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Los templos medievales, palacios y casas del III Reich del nuevo distrito de moda de Madrid
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Miguel Díaz Martín

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Los templos medievales, palacios y casas del III Reich del nuevo distrito de moda de Madrid

Carabanchel está en el punto de mira de residentes, artistas, turistas, inversores y todo aquel que ya no puede vivir o hacer negocios dentro de la M-30. Aquí te descubrimos el enorme patrimonio arquitectónico y cultural que le imprime carácter

Foto: Panorámica de la Iglesia de San Miguel Arcángel. (Cedida)
Panorámica de la Iglesia de San Miguel Arcángel. (Cedida)

Si has oído que Carabanchel está "de moda", no te han tomado el pelo. Aunque se argumente de forma equivocada, la patria chica de Rosendo -enriquecida por un nuevo despertar cultural y por la inmigración latina- atrae a cada vez más vecinos, turistas e inversores que saltan el Manzanares espantados por los precios del centro. Pero, más allá de la gentrificación y de las denuncias por falta de limpieza urbana, el distrito atesora un patrimonio que va de templos de origen medieval a viviendas inspiradas en la arquitectura nazi.

El término Caravangel o Caravanchel aparece en el año 1181, según documentó Rafael López Izquierdo, último alcalde de Carabanchel Alto. La descripción más completa del villorrio está en las Relaciones Topográficas de Felipe II, depositadas en la gran Biblioteca Laurentina de El Escorial y citadas por José M. Sánchez Molledo en Carabanchel, un distrito con historia. Según las 160 respuestas de sus habitantes, era esta una "aldea sin escudo de armas, con abundancia de agua, que no es tierra enferma, pero falta de leña". Por ello, las 150 casas de ganaderos, granjeros o humildes comerciantes que allí se contaban –"no hay hidalgo ninguno", respondieron los interpelados- eran pobres construcciones de techo bajo levantadas con madera acarreada desde la Sierra de Guadarrama.

Para llegar a Carabanchel salimos del centro histórico por la monumental Puerta de Toledo. A continuación, cruzamos la Puente Toledana, como se llamó a la inestable pasarela de madera que el arquitecto Pedro de Ribera transformaría durante siglo XVIII en la estructura actual: un puente de nueve ojos soportados por tambores de sillería con tajamares piramidales para cortar las aguas. Dieciséis balconcillos rematan el tablero, situándose entre los centrales los casalicios o templetes barrocos con las estatuas de San Isidro y Santa María de la Cabeza, obra de Juan Alonso Villabrille, como recoge la Real Academia de Historia. Las troneras circulares completan el conjunto, que luce dos fuentes ornamentales en el extremo próximo a la ciudad.

placeholder El Puente de Toledo, conocido en tiempos como Puente Toledana. (COAM)
El Puente de Toledo, conocido en tiempos como Puente Toledana. (COAM)

Al otro lado del Manzanares nos reciben los edificios porticados con fachada cóncava de la plaza semicircular de Marqués de Vadillo. Estos inmuebles nacieron del afán de la dictadura franquista por reconstruir la zona bajo un estilo "oficial", que se materializó en viviendas funcional y estéticamente inspiradas en los residenciales colectivos del III Reich, como recoge la guía de arquitectura del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM). Racionalismo, clasicismo y tintes herrerianos se mezclan en estas manzanas semicerradas con potentes entradas adinteladas y decoraciones geométricas, que dan acceso a espacios privados a doble crujía "dignos y acogedores, teniendo en cuenta que la casa es el templo de Dios", según el Régimen.

Al Señor podemos acercarnos si subimos General Ricardos y alcanzamos la plaza dominada por la torre de la Iglesia de San Miguel Arcángel, reconstruida tras los bombardeos de la Guerra Civil. La decoración con aparejo de ladrillo rojo le otorga un aire neomudéjar completado con influencias historicistas más o menos afortunadas. En el interior, sorprende la profundidad de la triple nave con arcos de medio punto. Situada sobre la entrada, la torre corona su tejado en chapitel con una cruz en cuyo mástil se identifica un esquemático ángel.

La joya medieval de Madrid

No es esta, sin embargo, la iglesia más preciada de Carabanchel. Para encontrarla, dejamos atrás la Colonia del Tercio, la capilla neoclásica de San Isidro con su cúpula hexagonal y las grandes sacramentales del sur, que visitaremos detenidamente en otra entrega de Caminemos Madrid. La renuncia merece la pena, pues tres kilómetros al suroeste admiraremos Santa María la Antigua, el único templo mudéjar conservado íntegro en nuestra región.

placeholder La puerta principal de la iglesia de Santa María La Antigua. (COAM)
La puerta principal de la iglesia de Santa María La Antigua. (COAM)

Esta ermita rural de mampostería y verdugadas de refuerzo de ladrillo tiene su origen en los siglos XII-XIII, aunque exhibe elementos que demuestran que el solar tuvo un uso continuado desde la romanización, según la monografía sobre su restauración editada por la Comunidad de Madrid. Presenta planta rectangular, ábside semicircular y bóveda en semiesfera, con una torre espadaña maciza originalmente sin escalera. Un doble alfiz cuadrado sobre zócalo de sillar enmarca la entrada lateral del templo, donde tres bellos arcos abocinados de medio punto -uno de ellos, lobulado- franquean el paso. Dentro, recuperadas antes de consumarse su desaparición, las valiosas pinturas murales y los dibujos policromados que lucen las vigas que sustentan el coro. En tonos azules, ocres o dorados distinguiremos castillos, leones rampantes, decoraciones en baldosa, jarrones, motivos florales y escenas sobre la vida de los santos.

Santa María la Antigua es la iglesia donde el patrón castizo San Isidro Labrador habría rezado y consumado dos de sus milagros, como atestiguaría el pozo que alberga en su interior. Esta joya madrileña se levanta en un entorno muy descuidado, que recuerda los años de humedades, problemas estructurales, añadidos constructivos y, en definitiva, el abandono administrativo que estuvo a punto de malograr la ermita. Hoy, el monumento permanece en un discreto plano, incompresiblemente alejado de los circuitos educativos y turísticos a pesar de su singularidad y de la recuperación emprendida por las autoridades autonómicas, que ha respondido por fin a las históricas reivindicaciones de vecinos y defensores del patrimonio.

Las quintas de los reyes

No podríamos completar el recorrido por el distrito sin caminar hasta las fincas aristocráticas de Carabanchel, que el doctor arquitecto Miguel Lasso de la Vega Zamora desgranó en su tesis sobre las quintas de recreo madrileñas.

A pocos pasos de la Antigua, sobre un yacimiento romano que se trató de proteger de forma infructuosa, tuvo su descanso Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia. La esposa de Napoleón III fue la última y más ilustre propietaria de la Quinta de Miranda. El centro de su recinto arbolado y ajardinado era la residencia principal de planta en U con torre cuadrada y pórtico delantero, que habilitaba una terraza con barandilla corrida en la fachada. El palacio lució estufa o invernadero para flores, salón de baile y hasta un teatro para nobles y cortesanos. Antes de ser derribado en el s. XX para construir pisos, fue residencia de las Hermanas Oblatas y ‘hogar’ para "mujeres inadaptadas" en la dictadura. De estos terrenos salió el mosaico romano de Carabanchel, que se exhibe el Museo de los Orígenes de Madrid.

placeholder La llegada de la emperatriz Beatriz a su finca, en un grabado de época. (Cedida)
La llegada de la emperatriz Beatriz a su finca, en un grabado de época. (Cedida)

Pero, sobre todas las quintas que existieron, destaca la Real Posesión de Vistalegre. Fundada por el militar Pablo Cabrero Martínez como uno más de los campos de recreo público donde se entretenía la burguesía (con casino, quioscos, montaña rusa, columpios y estanque), la propiedad superó a todas las de los Carabancheles en esplendor -según refiere Lasso de la Vega- en manos de la reina regente María Cristina, su hija Isabel II y el Marqués de Salamanca. Dividida con el tiempo en los palacios antiguo y nuevo -de reminiscencias neoclásicas y fernandinas-, destacaron en ella la gran estufa, las caballerizas, la ría hecha en fábrica de ladrillo, la decoración con pinturas al fresco y el salón árabe, según el autor Sánchez Molledo. La Comunidad de Madrid programó en 2018 una inversión de más de 15 millones de euros para abrir al público el edificio de la rotonda, los baños de la reina y el vestíbulo del palacio nuevo, además del jardín romántico, que hoy ha recuperado su esplendor.

placeholder El Palacio nuevo de Vistalegre. (Cedida)
El Palacio nuevo de Vistalegre. (Cedida)

Como en el caso de Santa María la Antigua, madrileños y visitantes apenas han comenzado a conocer y a valorar en su justa medida la finca de Vistalegre. Tras recorrerla, abandonamos el distrito por la Puente Toledana, pero lo hacemos con la sensación de haber rascado apenas la superficie de todo lo que Carabanchel puede ofrecernos. Volveremos a sus escolasticados, a sus innovadoras bibliotecas y a su enorme patrimonio arquitectónico en nuevas entregas de Caminemos Madrid.

Si has oído que Carabanchel está "de moda", no te han tomado el pelo. Aunque se argumente de forma equivocada, la patria chica de Rosendo -enriquecida por un nuevo despertar cultural y por la inmigración latina- atrae a cada vez más vecinos, turistas e inversores que saltan el Manzanares espantados por los precios del centro. Pero, más allá de la gentrificación y de las denuncias por falta de limpieza urbana, el distrito atesora un patrimonio que va de templos de origen medieval a viviendas inspiradas en la arquitectura nazi.

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