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Los arquitectos que se la colaron a Franco en el “charco obrero” de El Pardo
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Miguel Díaz Martín

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Los arquitectos que se la colaron a Franco en el “charco obrero” de El Pardo

La dictadura quería un recinto deportivo para las clases populares. Muñoz Monasterio y Francisco de Asís Cabrero lo hicieron, pero convirtiéndolo en una oda al diseño y la modernidad

Foto: Piscinas abarrotadas del Parque Sindical, según las retrató Santos Yubero (Archivo Regional)
Piscinas abarrotadas del Parque Sindical, según las retrató Santos Yubero (Archivo Regional)

De lugar de recreo obrero a icono de la arquitectura moderna. En este episodio de Caminemos Madrid nos acercamos a los dos arquitectos que convirtieron una obra propagandística de la dictadura en un ejercicio de renovación que levantó más de una ampolla.

Hablamos del Parque Sindical, la única playa conocida por generaciones de madrileños. Popularmente llamado el “charco del obrero”, fue allí donde nuestros padres, madres, abuelos y abuelas remojaron las canillas entre chillidos infantiles, salpicones de agua y tuppers rebosantes de tortilla, filetes empanados y pimientos fritos. Y si tú también disfrutaste de su piscina y sus trampolines, no te pierdas cómo se gestó.

placeholder Entrada primigenia de las instalaciones deportivas (Comunidad de Madrid)
Entrada primigenia de las instalaciones deportivas (Comunidad de Madrid)

Su primer nombre fue Balneario Popular del Manzanares. Así bautizó la Obra del Sindicato Vertical el que iba a ser su proyecto estrella para dar a las clases menos pudientes un sitio donde divertirse y hacer deporte. El lugar no podía ser más ideal: una alargada parcela junto al Hipódromo de la Zarzuela en los terrenos ribereños del Manzanares, en el monte de El Pardo.

El concurso para construirlo lo ganó Manuel Muñoz Monasterio, que ya había trabajado -tras la muerte de José Espeliú- en la Plaza de Toros de las Ventas y en la edificación del estadio Santiago Bernabéu. Le acompañaría Francisco de Asís Cabrero, autor de la Casa Sindical -actual Ministerio de Sanidad, sobre el que se ha abierto un curioso debate- o de las 2.000 viviendas del Grupo Francisco Franco en la zona de San Blas. Lo que el Sindicato no advirtió -o no quiso advertir en el momento de darles las riendas- es que ambos tenían ideas propias que iban a romper con el estilo del régimen.

Torre-mirador y bar circular

El Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM) lo califica -a mi parecer, con ironía- de “feliz desvinculación de las contemporáneas consignas oficialistas”, pero para la casta del régimen fue algo más que una reinterpretación de sus planes.

En lugar del estilo herreriano y las geometrías neoclasicistas que la dictadura imponía en edificios como el Ministerio del Aire o en el reconstruido Carabanchel Bajo, los arquitectos se dedicaron a unir la abstracción más extrema con tintes de la tradición vernácula; o, lo que es lo mismo, a mezclar mampostería, hormigón y cal por un lado con ladrillo y metal desnudos por otro.

placeholder Esquema de los edificios del Parque Sindical (Colegio de Arquitectos)
Esquema de los edificios del Parque Sindical (Colegio de Arquitectos)

A pesar de las reformas que ha sufrido con el paso de los años, estas diferencias aún pueden verse si atravesamos el esquemático puente de entrada, una simple losa horizontal sostenida por columnas de bordes redondeados sin adornos. Francisco de Asís Cabrero dejó su impronta en la original torre-depósito de forma tronco-cónica, con una escalera helicoidal de peldaños al aire que la rodea y que permite contemplar todo el complejo.

Otro lugar preferente lo ocupa el bar, que a ojos de los españoles de los años 50 podía parecer un platillo volante por su posición sobreelevada y sus formas circulares. Este se resuelve a base de placas de hormigón armado sustentadas por soportes en V.

Estas creaciones mezclaban sorprendentemente bien con el diseño tradicional de Muñoz Monasterio. El arquitecto ya había construido antes de la Guerra Civil el complejo de la Playa de Madrid. Es más, participó en su reconstrucción, para lo que tuvo que ajustarse al nuevo estilo de la dictadura. Quizá por ello, al acometer el nuevo proyecto regresó a la sencillez compositiva que le caracterizaba, visible en la marquesina de la entrada -con tres muretes triangulares que sostienen una pieza superior- y en los edificios con muros de mampostería.

placeholder Edificio del bar, con un característico diseño circular (Fundación Docomomo Ibérico)
Edificio del bar, con un característico diseño circular (Fundación Docomomo Ibérico)

Pero si el Parque Sindical se hizo famoso por algo fue por su piscina -piscinas, en plural- la misma que le dio el nombre oficioso de “charco del obrero”. Francisco de Asís la diseñó en una ampliación posterior como una yuxtaposición de piezas rectangulares completamente planas, de nuevo, sin asomo de los alardes imperialistas. Quien las haya pisado reconocerá la enorme explanada azul a cielo abierto que forman, no apta para sensibles y alérgicos al sol. En su día, estos vasos fueron considerados como “el mayor conjunto de Europa” de estas características, como nos recuerda el COAM.

La cabaña del bosque

En este recorrido no podemos olvidar la zona de la playa. En la margen fluvial izquierda, el paseo que conecta todas las instalaciones tenía en sus taludes las mejores vistas al río. Aquí, los árboles de sombra daban paso a una franja ajardinada bañada por el río, mitad natural, mitad artificial.

El archivo histórico de la Comunidad de Madrid y el archivo municipal Memoria de Madrid son testigos de todos los chapuzones que los madrileños se dieron durante la época. Para conseguir la playa fue necesario recurrir al ingeniero Alfredo Semelas, que creó una instalación capaz de encapsular el agua del río.

La llegada de la democracia no solo no cerró el Parque Sindical, sino que lo potenció permitiendo que cada vez más madrileños acudan a él. Hoy, está gestionado por la Comunidad de Madrid y se llama Parque Deportivo Puerta de Hierro. Además, sigue creciendo y cuenta con un Centro de Tecnificación de Golf y con un pabellón de tiro con arco que es también centro de tecnificación de la Federación Madrileña de este deporte.

placeholder Moderno pabellón de tiro con arco en el bosque del parque (COAM)
Moderno pabellón de tiro con arco en el bosque del parque (COAM)

Si camina hasta este último, el lector se encontrará de nuevo ante una arquitectura abstracta de gran belleza y fuerza plástica, porque se levanta como “una cabaña en el bosque”. Su autor es César Ruiz-Larrea, que quiso camuflarlo en el paisaje como un rectángulo de madera que filtra la luz al interior para favorecer la concentración de los arqueros.

Este pabellón es la demostración de que lo nuevo -el centro de tiro con arco- y lo viejo -aquel Parque Sindical donde muchos pasamos días enteros de vacaciones- pueden convivir si existe voluntad y sentido del patrimonio. Por eso es triste decir que la Playa de Madrid de Muñoz Monasterio es hoy un lugar en ruinas. Quien busque en las hemerotecas encontrará mucho sobre ella y sobre los infructuosos intentos por resucitarla. Puede que un día, instituciones, inversores y arquitectos innovadores como los que hemos recordado hoy lo consigan.

De lugar de recreo obrero a icono de la arquitectura moderna. En este episodio de Caminemos Madrid nos acercamos a los dos arquitectos que convirtieron una obra propagandística de la dictadura en un ejercicio de renovación que levantó más de una ampolla.

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