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Antoni Fernàndez Teixidó

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Un gobierno sin margen de maniobra

El Govern ofrece una imagen muy controvertida. Si la dinámica de gesticulación y desafío continúa en el Parlamento catalán, los presupuestos están en peligro y la legislatura acabada

Foto: Oriol Junqueras y Carles Puigdemont miran el dossier con los presupuestos del 2017. (EFE)
Oriol Junqueras y Carles Puigdemont miran el dossier con los presupuestos del 2017. (EFE)

Estaba escrito. La decisión del Tribunal Constitucional de suspender el referéndum y la presión 'in crescendo' de la CUP reduce, notablemente, el ya estrecho margen de maniobra del Govern catalán. Los dirigentes de la CUP saben que un buen resultado en las próximas elecciones está relacionado, directamente, con la imagen de rebeldía antisistema que sean capaces de transmitir a sus eventuales electores.

El enfrentamiento, la desobediencia, la provocación y la agitación en la calle son los mejores aliados de una formación política que, más allá del objetivo de la independencia nacional, reivindica un profundo cambio de sistema. No en vano, se autoproclaman anticapitalistas. Independentismo y revolución son las dos caras de una misma orientación política. He aquí los socios del actual Govern de Cataluña.

De los diputados de la CUP depende la aprobación de los presupuestos y la continuidad de la legislatura. Pretenden también escoger el momento más idóneo para negar el apoyo al presidente Puigdemont y que sea imprescindible convocar elecciones. Es la letal combinación de una dinámica rupturista y un egoísta cálculo electoral partidario.

Se aprobarán los presupuestos siempre y cuando no les sea más útil, electoralmente, romper con el Govern e ir a elecciones. Responden así a sus legítimos intereses como partido pero no a los del país. No debe sorprendernos. Creen que la mejor manera de defender a Catalunya es que su presencia política sea cada día más mayoritaria. Natural.

Lo que no resulta normal es que el Govern de Junts pel Sí esté tan indeclinablemente ligado a los avatares y expectativas de la CUP. El Govern empezó con mal pie y, a pesar de las bienintencionadas declaraciones de Puigdemont y Junqueras, la política del Govern está absolutamente condicionada por la siniestra actuación parlamentaria de la CUP.

La imagen que el Govern ofrece es muy controvertida. Los diputados y diputadas radicales rompen la foto del jefe del Estado en sede parlamentaria y el Govern se pone de perfil para no tener que criticar tal actuación. Para sorpresa de todos, se aduce que actuaban en defensa de su libertad de expresión. Solo la aprobación del presupuesto podría conceder al Govern un cierto margen de maniobra. Contaba y aún cuenta con ello. Pero si la dinámica de gesticulación y desafío continúa, los presupuestos están en peligro y la legislatura acabada.

En ese contexto, ERC se mueve con absoluta cautela. Es en este sentido —lo he afirmado más de una vez— un partido con alma bonapartista. Un árbitro que se mueve entre la demanda de ruptura y el desconcierto sistemático en el que se encuentra sumido el PDECAT, acentuado desde la celebración de su último Congreso. Si a la hipotética anticipación de elecciones — posiblemente, en la primavera y con seguridad en otoño— se le añade la negativa explícita del presidente Puigdemont de ser el candidato del PDECAT, el desenlace es imprevisible. Y entraña una considerable dosis de riesgo político.

La imagen que ofrece el Govern de Junts pel Sí es muy controvertida. No es normal que esté tan ligado a los avatares y expectativas de la CUP

Sigo pensando, no obstante, que el vicepresidente Junqueras antes de quedarse sin margen alguno de maniobra, actuará en el momento en el que el escenario le sea más favorable o menos desfavorable. Con ello tratará de evitar que las distintas opciones políticas a su izquierda y a su derecha puedan organizar, debidamente, su participación electoral. Dos son los enemigos a batir: PDECAT y los comunes de Ada Colau. Los batirá y lo hará sin remordimiento alguno. Humano, demasiado humano, diría el filósofo.

A todo esto, me pregunto, ¿quién defiende los intereses de millones de catalanes que observan el actual panorama político con una comprensible mezcla de incredulidad y decepción? Esta es una pregunta adecuada. Creo que, desde hace mucho tiempo, los políticos catalanes del Govern han decidido que solo la independencia puede resolver sus problemas y despejar todas las incógnitas. El gobierno del día a día viene condicionado por la hoja de ruta independentista, que es la expresión de un maximalismo voluntarista.

No hace falta decir que sin referéndum, sin independencia y sin una política que permita atender, debidamente, las inaplazables reivindicaciones de la ciudadanía, constataremos que hemos perdido, miserablemente, el tiempo. Un tiempo que jamás será recuperado. La historia y la política tienen estas cosas.

Estaba escrito. La decisión del Tribunal Constitucional de suspender el referéndum y la presión 'in crescendo' de la CUP reduce, notablemente, el ya estrecho margen de maniobra del Govern catalán. Los dirigentes de la CUP saben que un buen resultado en las próximas elecciones está relacionado, directamente, con la imagen de rebeldía antisistema que sean capaces de transmitir a sus eventuales electores.

Oriol Junqueras Ada Colau Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)