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Sevilla y los ‘perroflautas’ ilustrados
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Israel García-Juez

La Feria de las Vanidades

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Israel García-Juez

Sevilla y los ‘perroflautas’ ilustrados

 Ahora comprendo la crisis del Ateneo de Madrid. Al brutal descenso de la subvención pública, lo que les ha llevado literalmente a vender muebles y cuadros,

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Ahora comprendo la crisis del Ateneo de Madrid. Al brutal descenso de la subvención pública, lo que les ha llevado literalmente a vender muebles y cuadros, hay que sumar un pensamiento tan libertario que sólo tiene cabida entre los llamados movimientos muy alternativos. Para los castizos con mala leche, los perroflautas. Yo no sé si es la proximidad a la Iglesia de la Cienciología -sólo pasar por delante de su puerta ya inquieta- o que se ha convertido en el último refugio de los que piensan distinto, pero lo cierto es que acudir a un acto allí es un festival de sensaciones. Me dicen los mayores que siempre ha sido un nido de ácratas pero viendo en un palacete en la calle del Prado tanta madera, tanta alfombra gorda, tanto cuadro bueno, el que llega de nuevas se queda muy impactado.

Yo acudía a escuchar al exministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, que iba a reflexionar sobre la doble crisis que padecemos: la moral y la económica. De Sevilla se puede decir que es Técnico Comercial del Estado y de lo poco sensato que tuvo el Ejecutivo Zapatero.  

Tan es así que ahora es consejero de Price Waterhouse y los americanos no cogen a cualquiera. Pero si por algo se hizo famoso fue por asegurar en sede parlamentaria que él enseñaría a Rodríguez Zapatero economía en dos tardes. Años después tuve la oportunidad de preguntarle a Jordi si impartió las mismas a tan díscolo alumno y me vino a decir que las dos no se las pudo dar. Lo digo por si alguien todavía tiene alguna duda.

El exministro, de los pocos que en España ha trabajado activamente por la conciliación de la vida personal y laboral desde posición tan destacada, reconoció ser hombre de izquierdas pero lector habitual de Ortega, y arrancó su discurso afirmando que no sabemos lo que nos pasa y eso es lo que nos pasa, parafraseando al filósofo. Escuché la enésima charla sobre la crisis económica que padecemos y dijo que tenemos demasiadas normas que impiden el desarrollo de los emprendedores. Recordó a Ferrater Mora al afirmar que el futuro es un país incierto y que nos mandan Merkel, Europa, los mercados… pero no la gente que vota. Estamos en un mundo global en el que las imposiciones vienen siempre de fuera y donde las recetas no pueden ser locales. Es partidario de modificar la Constitución, de que los partidos se democraticen internamente y concluyó afirmando que la economía española está gripada.  

Sin saberlo Jordi pronunció una conferencia viral, como dicen los freakies de internet, pues fue dejar el micro y armarse la marimorena. Yolanda Palomo, economista y encargada de hacer la semblanza de Sevilla, no era capaz de controlar los turnos de palabra. La gente tomaba el micrófono y pedía el encarcelamiento de Botín, la desaparición de los partidos, del Estado y, todo ello, con extensos parlamentos que no parecían tener fin.

Después me enteré que era la sección del pensamiento marginal, no es broma, la que organizaba el acto.

El portavoz de Ágora, Miguel Ángel García, recordó que hace 90 años en el mismo salón, Einstein explicó la teoría de la relatividad. Cómo han cambiado las cosas, pensé rápidamente, y después, para que el ritmo no parase, aseguró que Mussolini siempre elegía corruptos para su gobierno porque era más facil negociar con ellos.  

A pesar de que nos rodeaban los cuadros de gente como Donoso Cortés o Martínez de la Rosa, el salón echaba humo de tensión. Ingenuamente pensé que al tomar la palabra el presidente del Ateneo, Carlos París, las aguas podían volver a su cauce. Vestido por la boutique mecagoenlamoda, su pelo rebelde me despistó un poco, pero lo peor fue cuando abrió la boca. Para empezar había que proclamar ya la Tercera República y, como poco, poner a los Borbones en la calle. Este Robespierre con aspecto de personaje de Valle Inclán quería meter a todo el mundo en la cárcel y repartir la propiedad privada entre el pueblo.

Ante la llegada de las 9 de la noche, hora de leer los cuentos a sus hijos, Sevilla tuvo que marcharse pues además cada turno de palabra era más épico que el anterior. Voces, gritos e insultos se escuchaban en platea como si fuera una asamblea hippy. Entre el público pude advertir la presencia del economista Alejandro Inurrieta, que acompañaado por un vocal del CGPJ, no cabía en sí de asombro. Pero una sonrisilla malévola me hizo pensar que no se lo estaba pasando tan mal.

Con todo tengo que decir que me encanta saber que quedan pueblos de Asterix y Obelix donde no reina el bipartidismo predominante; eso sí, que el Ateneo se pague a través de donaciones o por las cuotas de sus socios. 

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Ahora comprendo la crisis del Ateneo de Madrid. Al brutal descenso de la subvención pública, lo que les ha llevado literalmente a vender muebles y cuadros, hay que sumar un pensamiento tan libertario que sólo tiene cabida entre los llamados movimientos muy alternativos. Para los castizos con mala leche, los perroflautas. Yo no sé si es la proximidad a la Iglesia de la Cienciología -sólo pasar por delante de su puerta ya inquieta- o que se ha convertido en el último refugio de los que piensan distinto, pero lo cierto es que acudir a un acto allí es un festival de sensaciones. Me dicen los mayores que siempre ha sido un nido de ácratas pero viendo en un palacete en la calle del Prado tanta madera, tanta alfombra gorda, tanto cuadro bueno, el que llega de nuevas se queda muy impactado.