Es noticia
Rosell se corona con una orgía de optimismo y coches oficiales
  1. España
  2. La Feria de las Vanidades
El Curioso Impertinente

La Feria de las Vanidades

Por
El Curioso Impertinente

Rosell se corona con una orgía de optimismo y coches oficiales

Orgía de optimismo y coches oficiales en la coronación de Rosell al frente de la CEOE. Había tal número de vehículos con chófer enguantado y ventanas

Orgía de optimismo y coches oficiales en la coronación de Rosell al frente de la CEOE. Había tal número de vehículos con chófer enguantado y ventanas tintadas que este indiscreto impertinente tenía que hacer de tripas corazón para distinguir a los asistentes. La tarea resultaba más ardua aún si tenemos en cuenta que las trazas de unos y otros era similar: cabellera que ralea, trajes con las costuras a punto de estallar y zapatos bruñidos, características de una gerontocracia empresarial que trata de adaptarse a los nuevos tiempos.

placeholder

A las 8:40 horas, el Palacio Municipal de Congresos era ya en un hervidero, un incesante ir y venir de guardaespaldas solapados, agentes camuflados y empleados de postín cubiertos con sus mejores galas. Se celebraba la Junta General de CEOE, el más importante acto de la gran patronal, precisamente en un momento clave para los emprendedores/empresarios y para España.

A esa hora tomaban café en los aledaños los inquilinos de los fabulosos Audis, Volvos, Mercedes, negros, azules y metalizados. De los primeros en aparecer, Rafael Arias Salgado, Pedro Pérez, Luis Serrano, Eduardo Montes, Jaime Lamo de Espinosa, Joan Gaspart, Salvador Santos Campano y Pedro Barato, al que se refieren ya como ministro de Agricultura in pectore. Casi todos vestían de riguroso azul marino o negro made in Catalonia, indumentaria que contrastaba con los llamativos vestidos chillones que cubrían a las escasas féminas que depositaban sus credenciales por tan importante evento.

También se dejó notar, como casi siempre, Pedro Antonio Martín Marín, que devino en empresario cuando consiguió la bicoca aznarista de presidente de Hispasat, que luego tuvo que abandonar de mala manera. Entre las mujeres descollaba una, la rubia Mónica Clivillé, colaboradora imprescindible de Juan Rosell, que iba elegantemente embutida en vestido negro. Ella se erige en su más fiel escudera en una patronal que el catalán trata de domeñar.  

Inicialmente se despacharon en pleno asuntos de índole interno como el Código de Buen Gobierno, que presentó el president de Foment, Joaquim Gay de Montellà, persona ascendente en el panorama económico y con ascendiente entre aquellos que cortan el bacalao en este país. Lo que se venía a recomponer es la profunda estructuración y renovación que Rosell quiere imprimir a la organización patronal de patrones. Punto.

Lo sustancial era la segunda parte que iba a conducir Ana Ibáñez Lorente, la joven periodista de TVE con cuyo rostro la nueva dirección de la CEOE quería dejar sentado que estábamos en tiempos nuevos, alejados de aquellos Ferrer Salat, Cuevas, Jiménez Aguilar o Gerardo Díaz Ferrán. La riojana se había embutido para la ocasión en un clamoroso y bien llevado vestido verde primavera. Bien es cierto que uno de los primeros en acudir fue Arturo Fernández, presidente de CEIM, que en estos saraos se las pinta solo.

Desfilaron por el escenario José Luis Feito, que llegó en un impresionante Audi, marca alemana, seguido de Ángel Cano, consejero delegado del Grupo BBVA (al que, lapsus o no, lo llamaron como a su jefe: Francisco), después vino Francisco Riberas, presidente de Gestamp, para terminar con Albert Bosch, socio fundador de Invergroup, que a caballo entre el dinero y la aventura iba a hacer las delicias de la concurrencia invocando a sus aventuras en el Everest. Mire usted por donde, la organización que en otros tiempos fue presentada como vitola de la antigualla ahora emprende el camino de la modernidad, al menos, en las formas y maneras. Era la primera vez que un orador de postín acudía a este aquelarre descorbatado y en éxtasis de desenfado.

Fue a partir de 11 horas cuando aquello empezó a cundir. ¡Hasta un autobús con empresarios desconocidos empezó a pedir autorización para el aparque! 

A la espera de Godot

Difícilmente el Palacio Municipal de Congresos habrá sido escenario nunca de tanta concentración de fotógrafos de prensa y cámaras de televisión. Olisquearon que llegaban los peces gordos cuando la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes -con traje de hacer la primera comunión- y el presidente de la cosa, Juan Rosell, esperaban en la puerta. La primera en hacer acto de presencia fue la vicealcaldesa, o lo que sea, Concepción Dancausa, que tras tantas dimisiones/ceses en el Ayuntamiento de Madrid parece ser que se ha convertido en el poder fáctico botellístico por antonomasia.

Pocos minutos después aparecía la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, que por su atuendo -siempre tan informal- diríase que iba a pescar atunes en Zahara de los mismos; la acompañaba la secretaria de Estado, Engracia Hidalgo, que tampoco había pasado antes por Dolce & Gabbana. 

Los fotógrafos pensaron que la llegada de un Toyota Prius, seguido de un Volkswagen alta gama repleto de escoltas ad hoc, anunciaba la llegada del presidente del Gobierno. Se equivocaron. ¿Saben quién apareció? Ana Botella. Alguien comentó que podría haberse confundido, porque su atuendo era más de un bodorrio típico de El Escorial que de una reunión de empresarios.

También se colaron de tapadillo antiguos y nuevos sindicalistas de CCOO que luego le dieron de lleno al canapé y al tintorro. ¡CEOE siempre vale un buen vino! Aunque sea español.

El último en aposentarse antes de la llegada del gran pájaro fue José Folgado, al que la riqueza de presidir Red Eléctrica Española (REE) ya se le nota en el porte y en los modales. Isidro Fainé, presidente de Caixabank, con la corbata haciendo juego con su cabellera plateada, ya se había aposentado en el magno y colorista escenario, para hablar en nombre del Consejo Empresarial para la Competitividad. Preciso, claro, directo y al corazón, oiga, que para eso somos catalanes y sabemos de qué va la cosa.

placeholder

El presidente llegó puntual a su cita, en su vehículo de primer ejecutivo de España, acompañado sólo y exclusivamente por su jefe de Gabinete, Jorge Moragas, quizá el más elegante de la reunión. ¡Para eso es diplomático de carrera!

El resto de la cosa ya lo conocen. Sobrio vino español, los tiempos no están para la lírica, sino para valores y personas. ¡No tengo noticia de que alguien consiguiera un crédito! Aunque ya dejé escrito que estaban Fainé y Cano, entre otros grandes banqueros. 

Orgía de optimismo y coches oficiales en la coronación de Rosell al frente de la CEOE. Había tal número de vehículos con chófer enguantado y ventanas tintadas que este indiscreto impertinente tenía que hacer de tripas corazón para distinguir a los asistentes. La tarea resultaba más ardua aún si tenemos en cuenta que las trazas de unos y otros era similar: cabellera que ralea, trajes con las costuras a punto de estallar y zapatos bruñidos, características de una gerontocracia empresarial que trata de adaptarse a los nuevos tiempos.

Juan Rosell