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Francesc de Carreras

La funesta manía de escribir

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Centristas de todos los partidos

Si tanto se habla de centrismo en política ahora y desde hace muchos años, tanto en España como en el resto del mundo, quizás algo querrá decir. Intentemos averiguarlo

Foto: La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)
La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)
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¿Ser centrista, en política, es no ser nada? Eso es lo que se dice a menudo y se ha repetido estos días a raíz de la crisis de Ciudadanos. ¿Ni carne ni pescado, ni chicha ni limoná? Para ciertos temperamentos fuertes, incluso para ciertas formas de pensar dogmáticas, es posible que así sea: centrismo equivale a la nada. A mí se me ocurre que si tanto se habla de centrismo en política ahora y desde hace muchos años tanto en España como en el resto del mundo, quizás algo querrá decir. Intentemos averiguarlo.

Es obvio que centrismo viene de centro y, desde el punto de vista de la geometría, el centro es un punto equidistante de los extremos. En este sentido, tienen razón los que dicen que el centro en política no tiene ningún contenido propio porque depende de los extremos y, por tanto, son los extremos los que determinan su naturaleza: si cambian también el centro debe cambiar de posición.

El centrismo seguiría sin tener naturaleza propia, su contenido doctrinal sería un gran vacío que se iría llenando según los tiempos

Sin embargo, este concepto geométrico no es su único significado. La política, como el derecho y otras ciencias, sería difícilmente entendible si la redujéramos al modo de pensar de las matemáticas o de la lógica; tengamos en cuenta que la política relaciona el poder con las personas y estas actúan condicionadas por instintos emocionales. Por tanto, vale la pena seguir indagando para intentar encontrar un sentido político al término centrismo.

No va muy desencaminada la cuarta acepción que le da el Diccionario de la RAE al vocablo 'centro': "Tendencia o agrupación política cuya ideología es intermedia entre la derecha y la izquierda". Intermedia no equivale exactamente a equidistante; es menos precisa, más flexible. Sin embargo, sigue siendo dependiente de dos palabras bastante confusas: derecha e izquierda. El centrismo seguiría sin tener naturaleza propia, su contenido doctrinal sería un gran vacío que se iría llenando según los tiempos.

placeholder El próximo candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Edmundo Bal. (EFE)
El próximo candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Edmundo Bal. (EFE)

Sigamos, pues, ahondando en el significado del término. Distingamos, por ejemplo, entre el centrismo como el modo de ser de los individuos, como la naturaleza de las ideas y como proyecto político.

El centrista es realista y considera que, si quiere alcanzar sus fines, son mucho más eficaces las reformas que las revoluciones

En el primer supuesto, podemos considerar centristas a aquellas personas que suelen tener, por las razones que sean, genéticas o educativas, un temperamento ponderado, tolerante, pactista, equilibrado y sensato. En cuanto a las ideas, son centristas aquellas que tienen un punto de escepticismo, que no son dogmáticas y, por supuesto, son racionales y argumentadas, no simplemente sentimentales. Por último, desde el punto de vista del proyecto político, el centrista es realista, pragmático, gradualista y considera que, si quiere alcanzar sus fines, son mucho más eficaces las reformas que las revoluciones.

Por tanto, mezclando todos estos elementos, puede comprobarse que en política el centro existe, su contenido no está vacío ni depende de los extremos. Ahora bien, no está tan claro que un partido, solo uno, pueda declararse de centro. Como es obvio puede denominarse así, como hay nombres de partidos que incluyen términos que no describen su naturaleza como única sino también la de tantos otros: democrático, popular, liberal, obrero, republicano, español, etc. Pero ninguno de los partidos que incluyen estos sustantivos o adjetivos pretenden monopolizarlos. Otras formaciones políticas tendrán objetivos distintos utilizando los mismos nombres. Así también pasa con el término centrismo.

Foto: Edmundo Bal. (EFE)

Tampoco puede confundirse el término centrista con el término bisagra. Un partido bisagra es aquel que contribuye a formar mayorías de Gobierno tras pactar un programa político, añadiendo los escaños que faltan a la elección de un presidente y a la aprobación de leyes o actos parlamentarios de muy diverso tipo. El término "partido bisagra" no alude a una determinada naturaleza sino a una función, y ha habido partidos bisagra muy distintos. Respecto al Gobierno central, concretamente, han ejercido de bisagras sobre todo los partidos nacionalistas, el PNV y CiU, tanto respecto al PSOE como el PP. A veces se desprecia esta función cuando en realidad, con más influencia que poder, son elementos clave de una legislatura.

Tampoco puede decirse que el centrismo carezca de principios. Antes los hemos enumerado, recordemos algunos: tolerancia, sensatez, pactismo, antidogmatismo, racionalismo, pragmatismo o reformismo. Son principios sólidos, más ligados al ejercicio del poder que a su substancia, por eso quizás más decisivos en un mundo de posibilidades políticas no muy diferenciadas.

"La izquierda para gobernar ha tenido que hacerse de centroizquierda y la derecha de centroderecha"

Sin embargo, si estas son las características del centrismo, debemos convenir en que muchos de los partidos de nuestro espectro político en los últimos cuarenta años han sido, afortunadamente, centristas. Víctor Pérez Díaz, en su libro 'Una interpretación liberal del futuro de España', sostenía en 2002 que el centrismo ha tenido enorme influencia en los partidos que han gobernado nuestra democracia constitucional: "La izquierda para gobernar ha tenido que hacerse de centroizquierda y la derecha de centroderecha".

Hasta hace unos años, y en todo caso antes de 2002, esto ha sido indudablemente así. También los sondeos sitúan a la mayoría de españoles en torno al centro y huyendo de los extremos. Pero ahora, claramente desde 2018, no estamos en esta situación: nos hemos polarizado abandonando el centro. De ahí tanto desgobierno, tanta incertidumbre, tanta ineficacia y tanta inseguridad cara al futuro.

Creo que en todos los partidos que respetan la legalidad constitucional se han infiltrado, en ese caso afortunadamente, elementos centristas

Friedrich Hayek, el conocido economista liberal, dedicaba irónicamente 'Camino de servidumbre', su obra más popular, "a los socialistas de todos los partidos". Su intención era denunciar que en todos los partidos, incluidos los liberales, se habían infiltrado elementos de socialismo. De ahí el título de este artículo dedicado al centrismo. Creo que en todos los partidos que respetan la legalidad constitucional se han infiltrado, en ese caso afortunadamente, elementos centristas. En sentido inverso al de Hayek yo lo celebro mucho, creo no solo que es una gran noticia sino la vía de salvación para España en este difícil momento.

¿Ser centrista, en política, es no ser nada? Eso es lo que se dice a menudo y se ha repetido estos días a raíz de la crisis de Ciudadanos. ¿Ni carne ni pescado, ni chicha ni limoná? Para ciertos temperamentos fuertes, incluso para ciertas formas de pensar dogmáticas, es posible que así sea: centrismo equivale a la nada. A mí se me ocurre que si tanto se habla de centrismo en política ahora y desde hace muchos años tanto en España como en el resto del mundo, quizás algo querrá decir. Intentemos averiguarlo.

CiU PNV Ciudadanos