendo, eso sí, las normativas correspondientes pero sin las burocráticas licencias previas.  

Citó a Bismarck al afirmar que la política es como las salchichas, más vale no saber cómo se hacen. Para animarles a su compra y lectura les diré que hay un capítulo titulado “¿Dónde está mi sobre?”. En la presentación acudió, además de su familia, su novia Sonia. La nombro porque es una guapa azafata a la que yo me encuentro en muchos saraos y a la que ustedes han podido ver en anuncios de la tele de productos varios.

Ymelda Navajo, directora general de ‘La Esfera de los Libros’, justificó la publicación de esta obra porque hoy, en política, pisar charcos es claramente una virtud y una condición indispensable para avanzar.

El problema en política es hacia dónde, porque te arriesgas a que el agua que levantas moleste a los de al lado. Así lo entendió John Müller, adjunto al Director de ‘El Mundo’ y gran periodista económico. John, que es chileno de origen alemán, no soporta que le llamen Chicago Boy pues fue la escuela de Milton Friedman la que, junto con Pinochet, llevó al país del cono sur a ser uno de los países más florecientes de toda la región. A costa de una sangrienta dictadura militar.

Sí afirmó, en descargo del viejo profesor, que a través del liberalismo económico se puede llegar mejor a una democracia. Recordó que Percival fue el encargado de solucionar el déficit de 1.000 millones con el Estado que le cayó a Madrid del cielo y confesó que siempre creyó que su nombramiento se debió a la fascinación que Esperanza Aguirre tiene por todo lo británico. No hay que olvidar que Percival fue uno de los más leales consejeros del Rey Arturo, el de la Tabla Redonda.  

Esperanza Aguirre está tan de acuerdo con el autor que tuvo que decir lo primero aquello en lo que discrepa, para que no parezca que ella es la ‘negra’ del libro. Aguirre defiende frente a Percival el cuerpo de funcionarios, pero siempre que sean pocos y con unos criterios de selección muy exigentes. De esta forma, el Estado se procura de unos empleados que están al margen de los vaivenes políticos y con ganas de trabajar de verdad por el ciudadano.

Sí coincide con su pupilo, así se considera el propio ‘Persi’ como le llama la presidenta del PP madrileño, en que el programa electoral debe ser como un contrato, que los partidos deben tener primarias y listas abiertas para que sea la gente la que elige a sus representantes y no las cúpulas las que designan a quien más les hace la pelota, y que se aclare de dónde vienen las donaciones a los partidos políticos.

La que fuera presidenta de la Comunidad de Madrid recordó que hay más de 100.000 leyes vigentes en España. Los países anglosajones tienen menos pero se cumplen, el que escribe considera que hay tantas en nuestro país para ver si en alguna de las ocasiones se cumple alguna. Dijo que un político en España que expone se expone (no sé si aludiendo al autor del libro o a ella misma) y alentó a todos los movimientos que están surgiendo de la sociedad civil que se levanta frente a la desafección que les producen los partidos establecidos. Así citó los casos de gente como Gaspar Ariño, Ignacio Camuñas Antonio Muñoz Machado.  

Cada vez que hablaba con rotundidad de algo era interrumpida por aplausos ante un foro plagado de señoras estupendas -todo el mundo hace burlas con las rubias del PP pero más de uno para ellos las quisieran-, gente con pulseritas de la bandera de España y bajo la conmoción de saber que la casa de Estebán González Pons había sido violentada por los movimientos en contra de los desahucios en Valencia. 

Entre el público pude ver a Regina Otaola, alcaldesa de Lizarza, que ha tenido que dejar el País Vasco por la presión del entorno batasuno y que es ejemplo de que hay muchos políticos que sí dan la talla, y al marqués de Griñón, Carlos Falcó, que visto desde atrás podría hacer de monje en El Nombre de la Rosa. José Antonio Sánchez, hombre de confianza de Espe y director de Telemadrid, ocupaba disciplinadamente su silla en la prima fila acompañando a otro gran revolucionario de las filas peperas, el diputado Iñigo Henríquez de Luna al que consideran en Génova 13 un ser exótico por las cosas tan sensatas y avanzadas que propone.

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Dicen que todos los liberales de España caben en un taxi. En él debieron acudir, pues algunos de los más conocidos se dieron cita en el Centro Cultural Buenavista para presentar el libro de Percival Manglano "Pisando Charcos". Hay que decir que este Centro fue en el pasado una casa de baños en la que los indigentes se podían asear. Ahora podemos decir que se ha reconvertido en un lugar en el que los adocenados pueden soñar con un Estado menos fuerte frente a la sociedad civil, y en la que los políticos son verdaderos representantes de los ciudadanos y no meros delegados de sus partidos.