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Begoña Gómez, la "soberanía nacional" y la pinza de Vox y PSOE a Feijóo
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Alberto Pérez Giménez

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Begoña Gómez, la "soberanía nacional" y la pinza de Vox y PSOE a Feijóo

La sobreactuación de Moncloa y Ferraz al exceso verbal del histriónico presidente argentino Javier Milei esconde una oportunidad de oro que Sánchez ve para reorientar la agenda política y poner en aprietos al PP

Foto: Abascal presenta a Milei en el "Viva 24" de Vox este domingo en Madrid. (EP)
Abascal presenta a Milei en el "Viva 24" de Vox este domingo en Madrid. (EP)
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"No podemos cometer errores". Esa fue la principal consigna de Alberto Núñez Feijóo a la cúpula del PP reunida en Génova el pasado martes. Los trackings electorales y los resultados de las catalanas confirman a los populares que Pedro Sánchez "está fuerte" y que Vox "tiene un techo, pero también un suelo sólido". Y que las elecciones europeas no iban a ser el paseo triunfal que se auguraba hace meses. Ni mucho menos. Por eso, Feijóo pidió a sus barones apelar en sus territorios a la "movilización" y evitar todo desliz gratuito como los que, en vísperas de las elecciones generales del 23-J, alentaron sus precipitados pactos con Vox que acabaron por movilizar a miles de electores desencantados con el sanchismo, pero aún más temerosos de la llegada de Vox a las instituciones.

Por eso, ayer, cuando en Génova vieron los titulares que dejaban la intervención del presidente argentino en el acto de Vox, muchos en el partido del charrán se tentaron la ropa. Y, al contrario, en Moncloa y en Ferraz tocaron a rebato y pusieron la maquinaria a trabajar sin descanso.

Javier Milei era la estrella del Viva24, el acto que Kiko Méndez Monasteriocerebro gris de Vox y mano derecha de Santiago Abascal—, había preparado para lanzar al político vasco de cara a las europeas. No en vano, una de las fortalezas de Vox es su relación con los movimientos ultras que escalan en Europa y al otro lado del Atlántico. También le arropaban Orban, Le Pen y, en la distancia, Meloni. Pero la estrella era El Peluca. Y no defraudó. El lenguaraz e histriónico presidente argentino —"Hola a todos, yo soy el león", rugía en su presentación— aprovechó para llamar "corrupta", sin nombrarla, a la mujer del presidente del Gobierno por las diligencias abiertas en un juzgado de Madrid a raíz de las informaciones y documentos desvelados por El Confidencial. De paso, aprovechó para zaherir a Sánchez (también sin mentarle) por sus cinco días "de retiro". El escenario bramaba y se rompía las manos. Era lo que buscaba Vox: copar los telediarios y distanciarse de la "derechita cobarde y estafadora" del PP (Abascal, en el mismo mitin).

El exceso verbal de Milei a las puertas de la campaña de las europeas -esas que el PSOE y el Gobierno plantean como un plebiscito entre Sánchez y Feijóo- era un caramelo que Moncloa no iba a desaprovechar con un objetivo claro: señalar al PP como el socio indisoluble de Vox y de Milei. Intentar repetir otra vez el mismo patrón del 23-J: el miedo a la ultraderecha, PP y Vox unidos en el mismo fango, el "tango del fango"

Todo es tan burdo como para no pensar que lo que Sánchez ha visto en el exceso verbal de Milei es una ocasión de truncar los planes de Feijóo

Ferraz ponía el grito en el cielo y emplazaba al PP a respaldar y cerrar filas ante la respuesta que el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, iba a dar en una solemne comparecencia. Las comparaciones con Zapatero y su comportamiento cuando, después de que el rey Juan Carlos mandara callar a Hugo Chávez, defendió a Aznar no tardaron en circular por redes. Aunque en aquella ocasión, el dictador venezolano llamara al Gobierno español "terrorista" y Begoña Gómez no represente, de momento, más que a sí misma. Pero todo siguió como un engranaje perfecto: el propio ministro se ocupó de dejar bien claro que había recabado el respaldo de todos los grupos parlamentarios "y el PP y Vox no han contestado". Albares, el fiel ministro, exigía disculpas a Milei, las mismas que nunca exigieron desde el Gobierno a su compañero, el ministro Óscar Puente, cuando acusó al presidente argentino de consumir "sustancias".

Albares tampoco explicó en su comparecencia por qué llamar corrupta a la mujer del presidente del Gobierno —que no tiene estatuto oficial propio y sobre la cual, hay abiertas diligencias precisamente por presunta corrupción— es un "atentado contra la soberanía nacional" que merece una de las medidas más duras en el lenguaje diplomático: la llamada a consultas sine die de la embajadora española en Buenos Aires, lo que supone dejar vacante la legación hasta nueva orden. Los empresarios españoles allí deben estar preguntándose lo mismo.

Albares no explicó por qué llamar corrupta a Begoña Gómez "atenta contra la soberanía nacional" y merece una dura medida diplomática

Demasiado burdo todo como para no sospechar que, en realidad, lo que Pedro Sánchez, cuyo instinto de supervivencia política nadie pone en duda a estas alturas, ha visto en el exceso verbal y la falta de tacto institucional de Milei es una excelente oportunidad de truncar los planes de campaña del PP y de Feijóo. De movilizar aún más a sus posibles electores y de volver a sumergir a los populares en el mismo "fango" del miedo a la ultraderecha que tan buenos resultados le dio el pasado verano.

Una vez más, Pedro Sánchez retoma la iniciativa y pretende ocupar la agenda política con un ataque de distracción a su persona y a su familia. El día 22 debía responder en el Congreso a los negocios de su mujer. Había aceptado hacerlo en un macropleno en el que pensaba esconderlo entre el reconocimiento del Estado palestino (previsto para la víspera) y el siempre anunciado acuerdo de Gibraltar. Ambos ‘hitos’ se cayeron a finales de la semana pasada y Sánchez iba a tener que responder sobre su mujer a pecho descubierto, sin poder parapetarse en esos elevados asuntos.

Foto: Pedro Sánchez en un mitin en Barcelona. (EFE) Opinión

Pero Milei y Vox han brindado a Sánchez una oportunidad de oro para convertir el pleno del miércoles en una cerrada defensa de todos los grupos a su persona, a su mujer y, pásmense, a la "soberanía nacional". Y una vez más, para señalar e identificar al PP y a Alberto Núñez Feijóo como los socios imprescindibles de la ultraderecha nacional e internacional.

En Génova, de momento, insisten en que ellos hacen "oposición al presidente del Gobierno de España, no al de Argentina", y que no piensan entrar al trapo de la sobreactuación. "Pretenden que Milei movilice al electorado al que ya no convence el Gobierno", dicen las fuentes del PP. El diagnóstico lo tienen claro. El problema es dar con la solución e intentar zafarse de esta pinza entre Vox y Moncloa que vuelve a obligar a Feijóo a recomponer los ejes de la campaña de unas elecciones europeas que los trackings venían torciendo y que ahora se complican aún más para Feijóo. "Nosotros calentaremos nuestra manifestación del 26 (que cierra precisamente esta semana en la madrileña Puerta de Alcalá). Eso le duele más a Sánchez que una frase de Milei", dicen en el entorno de Feijóo. Y un mensaje para Vox: "Somos el partido que hace daño al PSOE, no el que le alivia".

"No podemos cometer errores". Esa fue la principal consigna de Alberto Núñez Feijóo a la cúpula del PP reunida en Génova el pasado martes. Los trackings electorales y los resultados de las catalanas confirman a los populares que Pedro Sánchez "está fuerte" y que Vox "tiene un techo, pero también un suelo sólido". Y que las elecciones europeas no iban a ser el paseo triunfal que se auguraba hace meses. Ni mucho menos. Por eso, Feijóo pidió a sus barones apelar en sus territorios a la "movilización" y evitar todo desliz gratuito como los que, en vísperas de las elecciones generales del 23-J, alentaron sus precipitados pactos con Vox que acabaron por movilizar a miles de electores desencantados con el sanchismo, pero aún más temerosos de la llegada de Vox a las instituciones.

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