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Pendulazo en el Vaticano: ¿ahora toca un Papa 'trumpista'?
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Alberto Pérez Giménez

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Pendulazo en el Vaticano: ¿ahora toca un Papa 'trumpista'?

138 cardenales electores se encerrarán en el cónclave para elegir nuevo Papa: el sucesor del polémico pontificado del jesuita Francisco

Foto: El Papa en una imagen de archivo. (EFE/EPA/Claudio Peri)
El Papa en una imagen de archivo. (EFE/EPA/Claudio Peri)
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La muerte del papa Francisco abre la puerta a que, tal y como están sucediéndose los acontecimientos en el mundo, el péndulo que recorre la geopolítica de izquierda a derecha ponga en el trono de Pedro a un sucesor de Bergoglio que sea todo lo contrario a lo que ha representado el argentino (sea lo que esto haya sido). 138 cardenales electores se encerrarán en el cónclave para elegir nuevo Papa: el sucesor del polémico pontificado del jesuita Francisco. Y, si el péndulo de los tiempos sigue su inexorable baile, cobra muchos enteros la probabilidad de que el máximo representante de la iglesia católica proceda de las huestes más reaccionarias de la América trumpista tras un papado marcado por supuestas reformas y apertura en la liturgia y la moral vaticana.

Durante los últimos años, el papa Francisco ha mantenido una nada disimulada guerra contra una serie de prelados que, al más puro estilo Milei, consideraban a Bergoglio poco menos que "la encarnación del maligno", como le describió el presidente argentino. La mayoría 'ejercen' en Estados Unidos -Raymond Burke, Joseph Strickland- y en la Alemania de Benedicto XVI -Gerhard Müller, Walter Brandmüller- y todos han convertido su labor pastoral en la denuncia del papado de Bergoglio. Ahora, tras la desaparición de éste, piensan que ha llegado el momento de elegir a un nuevo Papa que -como la nueva ola que recorre desde Washington a Ucrania pasando por la Europa de los Patriotas- sea todo lo contrario a lo que representaba el pontífice argentino.

El papa Francisco ha hecho frente en la última década, incluso con medidas disciplinarias sin precedentes, a la línea dura dentro de la Iglesia católica en Estados Unidos, formada por unos 66 millones de personas. La más sonada, la de Josepp Strickland, obispo de Tyler (EEUU) destituido a los 64 años por el Papa tras una misión vaticana que halló "irregularidades" en su diócesis pero que, en realidad, ocultaba un cese por atacar la autoridad del Papa y tacharle directamente de "hereje" en las muy activas redes sociales del religioso norteamericano.

La destitución de Strickland no frenó sus diatribas: en diciembre pasado, tras anunciarse una peregrinación LGTBI de cara al Jubileo, pedía en X a sus fieles rezar "por la conversión del papa Francisco y por todas las almas que están siendo llevadas a la oscuridad por él y los cardenales que promueven esta agenda que contradice el evangelio de Jesucristo”. En una vuelta de tuerca, durante la bronquitis de Bergoglio pidió a sus fieles oraciones "para que la misericordia que brota del costado de Cristo le llame a un profundo arrepentimiento del pecado y le lave en el amor misericordiosos de Dios”. En España, concretamente en Toledo, también hubo rezos similares.

Foto: El papa Francisco en una imagen de 2019. (Reuters/Pool/Andrew Medichini)

Los 16 cardenales de EEUU están dominados, y más desde el primer triunfo de Trump, por este sector que defiende la ortodoxia frente a la reforma de la liturgia y la moralidad del Vaticano que encabezó el Papa argentino. Defienden puntos de vista tradicionales sobre sexualidad, matrimonio entre personas del mismo sexo, control de natalidad y aborto, el cambio climático, la inmigración, la justicia social y la pena de muerte, y han manifestado abiertamente sus críticas al Papa.

Según la teóloga y abogada canónica estadounidense citada por la BBC Dawn Goldstein, "se trata de un grupo muy poderoso, con apoyos en el mundo empresarial y que controla una vasta red de medios de comunicación en los que amplifica sus ideas y sus críticas al Papa. Han estado trabajando durante muchos años, particularmente en Estados Unidos, para que sus medios sean los altavoces de los católicos y para que su narrativa sea la narrativa autorizada", afirma la teóloga. En las elecciones de EEUU, tanto en el primer triunfo de Trump como en el reciente, los obispos ultraconservadores señalaron al candidato republicano como "el principal aliado político de la Iglesia", alineando sus posiciones morales.

Foto: El papa Francisco en el muro de las lamentaciones. (EFE/Getty Images/Lior Mizrahi)
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¿Y quiénes son hoy los 'papables trumpistas' que llevan años agitando las aguas sobre la que navegaba la barca de Bergoglio? Primero, hay que recordar que solo son electores y elegibles los cardenales que no hayan cumplido los 80 años en el momento de reunirse el cónclave. La cuestión biológica elimina de las quinielas a varios de los más conspicuos enemigos de Bergoglio, pero no su influencia sobre el cónclave de electores a la hora de hacer lobby.

Raymond Burke, nacido el 30 de junio de 1948 y nombrado cardenal por Benedicto XVI tras ser previamente obispo de San Luis, es una de las principales figuras de la oposición ultraconservadora al papa Francisco en todo lo concerniente a las iniciativas hacia la comunidad LGTBI dentro de la iglesia o el papel de los laicos. Opuesto hasta al Concilio Vaticano II, fueron, según la vaticanista Golstein, "diez años de acoso a Bergoglio tratando, incluso, de situarse como una autoridad moral superior al Papa". Francisco le intentó apartar poniéndole al frente de la Soberana Orden de Malta hasta junio de 2023. Finalmente, y como los ataques seguían desde movimientos católicos ultraconservadores enfrentados a Francisco, en noviembre de ese año el Papa le desalojó de su apartamento en El Vaticano y le retiró la generosa asignación de 5.000 euros al mes. Una medida sin precedentes en la curia romana. Es cardenal elector y elegible como Papa.

Foto: El papa Francisco junto al expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, en un acto en la Casa Blanca en 2015. (Reuters/Jonathan Ernst)
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El cardenal Raymond Burke recibió el primer triunfo de Donald Trump como "una señal de que los líderes políticos de Estados Unidos necesitan escuchar más al pueblo y volver a salvaguardar la vida, el matrimonio, la familia y la libertad religiosa", y que confiaba en "que Trump podría ayudar a sanar las divisiones en el país con su gran disposición a escuchar la posición de la Iglesia sobre la ley moral".

No es el único papable que quiere dar un giro de 180 grados a la política vaticana. Gerhard Müller, alemán, nacido el 31 del 12 de 1947 y creado cardenal por el propio Francisco, fue el elegido por Benedicto XVI para sucederle al frente de la Prefectura de la Doctrina de la Fe (el antiguo Tribunal de la Inquisición). Sin embargo, tras cinco años en el puesto, fue destituido por Bergoglio, una decisión que encajó "como un rayo caído de forma improvisada del cielo". Ya por entonces acusaba al papa argentino de estar rodeado de "un círculo mágico" sin preparación teológica "que le aconseja en las decisisones" y denunció en los últimos años la "tendencia a reformar la Iglesia en sentido protestante", derivada de "una visión liberal que desprecia la tradición".

Partidario de la misa en latín, entendió la prohibición de Bergoglio de esta forma de liturgia como "una bofetada para los tradicionalistas, una zanja que provocó dolor", y acusó al Papa de considerar "opositor" a todo aquél que le lanzaba una críítica por su forma de llevar el Vaticano, con "purgas y castigos" a los disidentes.

Foto: La Plaza de San Pedro del Vaticano esta mañana tras el anuncio de la muerte del papa Francisco. (Reuters/Yara Nardi)
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El tercer papable, e igualmente duro y dispuesto a dar un giro total al trono de Pedro, es Robert Sarah, de Guinea Conakry. Postulado varias veces como el primer Papa negro, está punto de perder su condición de elector y elegible (cumple 80 años el 16 de junio próximo) y también fue creado cardenal por Benedicto XVI. Sarah escribió un libro en 2020 junto al Papa emérito Benedicto que fue visto como una crítica sin tapujos a Bergoglio. Años después, el Papa argentino aseguraba que "quizá fue un error nombrarle prefecto para la Congregación del Culto Divino" y le acusó de dejarse guiar "por movimientos separatistas en la curia".

A raiz de entonces, las críticas de Sabah arreciaron hasta calificar hace justo un año de "herejía" la declaración aprobada por Francisco para las bendiciones de parejas homosexuales. Sarah expresó su "firme y radical" oposición a la declaración aprobada que permite las bendiciones de parejas homosexuales y divorciados vueltos a casar, porque lo considera directamente "una herejía que socava gravemente a la iglesia, el Cuerpo de Cristo, porque es contraria a la fe y la tradición católicas".

Además de estos tres rostros visibles, entre los 114 cardenales no elegibles por haber superado los 80 años hay voces que llevan tiempo haciendo lobby para que el nuevo Papa sea un reverso de Bergoglio. Walter Brandmüller, 96 años, alemán nombrado por Benedicto XVI, envío dos cartas abiertas al Papa en 2016 y 2023 denunciando los "millones de euros de impuestos eclesiásticos gastados", la “discordia sobre cuestiones centrales de fe y moral”, incluso entre obispos, y lo que definió como "herejía y cisma". En su línea, el mexicano Juan Sandoval (90 años), nombrado por Juan Pablo II, y el chino Joseph Zen (93), nombrado por Benedicto XVI. Todos ellos llevan tiempo preparando la sucesión de Bergoglio desde fuera y desde dentro del Cónclave. De quién triunfe depende el rumbo de un Vaticano enormemente dividido.

La muerte del papa Francisco abre la puerta a que, tal y como están sucediéndose los acontecimientos en el mundo, el péndulo que recorre la geopolítica de izquierda a derecha ponga en el trono de Pedro a un sucesor de Bergoglio que sea todo lo contrario a lo que ha representado el argentino (sea lo que esto haya sido). 138 cardenales electores se encerrarán en el cónclave para elegir nuevo Papa: el sucesor del polémico pontificado del jesuita Francisco. Y, si el péndulo de los tiempos sigue su inexorable baile, cobra muchos enteros la probabilidad de que el máximo representante de la iglesia católica proceda de las huestes más reaccionarias de la América trumpista tras un papado marcado por supuestas reformas y apertura en la liturgia y la moral vaticana.

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