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Francesc de Carreras

La funesta manía de escribir

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Acotaciones a un conflicto

Constatamos una vez más que la Unión Europea es una gran potencia desarmada, lo cual plantea la duda de si en realidad es una gran potencia

Foto: Soldados armados. (EFE/EPA/Karl Melander)
Soldados armados. (EFE/EPA/Karl Melander)
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Tras la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de EEUU y Rusia el pasado viernes día 21, el ambiente se ha distendido, pero, en los días inmediatamente anteriores, el conflicto de Ucrania empezó a inquietar seriamente, la posibilidad de operaciones bélicas en aquella zona cobró visos de realidad y las consecuencias podían resultar funestas.

El acuerdo entre ambos diplomáticos de seguir negociando, ambos con una larga experiencia en esta materia, nos devolvió la confianza y esperemos que en las próximas semanas se llegue a un acuerdo, aunque sea precario, como ocurrió en los encuentros de Minsk en 2014 y 2015. En todo caso, de momento son solo buenos deseos y aún no podemos tener seguridad alguna de que se vayan a cumplir. Sí podemos, en cambio, con los datos e informaciones que están a nuestro alcance, establecer algunas acotaciones a este antiguo y complejo conflicto.

En primer lugar, constatar una vez más que la Unión Europea es una gran potencia desarmada, lo cual plantea la duda de si en realidad es una gran potencia. Se suele decir que los europeos ahorran mucho en defensa porque han encargado a la OTAN —una forma de llamar a EEUU— buena parte de los costes financieros en esta materia, lo cual resulta mucho más barato que asumirla en solitario como propia.

Se mantiene la pregunta que nos formulábamos al principio: ¿puede ser la UE una gran potencia si sigue desarmada?

Seguramente esta afirmación es en parte cierta, pero no del todo. Y no solo porque los demás países miembros también contribuyen a estos gastos con sus ejércitos nacionales, sino porque los mismos no solo dan lugar a beneficios propiamente militares, sino que también contribuyen a la economía de un país y, sobre todo, a investigaciones que repercuten en otros campos muy distintos que los de seguridad y defensa.

Un ejemplo, fácil y muy comprensible, es el mismo sistema de internet que ha revolucionado el mundo de las comunicaciones y nos ha hecho entrar en una nueva era. En sus comienzos, fue un invento pensado para que resultara solo útil a los ejércitos norteamericanos, pero se aplicó después, y de qué manera, en al campo civil: hoy lo denominamos —si no me equivoco en la terminología— digitalización, una realidad nueva que repercute en todos los campos, desde las finanzas a las cuestiones laborales, pasando por las formas de adquirir nuevos conocimientos. Sin la investigación en el campo militar esto seguramente no se habría logrado o se habría retrasado durante mucho tiempo.

Por tanto, se mantiene la pregunta que nos formulábamos al principio: ¿puede ser la UE una gran potencia si sigue desarmada? Es decir, lo que ahora parece una ventaja, el gastar poco en defensa, ¿no es en realidad un inconveniente para tener el peso que en el mundo nos corresponde por población y volumen económico? Y, tercera cuestión, ¿el ingenuo pacifismo tan abundante en Europa no es una ideología que conviene más a las grandes potencias económicas privadas que al trabajador medio, no es un elemento reaccionario de esta izquierda desnortada que ha denunciado Félix Ovejero en un libro memorable y esclarecedor?

En esta línea, no encuentro razones suficientes para rechazar de momento la energía nuclear

En segundo lugar, el conflicto de Ucrania nos plantea la cuestión de si la política energética está bien orientada hacia una economía verde, que no sabemos con precisión lo que es, y puede llegar a tener unos costes sociales desmesurados en perjuicio, por supuesto, de las clases y de los países más pobres. No creo que puedan ponerse en duda los peligros que el uso abusivo que ciertos tipos de energía puede suponer para el medio ambiente, hay evidencia científica de ello. Pero de momento las energías renovables son escasas y caras, quizá prescindir de forma súbita de las demás nos puede conducir a una situación de grave pobreza energética, de una inflación que ya amenaza y de una disminución real de los salarios.

En esta línea, no encuentro razones suficientes para rechazar de momento la energía nuclear, aquella posición de una izquierda estética que nadie se atrevió a replicar. ¿Recuerdan la pegatina amarilla de 'Nucleares, no' en todos los Citroën 2cv de los años 60 y 70? Con el tiempo, hemos comprobado que Francia —hoy con economía boyante— se ha beneficiado de ello y ha obtenido con su decisión de mantener las centrales en activo enormes beneficios que hemos pagado los tontos, no solo España, sino también Alemania y otros países aborregados por el espíritu del 68. La censura que implica la política de la cancelación no es de ahora, sino que viene de lejos.

Pues bien, sobrevolando el conflicto de Ucrania está la construcción casi terminada del gasoducto Stream 2 que une directamente Rusia con Alemania a través del Báltico y es de ineludible necesidad para el país germano, que, además, lo revenderá a los demás países de esta zona, como Francia ha hecho con la energía nuclear. ¿Le interesa esto a las empresas de EEUU que mediante el invento del 'fracking' les sobra gas por todos lados? Es un elemento a tener en cuenta, tras los conflictos militares siempre hay conflictos económicos de grandes dimensiones.

El problema de los cargos de Podemos no es que sean de derechas o de izquierdas, sino que son ignorantes, no tienen ni idea de gobernar

En tercer lugar, muy brevemente, una acotación sobre el Gobierno español. Decir, ante todo, que la resolución de apoyar de modo claro a EEUU ha sido acertada, a ver si rectificamos errores y no tenemos problemas más allá de nuestra frontera sur, donde están los desiertos. Dicho esto, es ridículo pavonearnos por esta corrección de errores: una fragata y dos aviones, aunque sean de último modelo, no son el factor que disuadirá a las tropas rusas de atravesar la frontera con Ucrania: simplemente hemos cumplido con los compromisos adquiridos por ser miembros de la OTAN. Nada del otro mundo, algo natural.

Distinto es el espectáculo que han dado los ministros de Podemos. Una vez más han demostrado su incompetencia como ministros y su valía como tertulianos demagogos, en definitiva, como políticos populistas. Quizá no saben que hace un año ha vencido el convenio de España con la OTAN y ellos no han hecho nada desde el Gobierno para renovarlo. Ahora se escandalizan. El problema de los cargos de Podemos no es que sean de derechas o de izquierdas, sino que son ignorantes, no tienen ni idea de gobernar. Por esto, el ciudadano les está retirando su confianza, a excepción de Yolanda Díaz, que no participa del espíritu de su partido, sino que, 'de facto', actúa como militante de Izquierda Socialista. Y, por último, dentro de esta acotación recordar las dificultades obvias, desde el primer día, de una coalición imposible por incoherente: cuando no es ERC es Bildu, cuando no es el PNV es Podemos. Las dificultades para gobernar están a la vista de todos.

Para acabar, solo apuntar un dato, arriesgado como todo augurio, pero con bastantes fundamentos que trataremos otro día: si hay algún peligro serio para la paz mundial, no está situado en Europa sino en el este de Asia, allá por el mar de China y en concreto en la isla de Taiwán, a la que antes llamábamos Formosa.

Tras la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de EEUU y Rusia el pasado viernes día 21, el ambiente se ha distendido, pero, en los días inmediatamente anteriores, el conflicto de Ucrania empezó a inquietar seriamente, la posibilidad de operaciones bélicas en aquella zona cobró visos de realidad y las consecuencias podían resultar funestas.

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