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Nuria Amat: una vida de novela
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Francesc de Carreras

La funesta manía de escribir

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Nuria Amat: una vida de novela

El ritmo de su escritura es trepidante, desenvuelto y divertido. Son unas memorias, sin ninguna duda, pero se leen como una novela

Foto: La escritora Nuria Amat. (EFE/Monsterrat T. Díez)
La escritora Nuria Amat. (EFE/Monsterrat T. Díez)
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No es raro que los novelistas con una carrera literaria consolidada escriban sus memorias, nos cuenten los recuerdos de su vida. Lo raro es convertir estas memorias en auténticas novelas, que la vida del escritor contada en un libro se articule al ritmo de una trama. Este es el caso de la escritora Nuria Amat en su libro ' Memorias de una mujer libre', recién publicado. Desde el principio te engancha. Como las buenas novelas.

Pienso que la clave está en que no solo describe el ambiente y las personas que ha conocido, sino que sobre todo explica su propia vida entendida como una complicada aventura en la que ha necesitado en todo momento tomar posición ante las múltiples, difíciles y variadas situaciones, privadas y públicas, con las que se ha tenido que enfrentar. Por eso el ritmo de su escritura es trepidante, desenvuelto y divertido. Son unas memorias, sin ninguna duda, pero se leen como una novela.

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No digo que el título no describa el contenido. La idea de que ella es 'una mujer libre' es algo obvio que está presente en todas las páginas. Pero quizás habría que añadirle otro adjetivo: 'mujer sincera'. Porque no se calla nada, no sé si son exactas sus percepciones de la realidad, especialmente en sus relaciones privadas, sus parejas estables, sus amoríos y amistades. En todo caso son sus percepciones, como las de todos, nunca exentas de subjetividad. Sin duda hay también olvidos, esos olvidos que siempre forman parte imprescindible de los recuerdos.

Pero lo extraordinario es que lo confiesa todo con una escalofriante crudeza, sin cortarse un pelo, lo bueno, lo malo y lo regular, incluidas las opiniones sobre sí misma. En un momento dado, así lo dice: "Es una autobiografía sincera y sin trampas". Mujeres libres hay muchas, hombres libres también, pero que escriban una autobiografía sincera y sin trampas hay muy pocas. La de Nuria Amat es sincera y yo no he advertido trampa alguna, aunque no descarto que pueda haberlas, pero al escribir claro, sin ambigüedades, uno se expone sin red a la crítica de los otros: la verdad, la verdad subjetiva, claro, si se expresa educadamente es un ingrediente imprescindible en unas memorias.

Todo ello se nota desde la página uno, al hablar de su infancia, marcada por la muerte de su madre cuando tenía tres años, una madre de la que ella no tiene recuerdo, un padre muy especial al que adoraba, dos hermanos en conflicto y una estupenda y sensata señora de servicio que le hizo de madre y a la que siempre quiso mucho. Allí, en su infancia, en los primeros años de colegio, antes de la adolescencia, ya están las raíces de su personalidad posterior, la que se explica con detalle en el resto del libro y que puede resumirse con esta íntima convicción: "Desde siempre me ha parecido que soy una persona distinta a las demás".

Foto: Nuria Amat, con Miguel Bosé. (Cortesía)

También en sus primeros años vio claro que la "vida iba en serio", para utilizar las palabras de Gil de Biedma, y se la tomó de esta manera con una primera determinación: ser escritora. "Por encima de todo quiero ser escritora", le confiesa a Mariano de la Cruz, conocido psicólogo de la Barcelona de la época. Pero, remarquemos, no le decía que simplemente quería dedicarse a escribir como profesión, sino que quería convertir la literatura en el centro de su vida, en su "forma de vida".

El libro es el más fiel testimonio de que así lo hizo: su dedicación a ello, complementada con sus estudios de documentalismo y biblioteconomía, es lo que la mueve constantemente en sus pasos por la vida y siempre hay un esbozo de nueva novela en ciernes tras terminar la última. Se volcó en los libros, en leerlos y en escribirlos. Nuria Amat, algo la conozco personalmente, da la impresión de ser una persona dispersa y desordenada, algo caótica. Seguramente lo fue, quizá lo sigue siendo en ciertos momentos, pero confiesa en su libro, y no tengo razones para no creerla, que siempre ha sido muy disciplinada en su trabajo, regular, metódica: unas horas del día, al parecer las tardes, siempre las dedica a escribir y la mayor parte del resto del tiempo a leer. Si su vida es la escritura, si esa es su íntima vocación, no son horas de trabajo, sino de distracción y de disfrute, casi de ocio. En todo caso, de felicidad. Quien convierte la literatura en su tarea laboral es persona continuamente angustiada pero a la postre feliz.

Pero en estas curiosas memorias, más allá de las circunstancias personales, hay varios temas recurrentes, transversales, que la obsesionan. Su sentido radical de la libertad, especialmente de la libertad de pensamiento y de expresión, hace que le resulte especialmente abominable esa forma de censura social y cultural que se suele denominar "lo políticamente correcto". Nunca lo ha admitido, aun antes de que se generalizara este término de origen anglosajón. Y ello lo proyecta especialmente en dos planos: el feminismo y el nacionalismo, más recurrente el segundo que el primero.

Da la impresión de ser dispersa y algo caótica. Pero confiesa en su libro que siempre ha sido disciplinada en su trabajo, regular, metódica

Respecto al feminismo, lo tiene muy claro: "Si nunca me he planteado si soy feminista es porque me he comportado como tal desde mi nacimiento". En efecto, la vida personal que explica en sus memorias lo demuestra sobradamente. El nacionalismo, el catalán, por supuesto, dado que Amat es catalana de siete generaciones y salvo estancias por el mundo —París, Bogotá, Berlín, Nueva York—, le duele especialmente porque, aparte de su evidente irracionalidad, crea un malestar social que se palpa en el mundo de sus amigos y, más allá, en toda la sociedad catalana.

Desde muy pronto toma posición pública contra ello y muestra su indignación por la espiral de silencio que sabe crear astutamente esta forma de imponer lo "catalán políticamente correcto". "Quiero ser una novelista catalana que escribe en castellano", dice. Y recoge las dificultades de serlo en esta sociedad literaria tan sectaria en la que mandan los mediocres y los aprovechados.

Este libro es más que unas memorias, es la crónica de unos tiempos alegres y desgraciados a la vez, además, es un catálogo de ideas y actitudes, a la autora la salvan el mundo, los viajes y las estancias en otros países, los muchos amigos y conocidos de las más diversas nacionalidades, y sobre todo la salvan la literatura, leer y escribir. En ello está todavía, con la energía y la fuerza que dan la libertad y la tranquilidad de conciencia de poder y saber decir al mundo, libremente y sin ningún complejo, lo que uno piensa.

No es raro que los novelistas con una carrera literaria consolidada escriban sus memorias, nos cuenten los recuerdos de su vida. Lo raro es convertir estas memorias en auténticas novelas, que la vida del escritor contada en un libro se articule al ritmo de una trama. Este es el caso de la escritora Nuria Amat en su libro ' Memorias de una mujer libre', recién publicado. Desde el principio te engancha. Como las buenas novelas.

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