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Antoni Fernàndez Teixidó

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Un designio político arriesgado

La nueva CDC apuesta por un proyecto claramente independentista y republicano, en clara lucha por el mismo espacio político con ERC

Foto: Artur Mas y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, al término del Congreso Fundacional de la nueva ConvÈrgencia. (EFE)
Artur Mas y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, al término del Congreso Fundacional de la nueva ConvÈrgencia. (EFE)

Convergència ha culminado su refundación. Lo ha hecho en un clima de discreta contestación a algunos de los presupuestos políticos de Artur Mas y del equipo por él dirigido. Nada sustancial. Creo poder decir, que el resultado final del Congreso es positivo respecto a los fines últimos perseguidos y dota el planteamiento político de Partit Demòcrata Català (PDC) -cualquiera que sea su denominación final- de coherencia y de una discutible armonía.

Más allá del típico lenguaje ambiguo, clásicamente convergente, los militantes y simpatizantes del nuevo partido han preferido ahorrarse los eufemismos y apostar por un proyecto claramente independentista, republicano, de centroizquierda, que tiene en la consecución del Estado propio su principal objetivo.

Aunque puede que les sorprenda, estos principios han venido informando la práctica de CDC durante estos últimos años. La verdad es que desde el Pacto de Estabilidad firmado con ERC el año 2012, la deriva hacia posiciones independentistas ha ido en un sostenido 'crescendo'. La plataforma electoral de Junts pel Sí es su máxima expresión organizativa.

La plataforma electoral de Junts pel Sí es la máxima expresión organizativa de la deriva hacia posiciones independentistas de CDC

Este pasado fin de semana, las bases del PDC han decidido que solo asumiendo, desacomplejadamente, la independencia, pueden tener cabida en el actual mapa político catalán. No hace falta decir que discrepo, absolutamente, de esta visión y que los pésimos resultados electorales y la misma desaparición de CDC la contradicen. No obstante, no es este el punto de vista sobre el que quiero insistir en este artículo.

En los próximos meses, ERC y el PDC lucharán por el mismo espacio político. Sin duda, las direcciones y los aparatos de ambas formaciones tienen sus propios intereses y quieren que la dinámica política catalana responda a los mismos. De modo que, republicanos y demócratas se enzarzarán en una sorda batalla nominal por la hegemonía del centroizquierda nacionalista.

Hoy ERC parte con una ventaja considerable. No ha tenido la necesidad de refundar nada. Hereda, íntegramente, la coherencia del independentismo republicano de los últimos 70 años. Con la progresiva moderación de sus aristas más izquierdistas ha ido ganando peso en el espacio político catalán a costa de su adversario principal: CDC.

ERC hereda la coherencia del independentismo republicano de los últimos 70 años y ha ido ganando peso en el espacio político catalán a costa de CDC

Los auténticos y genuinos independentistas y republicanos son los dirigentes y militantes de ERC. El PDC parece creer que hay espacio para todos y tiene el legítimo derecho de ocuparlo en detrimento de la otra fuerza nacional de izquierdas. Un designio político compartido para intentar conseguir la mayor parte del escenario político, que en esta etapa, es principal sostén del separatismo.

Estoy convencido de que este conflicto de espurios intereses partidistas menguará con el tiempo. Sostengo que, en un sofisticado panorama de fuerzas políticas como el de Catalunya, los dos partidos tenderán a una progresiva unificación. La extraordinaria ambición de los objetivos marcados -independencia y Estado propio- obligará a todos los nacionalistas del centroizquierda a sellar acuerdos, sistemáticamente.

Comparten hoy Gobierno, bajo la formación electoral de Junts pel Sí. Es verdad que, en el seno del mismo laten dos orientaciones, dos propósitos y dos liderazgos, ligeramente, distintos; pero, en el futuro, esas diferencias crecerán en apariencia, al tiempo que disminuirán en esencia.

¿Qué próximos acontecimientos le esperan al Govern catalán y a la coalición que le da apoyo? Para empezar, la moción de confianza de septiembre. La ganará el Govern y lo hará sobre la base de un pacto con la CUP que incluya independencia, leyes de desconexión, presupuesto para el 2017 y referéndum unilateral. Habrá matices públicos y gesticulaciones varias, pero ese será el corazón del acuerdo.

Con este compromiso en la mano, el 'president' Puigdemont y el 'vicepresident' Junqueras alentarán un nuevo envite a España para cumplir con lo pactado en el Parlament y organizar un referéndum vinculante en primavera. Ni que decir tiene que las sutilezas constitucionales no serán ni contempladas. Abordar el referéndum y, eventualmente, la convocatoria de unas nuevas elecciones exigirá a ERC y el PDC una estrecha unidad de acción. No podrán ni rechazarla ni menospreciarla.

Puigdemont y Junqueras alentarán un nuevo envite a España para cumplir con lo pactado en el Parlament y organizar un referéndum vinculante en primavera

Las particularidades programáticas y las aspiraciones políticas de cada partido serán postergadas. Si el referéndum se llega a celebrar y el resultado es favorable a las tesis gubernamentales, las elecciones constituyentes están servidas. Es allí donde reaparecerá la pugna entre unos y otros, y la fuerza del electorado de cada formación marcará el signo del próximo Gobierno y su orientación nacional catalana.

He sostenido que, en este contexto complejo, difícil y bronco, unas nuevas elecciones no posibilitarán la independencia en Catalunya. Se está aún lejos. Creo saber esto desde hace tiempo. Sin embargo, asistiremos, para sorpresa de muchos, al intento explícito de los independentistas republicanos auténticos de capitanear en los próximos años en Catalunya arriesgadas políticas de Frente Popular.

ERC y PDC son partidos parecidos, con objetivos nacionales idénticos, con programas similares, pero con una tradición política distinta

Está claro que ERC y PDC son partidos parecidos, con objetivos nacionales idénticos, con programas similares, pero con una tradición política distinta. Se necesitará tiempo para que la confluencia definitiva de ambos partidos finalice con éxito. No obstante, en el contexto poselectoral, ERC siempre será un interlocutor privilegiado ante Catalunya Sí que es Pot y la CUP. El PDC estará en inferioridad de condiciones y contemplará, con un punto de aturdido asombro, que su reino no es de este mundo.

Me consuela pensar que el partido aún se ha de jugar. Me tranquiliza saber que la ciudadanía catalana tendrá la última palabra. Aliento la modesta expectativa de que entre España y Catalunya la negociación y la voluntad de llegar a acuerdos se imponga, aunque por supuesto no será fácil. ¿Un hombre ingenuo? No. Un realista esperanzado.

Convergència ha culminado su refundación. Lo ha hecho en un clima de discreta contestación a algunos de los presupuestos políticos de Artur Mas y del equipo por él dirigido. Nada sustancial. Creo poder decir, que el resultado final del Congreso es positivo respecto a los fines últimos perseguidos y dota el planteamiento político de Partit Demòcrata Català (PDC) -cualquiera que sea su denominación final- de coherencia y de una discutible armonía.

Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) Cataluña Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Oriol Junqueras